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Fue un jueves, día laborable, pero que nadie olvidará nunca. Pegados al televisor o a la radio, por aquel entonces el acceso a internet no estaba tan expandido, pero todos guardan un recuerdo imborrable del día que cambió al país y la forma de ver la vida.
Este 11 de marzo se cumplen 20 años del peor atentado terrorista de la historia de España en el que casi 200 personas fallecían y más de un millar resultaron heridas al explotar de forma simultánea varias bombas en los trenes de Cercanías de Madrid.
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Rubén Fariñas
Un episodio terrible que los leoneses aún recuerdan y que vivieron como si la tragedia hubiera ocurrido en sus propias carnes.
No recuerda dónde estaba, pero sí que fue una tragedia para el país. «Fue un atentado contra el país entero», sentencia. En su memoria quedan las protestas de la gente «contra el gobierno», a quien culpaban del ataque.
Ese fue un día «muy triste, horrible», en el que se le vino a la memoria el atentado en Estados Unidos contra las torres gemelas. «Dije: ahora nos atacan a nosotros. Fue muy triste».
Estas dos hermanas también hacen memoria de aquel 11-M. Ana estaba en casa cuando oyó la noticia que no se quería creer. «Cuando me di cuenta de que era una realidad, me pareció horrible». Por ello sintió «indefensión» al pensar que le podía ocurrir a cualquiera.
Por su parte, Conchi estaba trabajando y una compañera le avisó de lo que estaba ocurriendo. «Nos fuimos a la tele y parecía una película; nos preguntábamos si era real». Para ella fue una sensación «horrible», tras lo ocurrido en Nueva York. «Como lo ves tan lejos, no parece que te vaya a tocar a ti».
Esta mujer estaba trabajando y no disponía de medios de información, por lo que su sorpresa fue aún mayor. «Fue un shock cuando la gente me decía que si no me había enterado».
Fue una sensación «traumática» para Ana Victoria, que se considera «muy sentida». Su primer impulso fue de «solidaridad» con los afectados y de «impotencia» por no poder hacer nada ante la barbarie.
Ella estaba trabajando y se enteró de todo por la tele. «Me sentí muy mal, muy mal. Desde el principio decían que era ETA, pero yo no me lo creía», sentencia.
Begoña tenía familia viviendo en Madrid, al norte, y los atentados fueron cerca de Alcalá, pero lo primero que hizo fue ponerse en contacto con ellos. «Fue horroroso. Les llamé y solo se oían ambulancias. Esos días los pasé fatal».
La noticia le llegó muy temprano, aún no había ido a trabajar y tenía puesta la televisión en casa. Recuerda cómo se achacó todo a la guerra de Irak. «Todo venía por ahí, por habernos metido en la guerra de la que todos estábamos en contra». Además, confiesa que no esperaba que una cosa como esta pudiera ocurrir en España.
Él estaba en la oficina trabajando y se quedó «en shock». Su mayor recuerdo fue la manifestación de repulsa que hubo y a la que acudió con sus dos hijas pequeñas. «La enganchamos en un lado del puente de los Leones y a las tres horas, que era el margen que teníamos para dar los biberones, no habíamos llegado a la mitad del puente».
En su memoria queda «el silencio, el dolor de la gente» ante una noticia que impactó a todos. «El españolito de a pie sintió dolor, no queríamos culpar a nadie, no sabíamos por qué había ocurrido». Ese «dolor e impotencia» de sentir que tienes una vida y mientras viajas enfadado en el metro te la quitan, expone.
Recuerda que estaba amaneciendo y se estaban preparando para ir a pasar una jornada esquiando. «Salió en la tele la explosión de unos trenes», explica, y que en un primer momento se habló de pocas víctimas «aunque las imágenes eran bestiales».
Ella y su familia se quedaron «completamente en shock» y con mucha «incertidumbre y pena» por las personas accidentadas. Además, tenían familia en Madrid y fue un día «horrible y triste». Sus familiares estuvieron bien, pero con el desconcierto por todo lo que había ocurrido y «el tema político» de fondo.
Se encontraba en Madrid el día de los atentados. A pesar de ello, no se enteró «de nada» hasta que vio las noticias, ya que estaba «en el lugar opuesto», el barrio del Pilar, con respecto a la localización de los trenes.
Su sensación fue de «preocupación», al trabajar él también en un servicio público como Correos. «Fue impactante. Fueron lo menos tres trenes y espero que no vuelva a pasar», explica. El contexto también fue duro de asimilar para Roberto porque «teníamos nuestro terrorismo -ETA- y vinieron de fuera a hacer esto».
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Clara Alba, Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Javier Martínez y Leticia Aróstegui
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