El leonesismo irrumpe en el 23-A y obliga a suspender los actos de la Junta

Minutos antes de la una de la tarde, los primeros manifestantes empezaron a asomarse a la plaza de San Marcos. El leonesismo veía como «una provocación» la celebración del gobierno autonómico y llegaron con silbatos.

En el escenario tomaba el micrófono el trovador Crispín d'Olot, mientras una decena de niños disfrutaba de la ludoteca instalada junto al escenario. Advertía el cantautor que «sabía lo que estaba pasando», pero uno de los participantes en la protesta se acercó hacia él con una bandera de León que empezó a ondear. En ese momento, el artista puso fin a su actuación que había estado acompañada de pitidos y gritos de «fuera, fuera» por parte del sector leonesista.

En ese momento, unas 200 personas acompañaban la fiesta de la Junta, pero se vieron sorprendidos por las decenas de manifestantes que iban apareciendo con banderas y protestando contra la celebración.

Poco a poco, los colectivos leonesistas fueron tomando la plaza y acercándose a un escenario en el que ya no había nadie. Plantaron pegatinas contra la comunidad autónoma en uno de los faldones y empezaron a entonar proclamas autonomistas, mientras que algunos de los que aguantaban su presencia les invitaban a marcharse.

Las decenas se tornaron en casi medio millar de leoneses que intentaban asaltar el escenario y retirar la lona en el que se recordaba que León era el escenario de la fiesta de Castilla y León. No lograron subir a la plataforma, pero sí arriar la bandera cuartelada e izar la de León.

La presencia policial se intensificó y se acordonó el escenario. Hubo momentos de tensión con acusaciones cruzadas entre manifestantes y agentes que, sin embargo, lograron mantener la calma y que la situación no pasará de las palabras.

Con insistencia, los leonesistas reclamaron su autonomía, gritaron en contra de su unión con Castilla y se acordaron de Valladolid. También hubo tiempo de escuchar estrofas del Himno a León. Pero lo más repetido fue su intención de «retirar o quemar» la lona.

Tras casi una hora de asedio al escenario, el público se fue retirando. Para aquel entonces, los hinchables de la ludoteca se habían desmontado y los técnicos de sonido habían retirado los equipos. La fiesta organizada por la Junta de Castilla y León se había suspendido tras la irrupción de estos grupos leonesistas, con la gran mayoría de ellos manteniendo una posición pacífica y resistencia pasiva ante el escenario.

El primer identificado fue un joven que repartía pegatinas contra Castilla y León; tras él fueron algunos más por negarse a abandonar la plaza.

Minutos antes de las tres de la tarde, la Policía Nacional logró desalojar San Marcos y la plaza quedó vacía y sin fiesta tras la interrupción espontánea del leonesismo que obligó a suspender la celebración del Día de Castilla y León.