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En un contexto de cambio de modelo pedagógico, desde el IES Giner de los Ríos son conscientes de la tipología y necesidades de su alumnado y la capacidad del profesorado por cambiar los aspectos negativos de la educación. Por ello, desde hace años lleva a cabo un programa Erasmus +, financiado por la Unión Europea. Su objetivo es mejorar la calidad de la educación y la formación del profesorado, así como fomentar la ciudadanía europea y la colaboración con otros centros con el intercambio de alumnos y la creación de proyectos internacionales.
Uno de esos proyectos recientes de movilidad ha tenido a Islandia como escenario y a la profesora de Geografía e Historia y jefa de Departamento del IES Giner de los Ríos, Ana Villanueva, como protagonista. Durante una semana ha estado en la capital islandesa, Reikiavik, conociendo en sus visitas a escuelas e institutos el modelo educativo que ha conseguido grandes resultados en el Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (Pisa).
Como subraya Villanueva, «ha sido una experiencia muy impactante», pues ha podido observar que «el sistema educativo islandés tiene muchos aspectos diferentes al nuestro». Además, «los colegios no parecen cárceles sino que son espacios abiertos, con muchas ventanas y claridad».
En Islandia, el Estado invierte casi un 6% del PIB y su financiación es en parte gestionada por las autoridades locales, que promueven un sistema público donde apenas existen colegios privados o concertados«. Los padres tampoco exigen una educación privada, pues »las aulas más punteras y modernas son las del Estado«, que establece un currículo básico sustentado en la lengua, matemáticas e idiomas dando oportunidad a los centros de crear sus propias materias optativas a partir de las siguientes premisas o pilares básicos: la igualdad, la sostenibilidad, los derechos humanos y la creatividad.
Una de las cosas que sorprendió a la profesora fue ver que «muchas de las asignaturas que podían elegir los alumnos en España son considerados como extraescolares y por las que hay que pagar» como, por ejemplo, cocina y economía de la casa, diseño de moda y complementos, teatro, música, actividades deportivas y hasta equitación. Todas ellas se incluían dentro del horario escolar y se evaluaban a través de muestras deportivas, exposiciones o presentaciones. «Esta manera de enganchar a los alumnos aumentaba su motivación en el resto de materias, que no eran tan densas como las que tenemos en nuestro modelo educativo y que tampoco se evaluaban a través de exámenes, sino con proyectos y trabajo diario», señala.
Otro de los factores que ayudaba a evitar el abandono escolar era la ausencia del sistema de repetición de cursos. Los alumnos continuaban con sus compañeros «sin prejuicio del número de materias suspensas». Para ellos, existían «una serie de aulas de apoyo con una educación personaliza y adaptada a las necesidades y carencias educativas de los estudiantes», explica.
Al finalizar los estudios obligatorios a los 16 años, los alumnos obtienen un certificado con las competencias adquiridas, que les abre la posibilidad de continuar con sus estudios superiores sin necesidad de realizar un examen final. «La educación pone especial énfasis en los valores de responsabilidad, respeto y cooperación, dando a los alumnos las herramientas para solucionar problemas de su vida cotidiana como hablar en público, entender las facturas, aprender otros idiomas, redactar cartas oficiales o economizar los gastos de la casa», resalta Villanueva.
Pero si hay algo de lo que más se sorprendió de la educación en Islandia, como ella misma asegura, fue que «la inmensa mayoría de los alumnos no quieren ir a la universidad sino que la formación profesional se lleva la palma en la elección de estudios postobligatorios». La cantidad de oportunidades laborales de un país en plena expansión con una tasa de desempleo juvenil del 8% (en comparación con el 26% de nuestro país) ocasiona que los alumnos vean sus posibilidades laborales cercanas y asequibles a lo que se le une un salario bastante superior a la media europea.
«La edad mínima para trabajar son los 13 años (siempre fuera del horario escolar) y es curioso pasear por las calles de Reikiavik viendo jóvenes adolescentes trabajando en supermercados o tiendas, algo inimaginable en nuestros sobreprotegidos hijos», admite la profesora de Geografía e Historia IES Giner de los Ríos. El turismo es la actividad económica por excelencia y los alumnos enfocan sus carreras principalmente hacia este sector. Sin embargo, este turismo es de «calidad, sostenible y basado en el respeto y conocimiento de sus costumbres y naturaleza».
A diferencia de nuestro país, «las materias relacionadas con artes, deportes, cooperación internacional, psicología y diseño son las más demandadas y los estudios superiores en tecnología no tienen el tirón social de nuestro país. Reivindican el valor de lo hecho a mano por encima de la robótica o informática, y ponen en valor sus productos locales regulándolos con leyes que protejan su denominación de origen», subraya.
Todos los libros escolares son pagados por el Estado, si bien, la dificultad para traducir al islandés y la nueva corriente basada en los recursos online hace que «ningún alumno use libros de texto y sean los profesores los que aporten sus propios materiales de clase. Las plataformas educativas son el nuevo libro de texto y los ordenadores y las tablets sustituyen a los cuadernos de clase».
El instituto o colegio en Islandia está diseñado para «convivir y aprender». De esta forma, a lo largo de los pasillos y en algunas clases existen zonas de relax con sillones y zonas de confort , mientras que en otras partes se pueden encontrar futbolines o mesas de billar, juegos de ajedrez o dianas para uso exclusivo del alumnado.
Como en otros países, Islandia también se enfrenta a «una serie de desafíos». La educación de los hijos de migrantes y el idioma son las principales trabas a las que «el Estado aporta gran cantidad de recursos económicos y humanos». Otro de los problemas, como apunta Villanueva, es el «distinto nivel educativo de las zonas más aisladas de la isla».
Como sucede en España, hay regiones con sistemas educativos más efectivos que otros, lo que repercute en una disparidad en las tasas de abandono escolar y resultados académicos. «La crisis económica y el endeudamiento fiscal también están provocando una mella en la calidad de la enseñanza del país, empeñado en crear una educación de calidad al alcance de todos sus ciudadanos», puntualiza.
La profesora de Geografía e Historia y jefa de Departamento del IES Giner de los Ríos que la experiencia ha sido «un aprendizaje que me ha resuelto a ser una docente más humana, en la que la salud tanto física como mental de nuestros alumnos debe primar sobre los conocimientos de las materias y donde se debe dar al alumnado las herramientas disponibles para enfrentarse a los problemas de nuestra sociedad».
Para poder llevarlo a cabo, «es preciso invertir en los profesores, los verdaderos pilares que sustentan una sociedad más justa y tolerante abierta a los cambios», afirma. Además, se debe poner «un mayor énfasis en la orientación vocacional y en el apoyo a los estudiantes» que enfrentan dificultades académicas o personales involucrando a las familias para favorecer que «los jóvenes tengan un futuro exitoso» tanto en su vida personal como en la profesional.
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