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«A seis grados bajo cero, con niebla y escarcha en lo árboles. Toda la alegría, hasta la del sol, parece que desaparece ante el macabro espectáculo». Así narraba el Diario Proa el dolor que León vivió en la jornada de duelo del 4 de enero de 1944, un día después de un trágico suceso.
La tragedia sacudió a la provincia. Eran las 13:20 horas del 3 de enero cuando el Correo Expreso 421 sufría el mayor accidente de la historia ferroviaria de España. El tren entraba en el túnel 20 de la línea Palencia-La Coruña -kilómetro 223,600- y nunca saldría.
El convoy había partido de Madrid con cinco coches de pasajeros, un furgón y dos de correo. En Palencia se subieron muchos pasajeros procedentes del Norte y pasadas las 7:30 horas llegaba a León, con dos horas de retraso. Aquí se acoplarían tres vagones más llegados de Asturias. También se retiró la locomotora y se sumaron dos nuevas máquinas para afrontar la rampa del Manzanal -una Mastodonte y una Mikado- que serían dirigidas por el maquinista Julio Fernández y el fogonero Federico Pérez. En Astorga, nueva parada de 20 minutos, allí se dio cerraje a los frenos y se aproximaron las zapatas de cada vagón; también se sumaron más viajeros al trayecto. La penúltima parada la hizo en Brañuelas, la estación más alta del recorrido, donde se calcula que a bordo viajaban cerca de un millar de personas.
Tras detenerse en La Granja, donde se uso la marcha contravapor para frenar, una locomotora se puso al rojo vivo y quedó inservible; el resto del descenso del puerto se haría con una máquina. 11 kilómetros a contramarcha y freno de vacío, pero todo fue suficiente para evitar la tragedia.
«De León salieron y aquí no llegaron», recuerda en un reportaje emitido por RTVE uno de los testigos del accidente. El Expreso 421 nunca llegó a Torre del Bierzo, no pudo ni detenerse en Albares. Un tren de maniobras fue atropellado por el convoy de pasajeros en el túnel 22, en Peñacallada, donde cinco vagones quedaron atrapados y el resto salieron despedidos. De frente circulaba una Santa Fe con más de 700 toneladas de carbón, que impactó de frente en el interior del paso subterráneo y confirmó la tragedia.
Tras el rescate de los cuerpos y según fuentes oficiales, el Juzgado de Instrucción de Ponferrada apuntó 55 víctimas mortales y 74 heridos, que fueron trasladados a León y Ponferrada. Otros medios, como el Correo Español, hablaba en su número del 4 de enero de 1944 de 26 víctimas y 61 heridos. E incluso medios leoneses llevaron la información a las páginas interiores de sus rotativos.
Un estudio documental hecho público años después sitúa en 101 los fallecidos y 116 heridos, de los cuales el 60% eran graves y el 40% leves. Sin embargo, existen otro tipo de investigaciones que lleva el número hasta el medio millar, e incluso más, siendo todavía hoy una incógnita la magnitud de este accidente.
En ese mismo año, el 4 de mayo, se fallaba la absolución de los cuatro acusados del suceso, que habían pasado tres meses en prisión.
El Movimiento hizo balance oficial de la tragedia y aseguró que en el túnel 20 habían perdido la vida 84 pasajeros, 64 personas habían resultado heridas y los daños materiales fueron por un valor de 1.350.000 pesetas.
El 4 de enero de 1944, a las 17:00 horas llegaba a la Estación del Norte de León un tren de siete vagones procedentes de Torre del Bierzo. El macabro tren traía a bordo 47 féretros, 36 de color negro para los hombres y 11 de color blanco para las mujeres.
En el andén de la instalación ferroviaria esperaba Antonio Martínez Catanio, gobernador civil; Fernando Álvarez, vicario general de la Diócesis de León; y diferentes autoridades locales que quisieron recibir a los cuerpos.
El funeral conmocionó la capital leonesa. Las cajas desembarcaban de los vagones, muchos de ellos conteniendo miembros de diferentes cuerpos. El pueblo se sumó rápidamente a un cortejo que recorrió el centro de la ciudad.
«Ayer tarde, se verificó en nuestra ciudad el entierro de las víctimas. Todo el pueblo de León, en impresionante manifestación de duelo, se adhirió al fúnebre acto. Los comercios de la ciudad cerraron y todo León se sumó», recoge en sus páginas el diario local Proa.
Los ataúdes recorrieron el centro de León a hombros de soldados y guardias civiles y fueron dirigidos en comitiva de coches fúnebres hasta el cementerio de San Froilán, en Puente Castro. «Duelo popular detrás de este nutrido grupo de representaciones. Marchaba la masa imponente del pueblo que se sumaba al cortejo. El paso de éste lo presencia 'todo León', agrupado en un par de murallas impresionantes de cuerpos», se puede leer en las hemerotecas del día.
Ya al día siguiente, 5 de enero de 1944, el gobernador civil publicó la invitación«a autoridades y público en general» al funeral oficial religioso que acogió la céntrica iglesia de San Marcelo a las 10:30 horas de la mañana.
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José A. González y Álex Sánchez
Clara Alba y José A. González
Juan Cano, Sara I. Belled y Clara Privé
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