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«El interés superior es el del menor». Esta es la máxima con la que la Consejería de Servicios Sociales de Castilla y León gestiona las adopciones en toda la comunidad autónoma, incluida la provincia de León. Un principio con el que madres, padres ... y familias que se ofrecen están de acuerdo aunque reconocen que el proceso de adopción es largo y, en función de las situaciones personales, «duro y desesperante».
Y es que son muchas las familias o personas solteras (23 en León durante 2022) que comienzan un proceso de adopción, un camino extenso aunque aseguran que «merece la pena» y que «no es imposible», siempre y cuando sean una pareja.
Es el caso de Eva y Carlos, padres de dos niños adoptados. «Fue un caso de infertilidad. Comenzamos un tratamiento para tener un hijo de manera natural pero cuando vimos cómo era decidimos que el segundo sería por adopción. Finalmente fueron los dos», recuerda Eva. Así comenzaron el proceso en el año 2010 y que culminó con la adopción de Sara en diciembre de 2015.
Con Pablo se demoró un poco más, comenzaron en 2013 y el pequeño no llegó hasta 2021. Un proceso largo para todas las familias, tal y como ratifica Carlos, «depende de las características del niño. Cuando tu rellenas el formulario puedes decir que sean grupos de hermanos o niños con algún tipo de discapacidad por lo que la lista de espera se acorta», certifica.
Descartaron la opción de la adopción internacional por la exigencia psicológica que conlleva, «y en 2013 ya se había cerrado mucho», señalan. Así, fue en 2010 cuando acudieron a la Consejería de Servicios Sociales para inscribirse en ofrecimientos y realizaron un curso en la gerencia provincial. «Después cada año llamaban a todas las familias para hacer una reunión informativa donde te hablaban de plazos, estadísticas...después esa reunión fue cada dos años», puntualizan. «Pero un año antes de que llegara Sara nos preguntaron si queríamos seguir en la lista, nos hicieron la valoración antes de verano de 2015 y a principios de diciembre llegó Sara», destacan.
Aseveran que solo tuvieron 15 días para hacerse a la idea de que, por fin, iban a ser padres. «Nos llamaron para una entrevista pero otra persona que había vivido el proceso nos dijo que era para hacer una propuesta». Aseguran que fueron días de nervios e incertidumbre porque aunque desde el test de idoneidad ya habían visitado tiendas para ojear los productos que necesitaban comprar, momento en el que también encargaron una habitación, desconocían la edad del bebe o su sexo. «Teníamos un rango de edad entre 0 y 24 meses y aunque miramos cosas fueron días de locura», relata Carlos mientras que Eva rememora que el carro no llegó a tiempo. «Lo teníamos mirado pero cuando lo encargamos no llegó y nos tuvo que dejar uno una amiga», recuerda Eva.
«Hasta el día antes no nos dijeron cuánto pesaba por lo que no pudimos comprar ropa hasta ese día», destaca. «Son días de muchos nervios, sobre todo en la primera vez, pero imagino que cómo cuando tienes un bebe de manera natural», señala Carlos.
Aunque han vivido dos procesos de adopción en Castilla y León afirman que fueron distintos, no solo por el cambio de provincia sino también por el cambio de protocolo. «Con Pablo los test psicológicos eran mucho más duros, más largos y con preguntas más liosas», detallan.
También destacan la diferencia en el proceso de recogida del menor puesto que, lo estipulado, es que la familia acuda con el trabajador social provincial destinado a su caso y vivan un proceso de adaptación con el niño, durante unos días. «Con Sara, que proviene de Zamora y tenía ocho meses, fue todo muy frío, pensamos que iba a haber proceso de adaptación pero nos llamaron y nos dijeron que cuando fuéramos ya nos la llevábamos. Nos la llevaron a gerencia, allí estuvimos media hora firmando los papeles», destaca Eva. «La verdad es que Sara, en cuanto la cogimos, no extraño y la relación siempre fue muy buena», destaca su padre.
En cambio Pablo, procedente de Salamanca y con cuatro meses si pasó un proceso de adaptación con la familia de acogida. «Fue mucho más humano», destacan.
Una vez reciben el niño todavía la tutela es de la Junta de Castilla y León. Así las familias pasan una serie de «revisiones» antes de enviar la propuesta de adopción al juzgado que es quien da el visto bueno. «Con Pablo nos cambiaron de asistenta tantas veces que al final fue Salamanca, y no León, quien nos informó», detallan ambos padres.
A pesar de este periplo se sienten felices de poder ser llamados padres de Sara y Pablo y testifican que se lo recomiendan a todo el mundo. «Sobre todo aconsejamos que no esperen a echar la instancia porque pasan años», asegura Carlos mientras que Eva destaca que no es algo «imposible de conseguir» y destierra el mito de que es caro. «No pagas nada por la adopción y nosotros tenemos nóminas normales», puntualiza, «tienes los gastos normales de cualquier hijo».
Según el último informe hecho público por la Junta, durante el año 2022 en la provincia de León hubo un total de 23 ofrecimientos (tanto familias valoradas pendientes de recibir un niño como familias no valoradas), 128 desde 2016. Y es que lo normal es que una familia tenga que esperar en torno a seis años y medio para tener un niño, sobre todo cuando son menores de dos años.
Lo cierto es que el dato de la espera no es confirmado por la Junta quien destaca que una vez que la Gerencia de Servicios Sociales emite la resolución de idoneidad, el expediente de la familia pasa a la espera de propuesta de una posible asignación.
Según el organismo autonómico, este procedimiento cuenta con un tiempo de espera variable, pudiendo ser de pocos días, de meses, o de años, dependiendo de los menores que en ese momento se encuentren inscritos en el Registro de Adopción y la disponibilidad de familias adoptivas declaradas idóneas en ese momento. Por suerte, en muchos casos el tiempo de espera es mayor porque no hay niños que necesiten una familia adoptiva.
Gran parte de las familias están dispuestas a la adopción abierta, es decir, a que el niño adoptado pueda mantener algún tipo de relación o contacto a través de visitas o comunicaciones con algún miembro de su familia de origen. La mayoría la aceptan con hermanos, y solo un tercio con otros miembros de la familia. A finales de 2021 (últimos datos disponibles), Castilla y León había recibido 539 ofrecimientos de familias que aceptaban adopción abierta.
Durante este año el perfil de las familias que se ofrecen para la adopción de un menor en Castilla y León, (no hay datos por provincias) el 73,07 % son parejas de diferente sexo, el 19,23 % monoparentales (14 mujeres y 6 hombres) y un 7,7 % son parejas de igual sexo (6 parejas de hombres y el 2 pareja de mujeres).
Pero la adopción tiene una cara B menos conocida, que queda en la sombra y cuyo problema pasa de largo. Muchos hombres solteros denuncian sentirse discriminados cuando optan a adoptar un menor. «No te dicen que no te ofrezcas, eso sería ilegal, pero nunca te llaman». Esta es la frase más repetida aun cuando parece que pasen todos los criterios de idoneidad y es que, tal y como la Junta reconoce, priman las familias de convivencia biparental sobre las monoparentales «con el fin de proporcionar a los menores un mayor número de figuras de referencia y apoyo». Otros de los requisitos son tener como mínimo 25 años cumplidos; y que la diferencia de edad entre adoptante y adoptando será de, al menos, 16 años y no superior a 45 años con respecto al adoptado.
Eduardo, es uno de los hombres que decidió entrar en el proceso a pesar de ser soltero y conocer sus pocas posibilidades. Ahora es el feliz padre de un hijo, «yo hubiera adoptado otro pero después de tantas trabas... ¿por qué van en contra de los hombres solteros?», se pregunta.
Señala que antes de 2013 no estaba permitido la adopción por hombres solteros, «pero después lo cambiaron porque es ilegal». En ese momento él ya llevaba siete años optando a la adopción internacional, «opté por China y los requisitos eran terribles». Cuando la adopción internacional comenzó a cerrar puertas, sobre todo a hombres solteros, paso a la nacional, «cuando comencé éramos tres hombres solteros los que nos ofrecimos, pero dos lo dejaron porque siempre prevalecen los matrimonios», puntualiza.
Asegura que la ilusión que sentía era su motor y que pronto realizó el certificado de idoneidad, «pero nunca me llamaban aunque yo cada poco telefoneaba, acudía allí, preguntaba...porque quería ser padre no abuelo», destaca. «Me llegaron a decir desde asuntos sociales qué para qué quería yo un niño; me intentaron acorralar pero yo no desistí», destaca Eduardo. Pero el tiempo seguía pasando por lo que Eduardo ya no podía optar a adoptar un bebé.
«Al final me llamaron para adoptar un niño de siete años, porque con niños más mayores la lista de espera es más corta. Al llamarme, ellos mismos ponían pegas pero yo quería ser padre».
Eduardo recibió esta llamada en mayo de 2016 y en junio de ese año «llegó lo mejor que me ha pasado en mi vida», destaca aunque alerta de que paso otro calvario para conseguir la tutela, con gran número de entrevistas, visitas y valoraciones de los técnicos. «Pasaron años. Me decían que no tengo instinto maternal y solo me encontré con zancadillas. Es la razón por la que muchos hombres lo dejan», puntualiza. Entonces, ¿qué tenemos que hacer los hombres solteros para ser padres?, se pregunta.
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