León y el reino de Ayuso

No hay peor discurso que aquel que no se prepara, o conoce. Ayuso erró en el mejor escenario, cuando los focos la apuntaban de forma directa, cuando todos la analizaban de arriba abajo. Allí, en el medio de la escena, cocedió a Castilla la grandeza de ser la 'cuna del parlamentarismo'.

Fue justo en el momento en el que Alfonso IX se retorcía en su tumba y recuperaba el escudo y la espada para rehacer la verdad. Hay errores imposibles, menos para Ayuso.

Habrá que reconocer a la presidenta de Madrid su capacidad para empatizar, para crecer desde la pantalla de televisión, incluso para ganar terreno con esa mezcla de arrogancia y empatía, esa chulería que a no pocos encanta.

Ayuso pisoteó la historia ante los leoneses, siempre tensos con todo aquello que tiene que ver con Castilla y siempre dispuestos a recordar que el mismo parlamentarismo que ha convertido en regidora a la presidenta de Madrid, nació precisamente en León y no en otro lugar.

Hay sensibilidades que no se deben rasgar, mucho menos cuando se es la estrella de un congreso, el modelo político a seguir por un candidato de su mismo partido y el ejemplo de liderazgo al que todos imitan.

Ayuso llegó como referencia y se fue como un incómodo trago para la militancia popular y en especial para Alfonso Fernández Mañueco, el presidente que tanto la ha idolatrado y con la que tanto ha empatizado.

La 'cuna del parlamentarismo' no está en Castilla, y sÍ en León. El mismo León que no existe en el reino de Ayuso.