Los temblores solo son la punta del iceberg de una enfermedad que cala mucho más dentro y que, como los tulipanes, tiene tantas variantes en su sintomatología que muchas veces es difícil asociarlos a la enfermedad.
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Cada 11 de abril se conmemora el día mundial del Parkinson ... , segunda enfermedad neurodegenerativa en prevalencia en nuestro país solo por detrás del alzhéimer y que en la provincia de León se calcula que padecen alrededor de 3.000 personas.
Esta fecha marcada en el calendario para pacientes, familiares y asociaciones de apoyo se instauró en 1997 por la Organización Mundial de la Salud coincidiendo con la onomástica de James Parkinson, 'descubridor' de la enfermedad que en 1817 publicó 'Ensayo sobre la parálisis agitante', considerado el primer libro que abordó desde una perpectiva científica los síntomas de la enfermedad que hoy lleva su nombre.
Es difícil no conocer a alguien que padezca párkinson. La enfermedad, que en muchas ocasiones se relaciona exclusivamente con temblores, va más allá, manifestándose con debilidad de movimientos, falta de fuerza, problemas de equilibrio o rigidez en las extremidades.
Entre las principales reivindicaciones de asociaciones, familiares y enfermos se encuentran la mejora en las consultas y los diagnósticos, pero este año quieren poner el foco especialmente en la visibilidad y normalización de la enfermedad.
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Como explica Pilar Amenedo, gerente de párkinson León, los estereotipos asociados a esta enfermedad hacen que muchas veces se confunda con otros problemas, generando mayores brechas y problemas para los enfermos.
Bajo el lema 'Dame mi tiempo' la federación de asociaciones pone este 2023 el foco en la sociedad y en la normalización de la condición de las personas con párkinson en el día a día, creando conciencia de sus problemas de movilidad y brindándoles el tiempo que necesiten para realizar actividades cotidianas como probarse ropa en una tienda o pagar en un supermercado.
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Junto con estas campañas, las asociaciones trabajan a diario con enfermos y familiares para mejorar la calidad de vida de estas personas. Y es que si bien el párkinson no tiene cura, al tratarse de una enfermedad neurodegenerativa es posible intentar un avance más lento de los síntomas gracias a la fisioterapia, la logopedia o el apoyo psicológico.
Con el tulipán como símbolo de la enfermdad «porque hay tantas variedades de la enfermedad como de tulipanes, que es una de las flores con más diversidad» -tanto es así que en 1981 un horticultor alemán que padecía párkinson bautizó a una nueva especie de esta flor con el nombre del médico inglés-, los enfermos de párkinson piden más investigación para una enfermedad que reivindica cada 11 de abril su día mundial.
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