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A uno de cada 15.000 recién nacidos se les diagnostica el cáncer de ojos, una enfermedad que puede llegar a originar pérdida parcial o completa de la visión. A la joven leonesa Iria, de 3 años, la detectaron un tumor en el ojo derecho con 13 meses, aunque «con ocho o nueve meses ya la vi una especie de reflejo blanco en los ojos pero no tenía mucha idea de lo que se trataba y además los médicos no detectaron en un primer momento el problema», explica Susana Vejo, la madre de la niña. «Eso fue en verano, pero unos meses después, en fechas de Navidades, empecé a ver que Iria tenía estrabismo en un ojo», añade.
Debido al contexto de pandemia, la atención en León se retrasó mucho y les citaban para varios meses después. Entonces, «decidí pagar una consulta privada en la clínica Los Vega en Oviedo (Asturias) donde la detectaron el cáncer. Desde allí nos derivaron al Hospital La Paz de Madrid dado que tenía familia allí. Desde el Hospital de León en todo momento se preocuparon por el caso de Iria, un caso que llevaban 15 años sin ver», asegura Vejo.
Una vez en La Paz de Madrid, estando en la sala del quirófano, «nos dieron la noticia que Iria no solo tenía tumor en el ojo derecho, en el que ya le había atravesado la retina dejándola ciega, sino también en el izquierdo, aunque en menor medida y del que los médicos creen que puede ver 100% después de haber tenido que pasar un período de recuperación». Desde la operación hay un seguimiento continuado y de tratamiento de oncología a Iria y cada tres meses tiene que acudir a Madrid a revisiones periódicas.
Además, como consecuencia de la presencia de un gen que ha mutado, «los especialista me han dicho que a lo largo de su vida Iria tiene un 40% más de posibilidades de sufrir otro tipo de tumores», asegura.
Cuando sus padres recibieron la noticia de la enfermedad de su hija fue un momento «muy duro». «Se me paró la vida pues al tratarse de un cáncer en la cabeza pensé que iba a morirse. Incluso, llegué a tener sentimiento de rechazo hacia la niña», reconoce emocionada Susana Vejo. Fue en ese momento cuando entró en la Asociación Española de Ribanostoma (AER), donde «hablar con las madres de otros niños con este tipo de enfermedad me ayudó a irlo superándolo poco a poco pues muchas de esas madres me decían que era normal y que ellas también habían tenido esa sensación de cierto rechazo».
Pese a todas las dificultades que la vida está poniéndole a la joven Iria, ella siempre tiene una sonrisa y hace una vida normal como el resto de niños, afirma Vejo. Este año ha empezado primero de infantil en el Colegio Los Jesuitas y «aunque aún es pronto para saber si necesitará una atención educativa específica, Vejo señala que otros niños en la misma situación que su hija no la han necesitado».
«Cuando Iria empezó el colegio se caía mucho pues al tener la mitad del campo visual tiende a girar el cuerpo y entonces se tropezaba con sus propias piernas. Además ella siempre se sienta con las piernas en W y esa postura hay que corregirla», admite Vejo. De esta forma, Iria asiste dos veces a la semana a clases de rehabilitación donde hace ejercicios para que tenga más movilidad y no se la tuerza el cuerpo, para lo que Susana destina 85 euros al mes. En este sentido, reclama que esa rehabilitación se la tendrían que dar en Atención Temprana de León como sí reciben otros niños en otras ciudades de España.
A partir del caso de su hija Iria, Susana Vejo confía en que se produzcan avances para que «la atención sea más rápida». De momento ya se ha conseguido un paso importante pues «ahora a todos los recién nacidos se les hace una ecografía en los ojos».
Con el fin de recaudar fondos para la Asociación Española de Retinoblastoma y hacer más fácil la vida de niños como la pequeña Iria, el 6 de mayo se organizó un mercadillo con juguetes donados por la ciudadanía y un torneo de baloncesto 3x3 en los que la solidaridad fue la protagonista. «Había visto que ya se había organizado en otros lugares así que se lo propuse a Elisa, la tutora de Iria en el colegio, y a Jairo, amigo mío de Caja Rural, que enseguida se pusieron a organizar las actividades», afirma Susana Vejo.
La jornada resultó de gran éxito con más de 200 euros recaudados con el mercadillo solidario y en torno a 180 euros con el torneo de baloncesto. Además se puso en marcha un número de Bizum para todo el mundo que quisiera colaborar.
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