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22 de octubre de 2007. Sí, leonoticias nació ese día, pero si hubiera que narrar su historia habría que remontarse a unos años antes. Lo que ocurrió en aquella jornada fue, simplemente, la escenificación final de un proceso abierto mucho tiempo atrás.
En realidad leonoticias comenzó a crecer siete años antes, en el 2000. Entonces, aunque para muchos resulte imposible de recordar hoy, el buscador Terra era la gran novedad. Es cierto, poco o nada se sabía en ese momento de internet, si acaso que había un buscador de 'cosas' cuyo nombre era 'Olé' y al que la gente llegaba haciendo «no se qué» en la línea de teléfono y conectándola al ordenador. Terra era como su versión 2.0 en una versión de la competencia.
La gente por entonces estaba mucho más familiarizada con los aparatos de VHS, los limitados canales de televisión, las idas y venidas a los videoclubs, los disquetes del ordenador y las cámaras de carrete.Terra había nacido un año antes del temido y esperado 2000 pero su anonimato era tal que realmente adquirió cierta familiaridad cuando una revista de tirada nacional incluyó dentro de su pack de plástico un pequeño router gratuito.Por entonces, formaba parte de la redacción de La Crónica de León, un periódico local que más tarde terminaría desapareciendo por las tropelías de su propietario y de sus gestores, pero donde había una ilusionante cantera de profesionales comprometidos con el ejercicio periodístico más allá de las cuitas internas que provocaba ser asalariados de un empresario de la construcción.
En la redacción de la sección de Deportes, un descontrolado hervidero de informadores empeñados en hacer dos jornadas en una, la novedad de una de las jornadas llegó de la mano de Roberto Fernández. A él le apasionaba todo lo que fuera tecnológico y todas las estadísticas que humanamente se pudieran realizar. Un mix difícil de cocinar, pero... A escondidas, por temor a la conexión pirata que suponía instalar un router en la redacción, cableó aquel aparato por debajo de las mesas y nos sirvió la conexión a varios equipos.
El resultado fue un mundo nuevo, totalmente desconocido. El ordenador que hasta el momento sólo ofrecía a los redactores el programa Milenium para el tratamiento de textos, era en un segundo plano una puerta abierta a búsquedas que hasta la fecha parecían impensables: allí había blog, foros, televisión, juegos, viajes, vivienda, correo... y noticias. Sí, noticias.Aquella fue la primera ocasión en la que realmente pude intuir, al menos para quienes estábamos al fondo de la redacción, en la 'isla' de las secciones de Deportes (y de Cultura), que había una posibilidad real de contar cosas de un modo diferente al que se estaba haciendo en ese momento.
Fue la primera ocasión en la que, en lo personal, se despertó la sensación de que algo podría estar comenzando a cambiar en el mundo de la información, en el mundo del periodismo.
Tres años más tarde del desembarco de Terra en la redacción de La Crónica de León hubo una segunda semilla para avanzar en el desarrollo de leonoticias. Entonces los periodistas y aquellos llegados a ese mundo como paracaidistas desde todo tipo de actividades ofrecían un estado vocacional fuera de lo común.
En mi caso, y en el de otros muchos, se escenografíaba en jornadas tan interminables como divertidas y en una pasión fuera de lo común, casi descontrolada. De ordinario se trabajaba lo indecible y lo extraordinario era, una vez finalizadas aquellas jornadas, dedicar las vacaciones a algo tan habitual como multiplicar la pasión por el periodismo.Lo que para el común de los mortales era incomprensible, para aquellos apasionados de la información era lo imprescindible. Mis vacaciones durante algunas etapas estaban destinadas en parte a acudir a la redacción de El Mundo, como antes había acudido a la de Diario 16. Óscar Campillo, el director 'in pectore', me había conseguido hacer un hueco en aquella redacción nacional monstruosa, pero lo cierto es que específicamente le había pedido formar parte del equipo de elmundo.es.
Fueron dos años de breves citas veraniegas en Recoletos. Durante el primero, la redacción de elmundo.es apenas era una mesa de billar. El segundo año, solo unos meses más tarde, aquella minúscula redacción digital había colonizado el espacio de otras secciones próximas. Realmente fue ese crecimiento el que dio el penúltimo empujón hacia lo que más tarde sería un periódico digital con sello leonés.
- «Habría que hacer un nuevo periódico en León, pero digital».
Aquella frase fue un simple comentario a altas horas de la madrugada a un empresario leonés, Ignacio Tejera. El periodismo y la noche tenían entonces una especie de comunión casi indescifrable que permitía convertir en asuntos capitales de la madrugada cuestiones diurnas o reflexiones que podrían parecer imposibles en cualquier otro instante.
En las redacciones de entonces el día y la noche se entremezclaban con un vértigo extraordinario. Aquellas palabras, aquellas diez palabras, llegaron dos años antes del nacimiento del periódico. leonoticias, como tal, si acaso era una idea perdida entre la música de la madrugada y las conversaciones a grito pelado.
Por entonces seguía trabajando en la sección de deportes de La Crónica y, como respuesta a aquella inquietud por el mundo digital, en un segundo plano, absolutamente anónimo, alimentaba un confidencial local que ofrecía información privilegiada: 'La Hora Leonesa'.El nombre no era uno más. Hacía referencia a un desaparecido periódico local y contaba todo aquello que la prensa local, entonces encorsetada por dos empresarios absolutamente rivales, no podía, no se atrevía o no le estaba permitido contar. De aquella 'hora', alimentada por noticias cazadas fuera del horario laboral en ambientes en no pocas ocasiones turbios y de los submundos de la ciudad, nacieron exclusivas que en no pocas ocasiones replicaban los periódicos de papel.Incluso hubo un redactor que se atrevió a colar en su información un apunte que por entonces parecía imposible: «...según adelantó 'La hora leonesa'». La conclusión de aquella frase, perdida en el párrafo final de una información en papel nos hizo subir el último peldaño en el mundo digital: efectivamente había que crear un periódico digital en León, por mucho que no hubiera ni cultura para este tipo de prensa ni creencia en la misma. Pero si algo había, y esa era la conclusión, era futuro.
Y de nuevo, en ese punto (2006) confluyeron todos los astros para convertir en realidad un imposible. Por un lado estaba Marcial Manzano. Él había sido presidente de Caja España, presidente del Baloncesto León y contaba no solo con una de las gestorías más notables de la ciudad, sino con una ascendencia personal que estaba muy por encima de los mundos políticos y sociales de la ciudad.
Marcial Manzando era un confidente excepcional, si por confidente se entiende a una persona de confianza que comparte y participa de las inquietudes personales de un tercero. Él, con sus años, estaba absolutamente convencido de la viabilidad de un proyecto digital, de la necesidad del mismo en el atomizado mundo de la prensa local y de la existencia de una 'brecha' de negocio que permitiría abrirse un hueco entre dos periódicos entonces abiertamente enfrentados y condicionados, el Diario de León y la vieja Crónica de León.
Marcial siempre fue una inspiración y un paño de lágrimas porque la vida y el futuro de leonoticias, en más de una ocasión, estuvo en sus manos, siempre discretas, siempre prudentes, siempre sabias.El segundo personaje clave para el nacimiento de leonoticias era Ignacio Tejera. Él, que había sido capaz de unir a los empresarios leoneses en un conglomerado tremendo (Agelco) era cómplice de la noche y convencido de la necesaria diversificación de su grupo empresarial. Y así Agelco fue creando empresas asociadas, los 'elcos'. Nació Construelco, Instaelco... y un largo ramillete de empresas que terminaron derivando en Comunielco, la empresa de comunicación del grupo Agelco.
Tejera tenía una fe ciega en el proyecto e incluso una fe extraordinariamente ciega en mi liderazgo al frente de una aventura apasionante, porque apasionante es aquello que nadie ha decidido acometer en un escenario concreto. Nunca comprendí ese convencimiento personal o quizá solo lo comprendí cuando las tormentas amenazaban con llevar el proyecto a la zozobra. El último personaje clave en ese tridente tan singular era, fue, Óscar Campillo. Campillo había sido mi director en La Crónica, el tipo que me metió el periodismo en la vena y que instaló en esos principios aspectos absolutamente incorruptibles. Con todo preparado para lanzarse al precipio él, por entonces ya director del diario deportivo Marca, tuvo una de esas frases imposibles de olvidar.
- «Lánzate al precipicio. Y si no hay red, tranquilo, que allí estaré yo».
Hay momentos en los que merece la pensa cerrar los ojos y sentir la sensación del vacío. Efectivamente, aquel era el momento.Durante unos meses compatibilicé La Crónica con gestiones aisladas para Comunielco: reuniones en Madrid, citas de proyecto, trabajos con desarrolladores, propuestas de equipos, planificación, futura sede del periódico.
Hubo un momento en el que los azulejos de la cocina de mi piso eran un perfecto esquema de lo que sería leonoticias. Allí estaban escritos, con rotulador, desde los posibles nombres para el diario hasta el esqueleto digital, las conexiones entre secciones, las propuestas de usos. Los scrip llegaban del suelo al techo y hubo un momento en el que los códigos amenazaron con llegar a la terraza.
Se hizo tanto trabajo en tan poco tiempo que aquello parecía milagroso. Para cuando abandoné La Crónica todo, o casi todo, estaba tan adaptado que con seguridad se habían batido todos los registros que cualquier consultor se hubiera puesto sobre la mesa.
- «Leo(n)oticias será el nombre», le comenté a Marcial Manzano y Nacho Tejera.
Ambos aprobaron el nombre al mismo tiempo que abrían la puerta para trabajar con plena libertad. El nuevo periódico sería eso, un periódico, ajeno a contaminaciones, con sus propios filtros para evitar caer en los mismos 'delitos' que arrollaban al Diario o la Crónica, con el periodismo por bandera.
En paralelo, Carlos García había abandonado la Cope para crear en Comunielco una emisora de radio (Radio Marca). Ambos parecían un buen 'mix' en el seno de una empresa dispuesta a experimentar en el mundo de la comunicación.El éxito en la programación del lanzamiento de leonoticias tuvo mucho que ver con la circunstancia puramente casual de localizar una consultoría (Solnet) que tenía en sus archivos un periódico prácticamente desarrollado. La propuesta que tenía Solnet era ganadora desde el primer momento, pese a lo cual se barajaron otro par de opciones (una de ellas una consultora económica, por incomprensible que pudiera parecer). Solnet, fue la elegida, aunque más tarde derivaría el proyecto a C2C Soluciones un proveedor que se sumó a la lucha diaria con una ilusión no exenta de apuesta personal.
Cuando entregué la carta para abandonar La Crónica, Comunielco ya era una sólida realidad y a la iniciativa solo le faltaba, entre otras muchas cosas, un pequeño elemento: periodistas. Podría parecer un olvido letal pero en realidad no era así. leonoticias, el primer periódico digital de León, nacía con un reducido grupo de profesionales. Al fin y al cabo era una experiencia loca a la que pocos se atreverían y había que reducir el riesgo a la mínima expresión.
Nunca hubo dudas en ese aspecto: Luis V. Huerga y Noemí Sabugal eran los elegidos desde hacía meses. El primero, aún estudiante de periodismo, era lo suficientemente loco como para poderse meter en una aventura así. Le apasionaba el periodismo y le gustaba tanto que solo él podía trabajar durante 30 horas diarias sin preguntar. Contratarle no fue sencillo, pero era un acierto seguro.
Al otro lado estaba Noemí Sabugal, un ángel del periodismo, una profesional tan íntegra, tan entregada a los cimientos de la profesión y tan cuerda, que jamás habría aceptado fichar por un periódico como leonoticias si no fuera por un pequeño detalle: le ofrecimos libertad para trabajar, sin límites y sin condicionantes, con las únicas fronteras que ella y la profesión quisieran poner a la hora de dejar sus manos sobre el teclado. Ni siquiera preguntó por el sueldo. 'Meritxel' acudió como perfecto complemento a un grupo de locos realmente magnífico, aunque a ella le tocaba la parte gráfica.
- «Somos cuatro pelagatos para competir con dos periódicos que tienen redacciones de cincuenta personas. Seguro que no lo hacemos tan mal», a menudo bromeaba 'Luisillo'. Noemí siempre fue mucho más pausada.
- «Nosotros, a lo nuestro», reflexionaba.
Aquel grupo de inconscientes valientes comenzó una maravillosa aventura que aún hoy, es realidad. Desde aquel punto hasta hoy se suman todo tipo de situaciones, hasta las más extravagantes, pero el proyecto sigue vivo y sigue íntegro. No es poco, pese al enorme sacrificio que la aventura ha supuesto.Finalmente leonoticias, amasado desde el anonimato, fue 'colgado' en la red el 22 de octubre de 2007. La recompensa de aquella jornada fueron 700 visitas (lectores muchos menos), un número ínfimo pero acorde a lo esperado. Recuerdo las palabras de aquel primer día.
- «Es nuestro primer paso. Busquemos cada día un nuevo lector. Solo uno, y el resto vendrá rodado».Hubo tanta felicidad en aquel momento, se respiraba tanta libertad en la redacción que leonoticias, sin pretenderlo, realmente se había convertido en un oasis de la información.
Pero cometimos errores, algunos capitales, y la fortuna solo estuvo a medias de nuestro lado. Los primeros meses del periódico fueron fantásticos. Tanto, que nuestra mayor preocupación era el ser cuestionados por nuestros propios compañeros de profesión. Nadie entendía que los redactores hicieran también las fotos, aquello (hoy normal) era algo insólito, y desde luego se entendía mucho menos que fuéramos a las ruedas de prensa con pequeños ordenadores portátiles para agilizar su publicación.
- «No entiendo por qué trabajáis tanto», recuerdo que nos decían.Hubo ruedas de prensa realmente incómodas, en las que los fotógrafos golpeaban con los codos a los redactores del periódico por entender que estaban usurpando un espacio profesional que no les correspondía. Hubo muchas anécdotas, entre ellas decir a los gabinetes de prensa oficiales que no se diera información a leonoticias porque «no son un periódico», hubo algún atropello incluso, pero que se daba por bueno si lo que se conseguía al final del día era sumar nuevos lectores. Y eso era siempre así.
Las presiones a pie de calle no eran menores a las que por entonces debieron sentir los empresarios que acometieron la aventura.
- «Ni se os ocurra querer hacernos la competencia», le llegaron a decir a uno de ellos.
- «Si esto es una declaración de guerra la vamos a tener», también se llegó a comentar.
Marcial Manzano, siempre cauto, siempre complaciente.
- «Nosotros solo somos un corcho flotando en el mar», respondía.
De algún modo todo aquello lo único que provocaba era la sensación de que las cosas se estaban haciendo lo suficientemente bien como para creer que el establishment periodístico se preocupaba por una aventura tan aparentemente insignificante. Tres redactores frente a 50. ¡Vaya disparate!. La aventura de leonoticias fue serena durante muy poco tiempo. Apenas año y medio. El diario nació en un marco envidiable para su desarrollo salvo por dos mínimos contratiempos: estábamos en manos de un grupo de empresarios de la construcción (y la construcción se dinamitó por completo año y medio después del primer aniversario) y cometimos un error estratégico impersonable: el periódico no tenía estrategia comercial alguna y su supervivencia dependía de las 'colectas' entre los 'ecos' del grupo (publicidad hermana, por así decirlo).
Dos errores que dejaron a leonoticias metido en un mar en tormenta permanente por la situación económica general y dejaba al periódico sin margen de maniobra.
Fue entonces cuando el empresario Ignacio Tejera asumió en primera persona el proyecto, al que desligó de Agelco y al que sostuvo con no poco desgaste económico durante los siguientes años. Cada ejercicio leonoticias perdía unos 100.000 euros que las empresas de Ignacio Tejera asumían con no poca resignación.
Hay quien cree que su sacrificio condicionaba el periódico pero habrá que reconocer que no son muchos los empresarios capaces de asumir con entereza un desgaste tan impresionante. Él nunca influyó en los contenidos del diario e incluso asumió con resignación que su periódico le cuestionara en varios conflictos laborales. Fueron tiempos duros para todos, que siempre asumió con una generosidad extraordinaria. No es fácil saber que eres el dueño de un periódico que te cuestiona, pero así fue.- «Todo sea por salvar el periódico», decía. Y durante tres ejercicios más mantuvo ese pequeño corcho periodístico flotando sobre un mar en tormenta y eso que las presiones llegaron a multiplicarse hasta el infinito cuando leonoticias se convertía en el único periódico al que Isabel Carrasco no logró doblegar.Recuerdo, con especial tensión, una reunión 'a tres' mantenida con Carrasco en la Cafetería Boulevard.
- «Voy a acabar con vosotros», nos gritó.
Tejera, me hizo una señal desde su butaca y nos fuimos de aquella especie de reservado.Meses más tarde me repitió las mismas palabras. Leonoticias siguió su camino, sin ataduras, hasta que la economía y el 'fondo de resistencia' del empresario no daba más de sí.El periódico había cumplido cinco años de vida, había surcado en no pocas ocasiones el desierto, pero no tenía más argumentos económicos para mantenerse vivo.
- «Hasta aquí hemos llegado amigo», comentó Ignacio Tejera. Y nos dimos un penúltimo abrazo.Había sido tan fantástico lo vivido, y tan duro, que no había lugar para el arrepentimiento, ni para los reproches. «Cuando un hombre ve su fin quiere saber qué había algún propósito en su vida», recordamos. Las frases de Gladiator siempre fueron socorridas.
Se hicieron esfuerzos por salvar el periódico de la desaparición. Hubo empresarios que nos invitaron a lanzar otro proyecto «desde Valladolid» y otros muchos que simplemente rechazaron invertir porque «Carrasco no me lo perdonaría». Fueron días en los que Marcial Manzano, sereno, prudente, siempre cauto, me citó en varias ocasiones para analizar la situación.
Fueron encuentros cargados de desesperación hasta concluir que debería reunirme con Yolanda Barrientos, empresaria a la que él profesaba estima y que mantenía viva una revista mensual, ECO. «Si se atreve y la enseñas qué es el periodismo todo irá bien», comentó.
Yolanda Barrientos fue algo así como un milagro en la antesala del último aliento. Sólo hubo dos reuniones. En la primera pidió los números de la empresa y en la segunda asumió el reto de sumarse a una aventura en el desconocido mundo de las empresas periodísticas.Marcial Manzano me regaló media docena de buenos consejos sobre aquel matrimonio empresarial. Siempre los ofreció en positivo y aún hoy siguen estando presentes.
Coincidencias de la vida, el mismo del 'sí' de Yolanda Barrientos habíamos organizado un funeral como leonoticias se merecía: todos los trabajadores y colaboradores quedamos para cenar en un restaurante en el centro de León y, en cada plato, situamos una esquela del periódico rememorando su trayectoria hasta ese instante. Habían sido cinco años maravillosos y la despedida se lo merecía.
Con la extrema unción en la mesa, el periódico de cuerpo presente y el primer plato a punto de servirse hubo una aparición casi de película.
- «Creo que tenemos una oportunidad», se escuchó a la entrada al comedor.
David Aláiz, que había comenzado en Radio Marca, siempre recuerda aquel momento con una sonrisa.
- «¿Pero qué pasa aquí?», preguntó con sorpresa.
Aquella cena, programada para leer las últimas voluntades y despedir al finado se convirtió repentinamente en un debate sobre las posibilidades reales de mantener con vida más que un periódico, una ilusión.
Era 2012 y Yolanda Barrientos nos enseñó lo duro que es afrontar un plan de ajuste, lo difícil que es combinar el periodismo y la economía y las dificultades personales que exigía asumir un proyecto de ese calado. Si alguien sabe lo que es sufrir presiones externas, es ella.El matrimonio, con sus cosas (como todos los matrimonios), se mantuvo firme ante la adversidad y eso propició que el cuerpo del periódico regresara del coche fúnebre a la UCI, que después pasara a planta y que recibiera el alta un año después. En poco más de 15 meses leonoticias pasó de perder cien mil euros anuales a ganar mil euros (una pedrea).
La buena evolución del diario en aspectos informativos y empresariales provocó que el grupo Vocento se interesara por el know how del diario hasta que, finalmente, el 5 de junio de 2014 y menos de dos años después de la incorporación de la nueva gerente, el grupo editorial firmara -a través de El Norte de Castilla- un acuerdo con Leonoticias.
Desde entonces, la unión de ambos profesionales de la comunicación ha sido imparable. Hoy leonoticias es líder en información digital en la provincia de León, ha llegado a superar a periódicos centenario y se presenta como una referencia en la información local. En la actualidad el diario cuenta con una plantilla de 20 trabajadores y ofrece a sus lectores una amplia oferta editorial en diferentes soportes.
Su historia, y eso es lo más importante, se sigue escribiendo cada día.
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