Sandra Santos

El leonés al que «hay que tocar las narices»

La Romería de San Froilán se llena de costumbres y tradición en la que no fantó la compra de avellanas, conocidas como perdones, o los deseos al santo tras tocarle «tres veces la nariz»

Sábado, 5 de octubre 2024, 15:01

Y no hay San Froilán sin cumplir las tradiciones. La más seguida por los devotos es frotar tres veces la nariz al patrono de la Diócesis de León, seguida del beso al manto de La Virgen y todo ello acompañado de la compra de perdones, como se conocen en la provincia a las avellanas.

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Este año una cola de cientos de leoneses ha esperado junto a la basílica con el objetivo de pedirle al santo un deseo. «Pues siempre se le pide algún deseo para una enfermedad, yo pido salud para todo el año», explica Angelines, desvelando sus anhelos.

Para alguno ha sido su primera vez, como es el caso de David, quien vino animado por su mujer «para expiar mis pecados» aunque la mayoría han repetido con esta tradición que, por mucho que pasen los años no se quieren perder «nosotras venimos todos los años», cuentan dos señoras agarradas del brazo.

Tras pedir el deseo al santo, los devotos han ido pasando para besar el manto de La Virgen, otra de las tradiciones del día. Muchos aprovecharon también para reforzar sus deseos, aunque otras como Marisa prefirieron solamente agradecer a la Virgen que se hubiera cumplido su deseo del pasado año.

Los perdones

Y como cada año, los puestos de avellanas estaban por doquier. Conocidas como perdones, son uno de los símbolos del día y nadie se ha querido ir sin probarlas. «No me puedo quejar, pero el mayor ajetreo llega después de la misa», afirmaba Toñi, una de las vendedoras, quien animaba a los visitantes a hacerse con una de las bolsas «a 11 euros el kilo».

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Varias son las leyendas que cuentan cómo las avellanas han acabado llamándose perdones. La más llamativa y la que cuenta la vendedora, es que, tras una larga noche de fiesta, los jóvenes llegaban de madrugada a sus hogares con una bolsa de avellanas para que las novias o mujeres les perdonasen, aunque como cuenta Pablo, otro de los asistentes a la romería, se trataban de regalos que hacían a a los labradores por hacerles trabajar tantas horas durante las fiestas.

Independientemente de la leyenda, San Froilán ha vuelto para llenar de tradición este día en el que cada año son más los visitantes dispuestos a que la tradición no se pierda.

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