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Apenas se conocen detalles sobre lo sucedido y sí unas tibias pinceladas sobre la vida de Sara, la joven de 35 años, leonesa, ingeniera de profesión y habitual de Asturias, que este miércoles decidió quitarse la vida de forma asistida en un céntrico ... hotel de Oviedo.
Nunca perdió su claridad vital pero desde que el ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) había entrado en su vía ella tenía claro que elegiría su propio fin, el momento y el lugar.
La enfermedad neurodegenerativa fue mermando su vida y quizá sus ilusiones, tanto, que terminó activando los mecanismos que conocía perfectamente al pertenecer a la Asociación Derecho a Morir Dignamente.
En ella había encontrado el arropo necesario para poder dominar su vida más allá de la propia enfermedad o de posibles acontecimientos externos.
Y así, día a día, mientras su cuerpo se consumía, fue dando forma a un desenlace seguramente muy meditado y donde no quiso dejar el más mínimo detalle al azar.
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Según relata el diario El Comercio reservó una suite de lujo en uno de los mejores establecimientos hoteleros de la ciudad, acudió junto a dos de sus amigos para que la acompañasen en sus últimos momentos y, finalmente, ingirió un bote de barbitúricos, lo que le causó la muerte.
Pero antes de todo ello grabó un vídeo y dejó una carta escrita para eximirles y manifestar su deseo de morir en estas circunstancias, tal y como relata el mismo diario.
Su sufrimiento era tan grande que no pudo esperar a la aplicación de la Ley de Eutanasia, según dejó escrito.
En el hotel en el que sucedió todo nadie da crédito. Aseguran que fue ella misma quien reservó la habitación y que incluso subió por su propio pie a la habitación, aunque con ayuda.
El desenlace tuvo lugar a las cinco de la madrugada del miércoles varias horas después de haber consumido el cocktail pastillas preparado para ese momento.
Fue su acompañante, de unos 70 años, quien avisó a los servicios de Emergencias alertando de lo sucedido. Cuando llegaron localizaron un bote de medicamentos utilizados para la interrupción voluntaria de la vida, un sobre y una tarjeta de vídeo con imágenes de los momentos anteriores.
Según recuerda El Comercio lo dejó «todo grabado para reivindicar su caso ante la sociedad y la justicia, supuestamente, y para demostrar que sus acompañantes no habían tenido nada que ver con su muerte«.
La Policía, también presente en el lugar, tomó declaración al hombre presente en el lugar y a una tercera persona que se encontraba en el lugar, quienes pormenorizaron la situación. Finalmente fueron identificados y a la espera de diligencias. Al lugar también habrían llegado para esa hora otros amigos de la fallecida. Mientras funcionarios de la brigada de la Policía Científica terminaban de recabar todas las pistas en la habitación.
El caso de Sara abre ahora el debate sobre la necesidad de la aplicación inmediata de la Ley de Eutanasia a la que la fallecida, como ella misma relató, no pudo esperar.
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