Es un aroma inconfundible. De esos que evocan a momentos felices y atraen a la gente. No son de León, pero a base de rosquillas los leoneses ya les consideran uno más en las dos veces al año que llegan a la ciudad.
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Mañeko Azpi se encuentra en el mercadillo navideño de Plaza de Regla y es una de las casetas más grandes de cuantas se instalan a los pies de la Pulchra Leonina. Y es, también, la que más gente congrega cada jornada: sus rosquillas caseras y su inconfundible tarta de queso Idiazabal son el motivo por el que León acude en masa a su puesto.
Desde hace más de 15 años sólo era en San Froilán cuando deleitaban a la urbe leonesa con sus recetas, pero desde hace dos también lo hacen en este mercado navideño. Se trata de una pequeña empresa familiar vasca cuya actividad principal es la venta de «repostería vasca y producto muy tradicional» y que cada tarde atiende a largas colas de leoneses en busca de sus ricas y esponjosas rosquillas.
Natalia González Mangas, una de las gerentes de la corporativa, intenta soportar el frío matinal de una mañana de diciembre donde el frío aprieta mientras reconoce que estas Navidades han vuelto «por petición popular»: «En San Froilán la gente nos vio aquí, en octubre, y nos decían que si volveríamos ahora», reconoce.
El secreto de sus rosquillas no tiene mucha ciencia. El triunfo esté, quizá, en que están recién hechas: «Las hacemos en el momento y la gente viene y nos dice que huele desde Santo Domingo, se forman colas porque están calentitas y se las llevan así». La receta es «la tradicional», de manera que «la gente la prueba y le recuerda a su madre o a su abuela». «La rosquilla sabe a la de siempre», explica Natalia.
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Siempre han sido fieles a su estilo. No tiran de lo efectista, de aquella bollería que, aunque sea artesana, proviene de lo industrial, «como los donuts o cruasanes». «Intentamos conservar un poco lo que se ha comido siempre, las magdalenas, coquitos, la tarta de queso, la rosquilla...», comenta Natalia, a lo que le añade el Patxarán y el vermú, aunque ésto último ya no les queda.
Tienen ese toque especial, ese aroma inconfundible y ese toque de tradición que les hace destacar sobre todo lo demás. Y eso, sumado a la amabilidad, cercanía y profesionalidad con la que Natalia trabaja, junto con Andrea Martínez, provoca triunfar gastronómicamente en una de las tierras más ricas en ese ámbito. Ya sea con rosquillas de anís o de limón, o por su tarta de queso, Mañeko Azpi se ha hecho un hueco en el corazón leonés a golpe de tradición.
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