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Las cárceles se han convertido en un lugar clave para lograr erradicar la Hepatitis C en España y gracias a la labor que se está llevando desde los centros penitenciarios y los hospitales este objetivo cada día está más cerca. «España es uno de los pocos países del mundo que va a ser capaz de cumplir con los objetivos que la Organización Mundial de la Salud para erradicar la Hepatitis C en 2030», son las palabras del doctor Jorquera, jefe del Área de Digestivo del Complejo Asistencial de León y uno de esos profesionales que se afanan en conseguir este objetivo. A su lado y trabajando codo con codo está José María Domínguez, supervisor de enfermería del Centro Penitenciario de Mansilla de las Mulas, enclave perfecto para la prevención, diagnóstico y tratamiento de este virus, que cada día se cobra la vida de 3.500 personas en el mundo, 13 en España.
La Hepatitis C es una enfermedad infecciosa que se transmite por vía parenteral, es decir que se introduce en el organismo por una vía distinta de la digestiva, como la intravenosa, la subcutánea o la intramuscular, y también por vía sexual cuando hay prácticas agresivas y sin ningún tipo de protección. «Es un virus que sólo vive en el enfermo, aunque el enfermo no lo parezca, porque el virus C puede tardar años en destruirte el hígado, lo tienes y lo transmites, entonces ese es el problema», afirma el doctor Jorquera, al hablar del porqué esta enfermedad es tan importante de detectar y tratar a tiempo en estos colectivos vulnerables, y porqué son las prisiones uno de los lugares clave para conseguirlo.
¿Por qué la Hepatitis C es una enfermedad prevalente en las prisiones?
José María Domínguez: Por el estilo de vida de muchos internos. Muchas veces por problemas de drogadicción, de drogodependencia, de alcoholismo, el uso de drogas a nivel parenteral, tatuajes o porque han estado expuestos a prácticas sexuales de riesgo.
Francisco Jorquera: Las prácticas de riesgo son las que realmente habilitan a poderse infectar por diferentes vías. Cuando identificamos una enfermedad infecciosa como por ejemplo un VIH y una Hepatitis C, evaluamos todas las demás. La B, la C, el VIH, la sífilis y la gonorrea porque en muchas personas van en un pack. Y los presos hacen el mismo tipo de vida que los no internos, la gente piensa que eso es un gueto, pero no, la gente entra y sale de la prisión, interacciona con la población normal y Hepatitis C se la transmite al ciudadano que comparte vida con él fuera de la prisión.
¿Cómo es el protocolo a seguir una vez que un interno ingresa en la prisión?
José María Domínguez: Lo primero que se le hace es una valoración por parte del equipo sanitario de la cárcel dónde se le realiza una serología en la que se valora si tiene alguna enfermedad contagiosa y a partir de ahí nos ponemos a trabajar sobre ello. Según los marcadores nos pondríamos en contacto con el doctor para comenzar con la vacunación, que es una de las formas de prevenir la Hepatitis C.
¿Cuántos pacientes se derivan de la cárcel al CAULE por Hepatitis C?
Francisco Jorquera: Se derivan muy pocos, realmente ahora trabajamos mucho más en equipo. Solamente vienen al Hospital para alguna prueba concreta pero realmente nosotros trabajamos en común y esto es lo mejor, las alianzas y la formación de equipos funcionales es lo más eficaz que se puede pensar. Y si hay que hacer un tratamiento de la Hepatitis C se prescribe desde la cárcel. Si hay que hacer una extracción de sangre se hace en la cárcel, si hay que hacer un control se hace allí. En lo que nosotros participamos es, precisamente, en discutir protocolos comunes que sean eficientes y en ir a la prisión a hablar con los presos.
José María Domínguez: Cuando hemos dado las charlas a los internos les cala mucho, hacen preguntas y tienen mucha conciencia y al final esta educación es muy importante para ellos. Y esto influye, porque ellos tienen que tener la misma sanidad que cualquier ciudadano por Ley porque es un problema de Salud Pública.
¿Por qué es tan importante detectar casos de Hepatitis C en las cárceles para erradicar esta enfermedad?
Francisco Jorquera: Esto es algo que discutimos mucho con las autoridades sanitarias. ¿Cuál es el problema? Que hay bolsas de pacientes que no están ligadas al sistema, que no tienen contacto con el sistema, que no confían en el sistema pero que están infectados por el virus C y el virus C sólo vive en el enfermo. No se puede transmitir más que desde el enfermo. Cada vez que curamos una Hepatitis C en el Hospital o en la cárcel no sólo curamos la enfermedad en el paciente sino impedimos que la transmita a otras personas. Las bolsas de infectados están en grupos de riesgo y los presos son un grupo de riesgo y nosotros tenemos un interés especial en ir a los grupos de riesgo precisamente para que no sean transmisores en el futuro. Este concepto de tratar para prevenir es un concepto revolucionario. No solo tratar para curar, sino para prevenir.
¿Cuáles son los tratamientos que siguen los reclusos con Hepatitis C?
Francisco Jorquera: Son tratamientos extraordinarios. Cuando yo empezaba a tratar Hepatitis C en los años 90 teníamos tratamientos muy duros, con muchos efectos secundarios que curaban muy poco. Ahora, tenemos un tratamiento de una pastilla durante 8 semanas que cura la infección para siempre. Sin efectos secundarios.
¿Cuál es la incidencia de la Hepatitis C en la cárcel de Mansilla de las Mulas?
Francisco Jorquera: Hemos hecho un estudio y estamos analizando los resultados en este momento y todavía no los tenemos. La prevalencia en la población general es ahora baja, está en torno al 0,5% y se estima que en las prisiones españolas está entre el 1 y el 10%, y eso es aún una cifra muy alta, aunque son bajas en comparación a las cifras del 20% que teníamos hace 10 años. Y ahora están por debajo del 5%, en Mansilla también.
¿Cómo se puede mejorar la calidad de vida de los enfermos de Hepatitis C desde la cárcel?
José María Domínguez: A parte de a nivel sanitario con las vacunaciones, trabajamos mucho sobre la drogodependencia, con programas para el alcoholismo, también les educamos con dietas, con hacer ejercicio. Intentamos darles una educación para prevenir.
Los tratamientos han mejorado muchísimo y el protocolo que tenemos allí es muy rígido porque nosotros nos aseguramos de que se tomen la pastilla. Allí les intentamos dar las mejores condiciones de vida para que luego sean independientes cuando salgan fuera. Nuestro trabajo es intentar darles las armas para que ellos se cuiden.
Francisco Jorquera: Y tratarles como seres humanos. Ese trato, que es lo que da confianza al paciente, porque un paciente es paciente esté dentro de un centro penitenciario o no, esa es la parte más importante para que el paciente haga el tratamiento. El paciente que cree en el profesional se toma la pastilla, el que no, no y las pastillas que no se toman, no curan.
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