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Susana Neira
León
Sábado, 29 de abril 2023, 09:31
Igor Postolache, el moldavo que asesinó y agredió sexualmente a la niña Erika Yunga, de 14 años, en abril de 2022 en Asturias, reconoció «haberla matado con ensañamiento y alevosía» y aceptó la petición de condena de la Fiscalía del Principado de Asturias y ... la acusación de prisión permanente revisable, según informó el Ministerio Público tras la vista celebrada esta mañana en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial. Además, por ese segundo delito, la agresión sexual, asume una pena de doce años y seis meses de prisión, dos y medio menos de lo que se le reclamaba inicialmente aplicando la ley de 'sólo sí es sí'.
El caso ya ha quedado visto para sentencia. El asesino, que permanece en la cárcel de Mansilla de las Mulas, en León, desde su detención, deberá indemnizar a los padres de la menor con 200.000 euros y a sus dos hermanos con 25.000, más los intereses legales correspondientes. Y una vez cumplida la pena privativa de libertad, explicaron las mismas fuentes, «se impondrá al acusado la pena de libertad vigilada durante diez años, con la obligación de estar siempre localizable mediante aparatos electrónicos que permitan su seguimiento, comunicar su cambio de residencia o trabajo, la prohibición de estar a menos de 500 metros de la familia o de residir en Oviedo o cualquier otro lugar donde residan los padres y hermanos de la niña.
Postolache lleva más de un año encarcelado. Según fuentes cercanas, muestra una actitud «discreta» en el módulo de respeto y terapéutico lleno de asesinos, agresores sexuales y pederastas, donde estaba hasta hace poco, entre otros, José Enrique Abuín, alias 'El Chicle', el asesino de Diana Quer. A principios de este año, el moldavo reconoció «con una actitud muy fría» haber asesinado y violado a la niña.
Un crimen que fue premeditado, porque decidió terminar con la vida de Erika antes de ejecutar esta acción criminal el pasado 5 de abril de 2022. Para ello, recordó la Fiscalía, estudió los horarios de entrada y salida de la menor en su portal. Sabía que la niña regresaba a su casa sobre las tres menos cuarto de la tarde, y ese día dejó bajadas todas las persianas de su domicilio, en el mismo inmueble que la familia Yunga, para que nadie viera lo que iba a suceder minutos después en el interior de la vivienda. También guardó dentro del cajón de su mesita de noche una cinta de embalar de color marrón, así como nueve bridas negras «por si fuera necesario amordazarla», y cogió un cuchillo de la mesa «de once centímetros de longitud y dos de ancho» que escondió entre sus ropas.
Salió de su casa y se escondió a la espera de que llegase la niña. Ella timbró al telefonillo de su casa y al entrar al edificio fue atacada, añade Fiscalía, «de forma absolutamente sorpresiva». Le asestó varias cuchilladas y la arrastró hasta el interior de su vivienda en el primer piso. La niña trató de defenderse y oponer resistencia, pero «no lo consiguió». En el interior del piso, añade el Ministerio público, Postolache la llevó hasta el baño donde la dejó para después «dirigirse al dormitorio». Allí se quitó la ropa y regresó junto a ella, que estaba «gravemente herida y era incapaz de desplazarse por sus propios medios». Una situación que no impidió que la siguiese apuñalando y la agrediese sexualmente.
Como tardaba, un hermano de la menor bajó al encuentro y al encontrarse la sangre comenzó a gritar. Una vecina alertó a la Policía Nacional, que lo detuvo e ingresó en prisión el 8 de abril.
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