Secciones
Servicios
Destacamos
«Si no tienes a nadie al lado, te mata en tres o cuatro horas». Es una de las reflexiones del prestigioso cocinero leonés Juanjo Pérez (Cocinandos) tras superar el coronavirus.
Asegura que la experiencia ha sido dura, narra cómo fue tratado con pastillas ... contra la malaria en el Hospital de León y reconoce abiertamente haber pasado «mucho miedo» durante las jornadas más duras frente al virus.
Ahora, ya en su domicilio y tras haber perdido once kilos, reflexiona sobre lo sucedido narrando en primera persona su vivencia.
«Me contagié en Madrid la primera semana de marzo, cuando estuve con mi padre en el hospital donde le están tratando de cáncer linfático. Fue allí, seguro, porque mi padre dio después positivo y, tras él, todos los que estuvimos cuidándole: mi madre, mi hermana, mi cuñado, mi tío y yo. Evidentemente, en esa semana, y sin saber que mi padre tenía coronavirus, nadie estaba protegido, ni sabíamos a donde iba a llegar todo esto.
Dejé a mi padre bien tratado el 5 de marzo, y me volví para León, empezando con la fiebre el viernes 13, ocho días después de dejar Madrid, dos días antes de que mandaran cerrar todos los restaurantes. Por precaución, y por tener cuidado de mi equipo, claro, esos dos días últimos de servicio no fui a trabajar. Tras pasar el fin de semana con mucha fiebre decidí ir al hospital. Allí me dicen que estoy bien y que me vaya para casa. No me hicieron prueba alguna. Con muchas dudas, y fiebre, retorné a casa.
Cuatro días más con 39 de fiebre metido en mi habitación, aislado de mi familia y hecho polvo, y vuelvo al hospital. Entonces sí que me hicieron una placa y me confirmaron el positivo. Tenía coronavirus. Llevaba seis días con 39 de fiebre y dolores musculares. Ya ingresado -estuve siete días-, me trataron con pastillas para la malaria y, poco a poco, fue bajando la fiebre y me fui sintiendo mejor. Aunque los primeros días estaba reventado. No tuve tos en ningún momento pero sí unos dolores musculares horribles, con pinchazos en los pulmones y mucha fiebre. Pero yo podía respirar bien. En ningún caso me pusieron respirador.
Al final, me dieron el alta el sábado y volví para casa. He dado negativo, estoy limpio, no tendría por qué contagiar pero, por si acaso, porque hay mucha desinformación, sigo semiaislado en una habitación de mi casa, sin compartir mucho espacio con Yolanda y los niños, y utilizo mascarilla y guantes al salir a la calle. Sigo teniendo pinchazos en el pulmón, pero estoy bien. Comentan que hasta un mes, mes y medio, no se te acaban de limpiar bien los pulmones.
He pasado mucho miedo durante todo el proceso. Por mi padre, por Yolanda y los niños, por mí, por mi equipo, quienes por cierto han cumplido la cuarentena sin mostrar síntomas, así que no se han hecho la prueba. Solo te la hacen si tienes los pulmones tocados. Si no, nada.
Este virus en un enigma. Lo que he podido comprobar y ver es que a cada paciente le afecta de una manera diferente, por lo que en cierta medida entiendo el desconcierto actual. Mi suegro, un señor que pese a sus 78 años está fuerte y camina cada día seis kilómetros, un día se levantó y no andaba ni hablaba, solo sonreía. Su mujer se preocupó y se lo llevó a Urgencias, donde ya no conocía ni a sus hijas. Le dio un colapso. Con esos síntomas, no se habían planteado que fuera coronavirus, por lo que estaba con mi mujer y mi suegra. Cuando entró en colapso, se puso morado y le reanimaron. Después le hicieron la prueba y dio positivos en coronavirus. Es increíble. A cada uno le sale de una manera.
Por eso, entiendo, están muriendo las personas mayores. Porque el coronavirus provoca un colapso que, si no tienes a nadie al lado, te mata en tres o cuatro horas. Y es un problema. Los pacientes de coronavirus, y yo lo he estado, estamos solos en una habitación muchas horas, por lo que si te da un colapso de pulmones, ahí te quedas. Si dejasen entrar a un familiar directo a cuidar al enfermo, subiría seguro el número de infectados pero bajaría el número de muertos».
«Íbamos como motos y ahora todo se ha frenado. Hemos planteado un ERTE para los 16 trabajadores y, como autónomos, esperamos más ayudas y paralizaciones de pagos y cobros para seguir adelante. Lo que nos pesa son los dos préstamos potentes que tenemos de cuando abrimos el restaurante Será difícil pero, para el día de mañana, imaginación al poder. Tenemos que reinventarnos como hemos hecho siempre, crear algo atractivo.
Soy consciente de que nosotros tenemos un punto a favor cuando se vuelva a abrir, que es nuestra sala: es muy amplia, con espacio para permitir mucha separación entre mesas, algo que se pedirá. Entiendo que, al principio, lo pasarán mal en el barrio Húmedo de León, en la calle Laurel, en los bares. No vamos a dejar de ir a los bares pero vamos a ir entrando muy despacito. Vamos a cambiar, por lo menos hasta que veamos de verdad que no hay más contagios».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.