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La leonesa Blanca Santos Latasa es una 'crack'. Así, como suena. Desde hace unos días esta joven de 24 años, tímida y risueña, puede presumir de ser la número 7 entre los 12.600 MIR (Médico Interno Residente) de toda España. Un orgullo y el colofón a una carrera brillante como estudiante de Medicina.
A Blanca siempre le apasionó la sanidad, tanto que nunca quiso ser otra cosa que no fuera médico. Y si la idea era firme los resultados fueron los mejores posibles. Seis años de intenso estudio en la Facultad de Medicina de Valladolid, seis años de empeño y de ilusión, con prácticas en dos centros asistenciales y un resultado final admirable: 9,3 de nota media.
Reconoce que la carrera no es un camino de rosas, pero sí un proceso sumamente ilusionante. «Al principio se hace muy duro. Además nos pillaron los años de pandemia, tuvimos que cambiar el sistema de estudio... pero ha merecido mucho la pena», asegura.
En las rotaciones de prácticas Blanca Santos tuvo claro que su destino era ser 'Derma' (Dermatología). «Había rotado en Valladolid por diferentes áreas, también me gustaba Pediatría y Oncología, pero al final me decidí por Dermatología que tenía un poco de las dos», añade.
Y tras la carrera, su exitoso MIR. Fueron 17 meses de preparación en la academia MIR Asturias, diez de ellos compatibles con sus estudios y los últimos siete intensivos. «Cada sábado hacíamos un simulacro así que cuando llegamos al examen la sensación era de que la experiencia ya la habíamos vivido», remarca.
«Cuando acabamos el examen la sensación personal, como la de mis amigos, era un tanto rara. Hay que tener presente que el MIR es un temario abierto y te pueden preguntar de cualquier cosa. Realmente no sabía cómo me había salido», comenta.
Pero el resultado no pudo ser mejor, Blanca tuvo un examen con 172 aciertos sobre las 200 preguntas que se planteaban. Patricia Andrés, la número 1 del MIR solo tuvo 11 aciertos más que ella, y curiosamente también optará por la Dermatología.
Y ahora el futuro. Blanca Santos se irá a Madrid. Aún no sabe, el Ramón y Cajal, el Gregorio Marañón o La Paz serán su destino final pese a la admiración que profesa al servicio de Dermatología del Hospital de León («Son magníficos», asegura). Le esperan cuatro años intensos antes de entrar de lleno al mercado laboral.
«Nos preocupa bastante la situación de la sanidad. Lo que tienen que hacer es mejorar los contratos y la situación laboral», concluye mientras disfruta de unos muy merecidos días de descanso en su tierra, en León.
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