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El camino de vuelta a casa de Noa después de salir de fiesta en Italia no fue como esperaba. Eran las 5:30 horas de la mañana del pasado sábado 20 de octubre y tanto ella como sus siete amigas volvían en un metro de Civitanova a Macerata, dos regiones al este de la península itálica.
Todo transcurría normal hasta que entraron al cercanías que les trasladaba de un punto a otro y pasaron al lado de unos jóvenes para sentarse en otro vagón. Apenas unos minutos después ellos se cambiarían de sitio para ponerse justo detrás de las ocho españolas, que están de Erasmus en el país italiano.
«Yo estaba sentada de frente a ellos y nos empezaron a preguntar si éramos españolas», relata la estudiante leonesa Noa Santos. «Les respondimos que sí y siguieron preguntando cosas, pero les empezamos a ignorar», cuenta. «Nos miraban fijamente y nos llamaban 'españolitas' chascando los dedos». Una situación incómoda que no hacía más que empezar y que a los pocos minutos iba a más: «A mi amiga le tocaron el moño y ahí fue cuando les dijimos que parasen ya».
Y lejos de parar, la actitud de los hombres fue empeorando. Golpes y escupitajos al tren y constantes «callaros, putas» fue lo que prosiguió durante los minutos posteriores ante la pasividad tanto del revisor como de los demás pasajeros. «Nos decían que España era una mierda con ayuda del traductor y les dábamos la razón para que se fueran», comenta Noa.
A pesar de que se bajaron en la parada siguiente, los actos y gestos violentos contra las chicas no cesaron. «Se empezaron a tocar sus partes y haciendo gestos mientras daban patadas a la ventana», momento en el que justo después de cerrarse las puertas apareció el revisor del tren y les dijo que no podían pedir las cámaras de seguridad «porque no les habían pegado». «Pasó un poco del tema», advierte la leonesa, que reconoce que se asustaron y le dio «impotencia», porque cree que si les llegan a decir algo «nos habrían pegado».
El vídeo de lo sucedido se está viralizando en redes, donde una de las chicas que sufrió estas intimidaciones aseguró que llegaron a casa «muy enfadadas» y lo «único bueno» es que las ocho habían llegado a casa.
Por el momento se están pensando si denunciar o no, algo que «seguramente» acaben haciendo ante las recomendaciones de su círculo cercano. Sin embargo, no es el primer episodio de este tipo que les ocurre en Italia: «Muchas veces nos han pitado los coches y nos dicen cosas», aunque nunca sin llegar a la altura de lo que les pasó esta vez.
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