Los juniors de Cras Dance son de oro mundial. El grupo de baile cosechó grandes triunfos en el campeonato mundial, pero el trabajo continúa y los ensayos no cesan en la academia leonesa.
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Conquistaron la cima durante el verano en el Europeo de Roma ... y una preparación intensiva en el mes de agosto hicieron el resto. «Depende del día ensayabamos más o menos», recuerda Silvia Olmos, profesora de Cras Dance.
«Había días que estábamos diez horas, eran varios grupos y cuando unos descansaban empezábamos con otros, comíamos un poco y volvíamos», asegura la profesora bajo la atenta mirada de algunas de las chicas que van a empezar la clase, «era como un campamento, pero lo pasábamos bien», insiste.
Después de un casting de preselección y mucho trabajo las chicas y chicos de Cras Dance estaban más que preparados para su viaje internacional. Un sueño que se convertía en realidad a finales de un año inolvidable.
El hip-hop y las otras disciplinas que preparan de cara al campeonato internacional conllevan mucho más que duros ensayos. Un compromiso diario en el que los estiramientos y el calentamiento son los momento que menos disfrutan.
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«Tiene su trabajo, no es sólo aprender un baile y ya», explica Ares, uno de los artífices del campeonato mundial de Orlando, que además participó en cinco coreografías diferentes. El éxito de la escuela es sencillo: mucho trabajo y así lo asegura Ares: «hay que estar machacando el baile y ensayando».
Paula recuerda que para el campeonato «estuvimos ensayando durante el verano bastantes horas pero no todo el año como hacemos con otras competiciones por lo que fue un esfuerzo para todos».
La ilusión de un premio merecido
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En Orlando se encontraron con infinidad de grupos de todo el mundo a los que veían actuar con gran admiración, pensando en que había conseguido estar entre los mejores, pero ni por un segundo imaginaron que ellos serían quienes conquistaron la final.
«Íbamos con la intención de hacerlo lo mejor posible lo que pasara nos importaba menos, con estar orgullosos de nuestro trabajo nos valía», recuerda Silvia Olmos, quien por un segundo vuelve a la competición y la sonrisa en su cara refleja ese momento. «Cuando nos dijeron que habíamos quedado primeros con junior... no lo creíamos, fue una locura».
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Acompañados de algunos familiares y amigos los campeones del mundo tienen diferentes sensaciones encima del escenario, aunque los espectadores sólo ven un grupo de artistas con los movimientos medidos al milímetro.
Antes de subir al escenario los nervios se apoderan de todos, pero cuando están arriba y comienzan a bailar en cada caso las sensaciones son diferentes. Ares asegura que «luego cuando estás en el escenario vas fluyendo y se te quitan los nervios».
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A Victoria le gusta escuchar al público gritar y corear «porque me motiva para dar lo mejor y me lo paso súper bien». Paula por su parte insiste en que «se me olvida todo, lo único que hago es disfrutar, estar con mi grupo y conectar con ellos» y todo eso es sinónimo de éxito.
Entre clases, trabajos, exámenes y muchas obligaciones durante el día la escuela de Cras Dance no para de recibir artistas durante todo el día. Y es que el compromiso de cada uno de ellos es lo que les ha llevado a ser oro mundial en danza urbana.
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