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Montse Ramos (I) e Inés Chacartegui (D) en la redacción de leonoticias. Sandra Santos
«Cuanta más libertad y más verdad haya, más abierto tienes el camino para que la persona se vaya en paz»

Inés Chacartegui, psicóloga

Día Mundial de los Cuidados Paliativos
«Cuanta más libertad y más verdad haya, más abierto tienes el camino para que la persona se vaya en paz»

Montse e Inés forman parte del equipo de atención psicosocial que trabaja en el Área de Paliativos del Hospital Monte San Isidro en un proyecto financiando por la Fundación La Caixa

Sábado, 12 de octubre 2024, 09:10

«¿Cuánto tiempo me queda de vida?» es una de las preguntas que mas escuchan Montse e Inés en su trabajo y una de las cuestiones más complicadas a las que se enfrentan día a día porque ni ellas ni nadie tiene la respuesta exacta. Su contestación es clara: «Lo primero que les decimos es que no se lo podemos asegurar porque no somos médicos, pero lo que sí les podemos decir es que el tiempo que sea vamos a estar ahí para que esté lo más cómodo y acompañado posible».

Y es que ese es su trabajo, acompañar a familiares y pacientes del Área de Cuidados Paliativos del Hospital Monte San Isidro en los últimos instantes de su vida. Un trabajo «duro, muy duro», aseguran, pero del que se sienten tremendamente satisfechas. «Cuando llegas a un momento tan importante como es el momento final de alguien y tienes la oportunidad de acompañar es agotador, pero también muy enriquecedor, y puede parecer una paradoja porque es muy doloroso, pero te enriquece porque es una acción muy humana», reconoce Inés Chacartegui, psicóloga que, junto con Montse Ramos, trabajadora social, forman el equipo de Atención Psicosocial del centro. Además, cuentan con otra psicóloga en el Bierzo para dar cobertura a toda la provincia.

Dando apoyo al equipo médico del Sacyl, Montse e Inés trabajan en la Asociación para el Desarrollo de los Cuidados Paliativos y el Tratamiento del Dolor de Castilla y León que bajo el amparo de un proyecto de la Fundación La Caixa, se encargan de acoger a personas que están en cuidados paliativos de carácter oncológico, tanto en el hospital como en sus domicilios.

«Nuestro abordaje es una intervención en crisis, en últimos momentos» asegura Inés, porque su día a día dista mucho de cualquier otro trabajo de una trabajadora social o de una psicóloga. La función de Inés es ofrecer una psicoeducación o una prevención del duelo en una intervención rápida, mientras que la de Montse se trata de dotar de todos aquellos recursos en materia social que puedan necesitar los pacientes cuando reciben el alta, porque insisten ambas que «no todo el que ingresa en el Monte San Isidro en el ala de Paliativos va a fallecer».

Montse e Inés en un congreso en Salamanca.

Inciden en este hecho porque quieren deshacerse del estigma que tiene el Monte San Isidro y con el que muchas veces tienen que lidiar tanto con pacientes como con sus familiares, «una vez que un paciente deriva a Paliativos, los médicos en sí ya no tratan el cáncer, tratan las consecuencias de ese cáncer ya sea una bajada de defensas, un catarro, una gripe o una infección de orina y una vez que se trata les dan de alta. Aunque también hay otras que ingresan y fallecen», asegura Montse.

Actualmente el Área de Paliativos del Hospital Monte San Isidro cuenta con 22 camas dividas en dos alas y un total de 20 pacientes aunque en lo que va de año, por esos pasillos han pasado más de 250 personas. Inés y Montse están integradas dentro del equipo del Sacyl, dando apoyo, «trabajamos en conjunto diariamente con los dos médicos, Manuel y Elvira, y con su equipo. Entonces si existe cualquier tipo de enfrentamiento familiar, algún paciente con mucha ansiedad porque ve que se está acercando su final y no sabe cómo gestionarlo o que la familia no entienda que su familiar se va a ir, dudas, preguntas que surgen durante este proceso pues ahí aparecemos nosotras».

La filosofía con la que trabajan se basa en la terapia desde la dignidad y desde la compasión, «nosotras estamos ahí, nos sentamos, si hay posibilidad de contacto agarramos la mano, abrazamos, estamos ahí aportando una calidez humana que por desgracia hay veces que en Paliativos no se ve y es muy necesaria», asegura Inés.

La psicóloga, natural de Palma de Mallorca, buscó este trabajo y se considera una «kamikaze». La pérdida de sus abuelos le hizo conectar con esa parte dolorosa de la pérdida pero también con la de la calidez humana y asegura que «la gran diferencia de un duelo normal, doloroso pero normal, es la calidez humana de los profesionales que te acompañan en ese momento».

A Montse, en cambio, llamaron a su puerta y no supo decir que no, «yo estaba trabajando en otro terreno totalmente diferente pero cuando se te presenta una oportunidad así no la puedes rechazar tanto personal como profesionalmente».

Día Mundial de los Cuidados Paliativos

Cada segundo sábado de octubre se celebra el Día de los Cuidados Paliativos y en una cultura en la que se intenta evitar el dolor, el sufrimiento o hablar libremente de las últimas voluntades, el trabajo de Inés y Montse cobra mayor importancia. «Lo que más nos puede frustrar a los que trabajamos en Paliativos es encontrarnos con una situación que sabes por dónde va a conducir y que la familia se niega a comunicar al propio enfermo su pronóstico. Tener la oportunidad de elegir saber o no saber, creo que es lo que nos libera al final de poder acogerlo con una actitud con más vehemencia y con tranquilidad. Yo creo que lo que se conoce como 'Pacto de silencio' es lo que a los profesionales más nos puede frustrar», asegura la psicóloga.

Una barrera difícil de superar pero que con las herramientas de las que disponen derriban sin cortapisas, «como trabajadoras de allí conocemos el día a día y sabemos que cuánta más fluidez, más verdad y más libertad haya, más abierto tienes el camino para poder trabajar y para que la persona se vaya en paz», afirma Inés.

Porque el destino último es ese, conseguir que tanto el paciente como sus familiares, en el momento en el que se acerca el final, puedan despedirse y marcharse en paz: «Cuando llega ese momento nosotras estamos ahí, ese arropo a la familia, ese roce, ese coger la mano, esa charla antes de morir… hace mucho», asegura Montse reconociendo que muchas personas les agradecen ese acompañamiento.

La muerte como parte de la vida

«Hay muchísimas historias y cada cuál es diferente y todas te llegan» afirma Montse mientras recuerdan emocionadas uno de los primeros casos que trataron a los pocos meses de llegar a la unidad en 2023. «Era una mujer de 63 años que tenía un cáncer renal con muchas complicaciones y muy doloroso, y ella lo hablaba con sus hermanas con una normalidad pasmosa y se lo dije a Montse, que esto era un regalo» comenta Inés. «Ella sabía que se iba y fueron pasando todas las hermanas acompañándola en ese proceso y se fue despidiendo una a una de ellas», afirma Montse. «En últimas instancias nos dijo que ya estaba preparada para la sedación, que sabía que era irreversible y que estaba tranquila pero su última frase fue mundial porque nos dijo que tenía ganas de irse al otro barrio a ver qué le esperaba. Un regalo tanto para nosotras como para la familia» asegura entre risas Inés.

Y es que así, comenta la psicóloga, el proceso de duelo es mucho más sencillo. Que las familias sufran más o menos va a depender en muchas ocasiones de cómo estén sus familiares, «si tú ves a un familiar tuyo que se te escapa el control del alivio del dolor o del sufrimiento, ellos van a cargar con una angustia porque no pueden solucionar y al final queda una culpabilidad que es muy difícil de tratar después, pero si en cambio tienes un familiar que está bien, está tranquilo, que ha aceptado su propio final con dignidad, eso ayuda mucho».

Pero su trabajo no termina ahí, una vez que el paciente ha fallecido ofrecen una continuidad en los cuidados en la etapa del duelo y para ello están continuamente formándose para poder acompañar a los familiares en una nueva etapa de su vida.

Aportan humanidad a un momento vital muy doloroso. Son esa mano amiga, ese abrazo cariñoso, esa palabra de tranquilidad antes del último suspiro, son esa persona de confianza que te acompaña cuando te sientes más vulnerable, son, en definitiva, esa figura de cuidar al que cuida.

Pero, ¿quién se lleva más, los familiares de ellas o ellas de sus pacientes? La respuesta la tienen clara: «Te llevas una capacidad del valor de cuidar que da sentido a tu vida» sentencia Inés.

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