La muerte es amarilla como el sabor del pan, escribió Julio Llamazares como refiriéndose hoy a Matías Llorente, él el único político leonés digno de figurar en el románico calendario agrícola de San Isidoro…
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Matías Llorente, hombre duro como el mango de su azada, tenía ... la barba blanca, los ojos hundidos como lentejas y un algo de felino en el rostro: un algo que nos recordaba a don Miguel de Unamuno, pero, a diferencia de Unamuno, él no era un intelectual sino un hombre de campo y para el campo.
Ha muerto en su pueblo y el mío el hombre que puso el sur de León en el mapa y puso el sindicalismo agrario en pie; el que hizo más que nadie por aquí por nuestro coperativismo, por la modernización de nuestros regadíos, por la dignificación del trabajo rural y por colectivización del esfuerzo.
En los tiempos de pujanza de la minería, cuando la gloria económica de Omaña y del Bierzo, Matías Llorente le enseñó a la Diputación Provincial que el sur de León, como Teruel, también existe. Cuando los tiempos de las cacicadas ni femeninas ni feministas de Isabel Carrasco le dijo a la coronela alto y claro y en roman paladino como Gonzalo de Berceo que ella era la bruja del palacio. Y lo hizo así, como antes le había dicho a García Machado que no hay cojo bueno, porque Matías Lorente, igual que todo político que ha cursado más de un máster en perdurar, tenía también verbo ácido y colmillo retorcido algunas veces… ¡Pero era un hombre de ley curtido el mil soles y batallas; un hombre con sentido del paisaje que sabía como nadie que, en esta época del año, nuestro cielo adquiere de tarde tonalidades que recuerdan al trigo, y por eso quizás ha escogido este día para subir al cielo como un ave.
Ya no queda gente como Matías, me dicen en las agradecidas calles de Cabreros del Río sobre este hombre político de los de ordeno y mando, pero que en nuestra zona hoy nos parece, atendiendo a la Teoría de la Evolución de Darwin pero en versión laboral amanuense, algo así como si aquí él fuera el eslabón perdido entre el arado romano y la cosechadora.
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Estamos en sequía y con tierras de secano que por eso este año ya no sembraremos pues no ha llovido como Dios manda en abril. Sin embargo, para la gente como tú que ha tirado como nadie por su pueblo y por su tierra siempre nos quedan lágrimas con las que regar tu huella fértil.
Que la tierra te sea ligera, compadre.
Y que sepas que el vino Prieto Picudo con el que brindamos hoy por ti nos sabe a gratitud.
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