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Erika, activista por los derechos humanos en Colombia.
«En mí hay impotencia, pero también esperanza para defender los derechos humanos»
Erika, refugiada colombiana en España

«En mí hay impotencia, pero también esperanza para defender los derechos humanos»

Activista en Colombia, Erika tuvo que exiliarse junto a su familia por la persecución en su país | Pasará un año en España gracias a Amnistía Internacional difundiendo y siendo la voz de sus compañeros en la defensa de los derechos básicos

Sábado, 2 de diciembre 2023

«Las luchas deben estar basadas en la esperanza. Sin esperanza no hay nada». Treinta minutos de conversación y quizá es la última reflexión de Erika, colombiana refugiada en España, la que resume la filosofía que ha decidido hacer su modo de vida. Activista por la defensa de los derechos humanos Erika sufrió amenazas, persecuciones y hostigamientos que la obligaron a exiliarse de su país.

A finales de septiembre llegó a España junto con su familia. Gracias a un programa puesto en marcha por Amnistía Internacional desde 1998, personas que han tenido que huir de sus países por el riesgo contra su vida al defender los derechos humanos viven un año en España. Durante su estancia en nuestro país, ayudan a la organización a sensibilizar a la sociedad en la importancia de defender estos derechos básicos que «si no se defienden, se pierden». En estos 25 años han sido más de 80 personas las que han participado en este programa.

Para Erika, esta oportunidad «vale oro». Porque allí, en su país, en su Valle del Cauca donde difundía a través del arte y el teatro el amor por la defensa de los derechos humanos, «son muchas las personas que no tienen voz». «Educar en la paz, sembrar esa semilla de amor por la defensa de los derechos más básicos y recordar y valorar lo que se ha conseguido» es el fin que rige la vida de Erika.

Es allí, en su valle, en los municipios de Cali, Yumbo y Jamundí, donde Erika ha desarrollado en los últimos 13 años sus labores de liderazgo social promoviendo los derechos humanos. Haciendo uso del arte como una «herramienta de paz», esta técnica con especialidad en teatro y desarrollando una licenciatura en artes escénicas tuvo que desplazarse por su país hasta por tres ciudades. «Mi familia y yo fuimos desplazados de nuestro territorio por parte de un grupo armado. Fuimos víctimas de hostigamientos y persecución y estuvimos sin garantías y sin protección por parte del estado colombiano», cuenta.

A su lado de todo el proceso organizaciones como el Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos del Valle del Cauca (CPDH) al que pertenece Erika así como otras asociaciones y compañeros que «pusieron todo de su parte para salvar nuestras vidas». «Por defender los derechos humanos en Colombia te pones automáticamente en situación de riesgo, de peligro», denuncia Erika.

El paro nacional de Colombia en 2021

La labor de activistas como ella es «hacer entender a la gente cuáles son sus derechos básicos». Lo hace mediante el diálogo, la escucha y la construcción de procesos que ayuden a fomentar la paz en sus territorios. Pero encuentran un muro difícilmente franqueable en la situación política y social del país.

Recuerda Erika el paro nacional de noviembre de 2021, cuando miles de jóvenes salieron a la calle para defender sus derechos a la educación, la vida digna o la salud. «Muchos terminaron siendo asesinados, secuestrados, mutilados o están desaparecidos», señala. Detrás de ello se encuentra «la violencia, la opresión, la realidad de que el derecho a la protesta social es vulnerado», lamenta. Una situación que ha vivido en primera persona pero ante la que, celebra, cada vez más jóvenes hacen frente.

«Cuando has sido sometido a torturas, secuestros y situaciones muy fuertes en cierta manera se te infunda el miedo de ese poder, pero los jóvenes ahora lo están afrontando de una forma diferente», explica. «En mí hay esa sensación de impotencia y frustración pero sigo por ese ideal, ese principio de vida que es la defensa de los derechos humanos».

Esperanza en los jóvenes

En León ha tenido la oportunidad de charlar con jóvenes llenos de inquietud sobre lo que ocurre en el país de Erika. «He visto su universo, ese mar de preguntas que tienen y la profundidad de las mismas... es bello verlo y poder llegar a mostrasles la otra cara», explica. En el encuentro que tuvo con alumnos del IES Legio VII y en el que tendrá en Veguellina de Órbigo este mes de diciembre Erika quiere también que los jóvenes valoren lo que tienen.

«Tienen que darse cuenta de la importancia de las luchas ganadas, del recorrido para conseguirlas y de lo importante que es luchar por ellas porque son muy frágiles», explica, al tiempo que señala que el mensaje que quiere que reciban es: «vamos a mirar hacia delante, pero demos valor a ese camino que nos ha lleva a ese estado garante. Hay que darle valor a la memoria y ver toda la lucha que ha habido detrás».

El futuro cercano para Erika no pasa por volver a su país, donde su seguridad y la de su familia no está garantizada. Hasta que sea posible, la activista se dedicará a difundir la voz de aquellos que no la tienen por el mundo, movida por la palabra 'esperanza'. «Las luchas deben estar basadas en la esperanza, si no hay esperanza no hay nada. Hay muchas personas poniendo la vida para conseguir que los derechos humanos sean universales y hay que seguir en esa lucha».

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