Que el invierno meteorológico haya finalizado, como cada año, el 28 de febrero tiene importancia este 2025 en el que estamos viviendo un marzo nada primaveral y eso que el cambio de estación llega en unas horas: a las 10:01 de este jueves 20 de marzo.
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Quizá, con estas tres semanas de marzo dentro de la estadística, no sería tan fácil decir que el trimestre de diciembre, enero y febrero ha resultado de carácter muy cálido respecto a la media de treinta años que Aemet toma en cuenta para realizar este análisis (1991-2020). En esta tres décadas la media fue de 4,1 grados y el último invierno se ha situado en los 4,5. Una anomalía positiva de cuatro décimas, lejana de la media nacional de 1,2.
Buena parte de culpa de esta media muy superior la tiene una mínima de las mínimas que sólo bajó una décima de cero cuando el balance suele acercarse al grado negativo durante los noventa días invernales; ya que las máximas, cuya media es de 9,1 grados, no dista tanto de lo habitual para estas fechas.
Por último, hay que tener en cuenta que esta medición solo toma valores absolutos de temperaturas en una zona tan concreta como la de la estación meteorológica de La Virgen del Camino, y que no se tienen en cuenta ni la humedad en el ambiente ni el viento que producen sensaciones térmicas más bajas.
En este invierno no se ha llegado a registrar una nevada de entidad lejos de las zonas montañosas aunque en los últimos días de enero se llegó a ver cuajar la nieve en zonas de la meseta.
Gran parte de las precipitaciones se han recogido en forma de lluvia. En el observatorio leonés, la cantidad de 226 litros y medio por metro cuadrado se sitúa en lo normal para un invierno meteorológico. Al igual que con las temperaturas, la distribución de los chubascos ha sido muy irregular, lo que ha provocado fuertes avenidas en los ríos entre periodos con casi total ausencia de aguaceros.
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Este carácter normal en cuanto a las precipitaciones no coincide con el balance del invierno a nivel peninsular en España donde diciembre, enero y febrero se han considerado secos con una media inferior a los 146 litros por metro cuadrado.
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