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Lucía se quita su abrigo rojo, quita la capucha al rotulador y rodea con fuerza una fecha especial marcada en el calendario y que se sabe de memoria. El 21 de marzo es el día de Lucía. Nada tiene que ver con su cumpleaños y es compartida por cientos de miles de personas en todo el mundo.
Y es que el 21 de marzo es el Día Mundial del Síndrome de Down. 21, como el cromosoma extra de las personas con esta afección y como el número que luce en un cartel a la entrada del centro Amidown León, la segunda casa de los protagonistas de este día.
Mientras Lucía nos enseña, acompañada de su amigo Víctor Manuel, cada una de las salas de un centro al que acuden 69 personas con este síndrome y donde reciben además de formación profesional básica en el centro formativo, asistencia y apoyo de nueve profesores, una psicóloga y una trabajadora social, nos explica cómo es su día a día.
Porque Lucía, a sus 23 años, compatibiliza el estudio de oposiciones a ayudas de gestión y la preparación para sacarse el carnet de conducir con su trabajo en InterPrint. Unas intensas jornadas en las que Lucía estudia y trabaja «muchísimas horas» con el único objetivo de «mejorar cada día».
El tiempo para el ocio tampoco falta. Como cualquier joven de su edad, Lucía es una apasionada de la música y el baile. «Me encanta toda la música, todos los viernes voy a bailar y los sábados, a clase de piano».
Y mientras Lucía se deja llevar por el sonido de la música, Víctor Manuel, amante del fútbol, de las tardes de bares y haciendo gala de sus dotes sociales, nos explica que, además de acudir al centro de Amidown, ahora se encuentra realizando prácticas en el Albergue San Francisco.
Aunque sus jornadas pasan por aprender cada día nuevas habilidades de limpieza y atención en el albergue, su mayor hobby y que le acompaña desde los once años es el karate, disciplina en la que cuenta con el cinturón negro.
Lucía y Víctor Manuel son solo dos de los protagonistas de un día en el que, además de celebrar, se busca visibilizar. Les pedimos así que lancen un mensaje final a la sociedad de León, a la que piden «respeto porque solo somos personas con discapacidad pero que tenemos los mismos derechos que todos» y, sobre todo, «que nos respetemos entre todos, que estemos alegre, contentos y que tengamos un corazón... grande».
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