![Imagen del paso elevado de vehículos que ahora se quiere ampliar 'enterrando' las viviendas, ejemplo palmario de la 'no integración' ferroviaria en León y su alfoz.](https://s3.ppllstatics.com/leonoticias/www/multimedia/202111/12/media/cortadas/pasarela%20(4)-k0VB-U1501116055825evE-984x608@Leonoticias.jpg)
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La Asociación de Vecinos del barrio de El Crucero de León y la Asociación de Comerciantes de León Oeste han mostrado en las últimas horas su rechazo al resultado final de la integración ferroviaria. Ambas representan a vecinos de la capital en una zona que, se supone, debería verse beneficiada por el resultado final del proceso de integración.
Pero su protesta no es un asunto aislado, ni mucho menos. A escasos metros, en el término municipal de San Andrés del Rabanedo, los vecinos se han unido para rechazar la propuesta de integración.
Y es que la integración no es tal. Las soluciones al tren son en realidad un proyecto 'micro', muy alejado de cualquier permeabilidad y que redunda en los mismos errores. En Trobajo del Camino, por ejemplo, el resultado final es desolador: allí se ha implementado una pasarela aún más grande que la existente con anterioridad y el puente que permite el paso de vehículos se elevará para cumplir la normativa de seguridad del paso de trenes.
El resultado final contiene un impacto visual extraordinario, con pisos literalmente enterrados bajo toneladas de tierra y hormigón que se comen sus ventanales. Pocas imágenes arquitectónicas ofrecen un resultado tan aterrador en lo estético.
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El prometido soterramiento para León se ha quedado en muy poco. Se trata de un soterramiento efectivo de 590 metros aunque el cajón ferroviario alcanza los 1.166 metros. Muy lejos de los cinco kilómetros prometidos inicialmente. La inversión final ha alcanzado los 49 millones a años luz de un millonario proyecto inicial por valor de 300 millones de euros.
Visto con distancia la integración ferroviaria en el alfoz de León no es una integración y desde luego no responde a los cánones más actuales de este tipo de actuaciones. En realidad se trata, si acaso, de un refortalecimiento de viejas estructuras levantadas para facilitar el paso del tren sin contemplar los intereses de los propios ciudadanos.
Los problemas localizados en el término municipal de San Andrés del Rabanedo son hoy la consecuencia de una integración ferroviaria mal diseñada, mal ideada y minimizada por el efecto de la crisis económica.
Más allá del área ocupada por el viejo paso a nivel de El Crucero desde la Avenida doctor Fléming de la capital hasta el entronque con la Avenida Párroco Pablo Diez todo sigue igual. No hay integración y no hay soterramiento y sí una continuidad a la vieja idea de que el tren debe circular al mismo nivel de la calle dividiendo cuanto sale a su paso.
La situación se ha vuelto extraordinariamente compleja en el área de San Andrés del Rabanedo, mucho más desde que Adif descubrió que el tren AVE no 'entra' por el viejo túnel sobreelevado de Párroco Pablo Diez. Se trata de una cuestión de normativa generada a partir del accidente de Angrois, en Galicia, cuando entonces se decidió ampliar la distancia de paso bajo puentes.
Con el tren tropezando en la vieja estructura la única solución ha sido demoler ese paso elevado y crear uno medio metro más alto y casi tres metros más ancho. El resultado final es una estructura que entierra definitivamente a los vecinos de los inmuebles situados en la prolongación de la Calle Príncipe y su enlace con Párroco Pablo Diez.
El 'enterramiento' de esas viviendas es paralelo a la creación de la nueva estructura metálica sobreelevada para el paso de peatones que suple el viejo paso derribado por sus problemas estructurales. Y todo, mientras Adif ha tenido que levantar una nueva pasarela peatonal y un nuevo paso para vehículos alternativo a la altura del Hospital San Juan de Dios.
Pero este nuevo paso también ha resultado problemático al 'pegarse' en exceso a las casas de la zona y tener una salida natural en una vía de tráfico limitado.
En ese escenario el anhelado soterramiento de San Andrés del Rabanedo se queda finalmente en una propuesta idéntica a la existente hace décadas, con un paso que se levanta por encima del actual y 'entierra' a una parte de los vecinos, con una pasarela peatonal idéntica existente entonces y con barreras de dos metros y medio de altura para seguridad del paso ferroviario.
Para los vecinos el resultado final evidencia de no todos los proyectos de futuro provocan una mejora en la calidad de vida.
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