León responde al reclamo de los tractores y dona juguetes para Valencia: «Ha venido bastante gente»

La mañana de este 22 de diciembre en la explanada de la Junta ha tenido un puñado de vehículos un tanto inusual en el parking postrado a los pies del resplandeciente edificio autonómico. Recién llegados del campo, sobre una decena de tractores han estado detenidos durante toda la mañana y buena parte de la tarde con un fin solidario.

Con un carácter solidario, los tractores de la Unión Nacional de Asociaciones del Sector Primario Independientes (Unaspis) y de Agricultores y Ganaderos de Galicia se han postrado enfrente de la figura que homenajea a los pendones leoneses para realizar una recogida solidaria con destino Valencia.

Con una buena cantidad de bolsas, pero con el sabor de boca de poder haberse ido con las manos más llenas. Eso comentaban Pablo Fernández y Noelia Sutil, dos de las personas responsables de esta labor solidaria paracon los afectados por la DANA del pasado 29 de octubre.

«Ha venido bastante gente, sobre todo por la mañana un grupo de chavales y se han montado en los tractores y todo», comentaba Pablo mientras sonaba de fondo el motor de uno de los equipos de la maquinaria agrícola. Y es que además del fin solidario con el que habían desarrollado la actividad, otra de las atracciones era poder subir a uno de los tractores. Aún así, él mismo reconocía que «todo el que quisiera se podía subir», si bien era una inevitable llamada a modo de incentivo para aumentar la masa de productos.

Hasta la zona del Auditorio de León se acercaron decenas de leoneses para dejar comida, material escolar y juguetes. Esas eran precisamente las tres cosas que pedían las dos asociaciones organizadoras, que operan a nivel autonómico, y con lo que los ciudadanos han respondido de buena manera.

Desde que la riada anegase numerosos pueblos de los alrededores de Valencia, la ciudad de León se ha volcado con ellos en forma de conciertos cofrades, donaciones e incluso personas que han viajado hasta allí para ayudar.

Así, y con la comida de picoteo aún sin acabar, empezaban a cerrar el puesto con la mira puesta en llevar la carga a los pueblos afectados. Felices estaban, además, los voluntarios que habían ayudado durante la jornada de recogida.

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