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Recuerdo, homenaje y reivindicación del calzado más autóctono de una provincia que no olvida su pasado. Son los ingredientes que se citan este sábado en León ciudad y que desde Babia y Luna recordarán a la capital la esencia de sus comarcas. A las 18. ... 00 horas en la plaza de Guzmán leoneses de toda la región tienen una cita para compartir una tarde de tradición en una reunión que discurrirá hasta la catedral con música, baile y memoria.
Detrás de esta gran madreñada que prevé reunir a cerca de 400 personas se encuentra la Asociación de Calechos de Babia y Luna. La semilla se plantó en diciembre de 2022, cuando Octavio Álvarez reunió en la capital a un pequeño grupo de 30 personas que desfilaron por Ordoño II luciendo sus madreñas. Calecheiro habitual, propuso a Elías Valcárcel, promotor de la Asociación de Calechos de Babia y Luna, hacer algo más grande este año. «Y dicho y hecho, nos pusimos en marcha», explica.
Cuenta Valcárcel que esta inicitativa, que ya suma 200 personas inscritas a una cena de celebración y que espera reunir en la capital el sábado a cerca de 400 personas, solo tiene dos requisitos de asistencia: «que se venga con simpatía y buen humor». Porque este «calecho itinerante» va de personas, «no de instituciones, ni religiones, ni política».
A las personas que asistan, a las que se invita a vestir ropas típicas con sombrero, capa y madreñas, las acompañará en su recorrido por Ordoño II hasta la plaza de Regla una comitiva formada por grupos de música folk tradicional como Abelfolk, una docena de acordeonistas, pandereteras y gaiteros típicos en los calechos así como siete pendones de distintas zonas de León gracias a la Asociación Cultural Pendones del Reino de León.
Recorrerán la vía más noble de la capital hasta la Pulchra Leonina, haciendo paradas para bailar al ritmo de la música, recitar poemas o contar historias. «Lo que vamos a hacer es traer un calecho a la ciudad y hacerlo itinerante, será muy vistoso», resume Elías Valcárcel.
El objetivo es «recordar y rendir homenaje» a la madreña, un calzado «clásico y básico en las zonas rurales de León y en su día también en la ciudad» que permitió a las gentes de los pueblos afrontar el barro, los charcos, la nieve y el hielo en los duros inviernos de las comarcas leonesas.
«Muchos niños nos criamos con ellas», recuerda con cariño Valcárcel, que fue uno de los que se deslizaba en madreñas -«las precursoras de los patines de hielo»- por los resbaladizos de aquella Babia donde las nieves cubrían las cumbres buena parte del año.
La tradición se cita así en diciembre en la ciudad, recordando en estas fechas que «aquello que llaman la España Vaciada sí existe y no debe ser olvidada».
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