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La brigada especial de la policía municipal de León, fundada el 1 de marzo de 1985, presentó a lo largo de sus actuaciones una hoja de servicios que valieron la felicitación «por unanimidad» de la corporación del Ayuntamiento de León en los años 80 y 90. También fueron gratificados por otras administraciones como el Gobierno Civil o sus compañeros de la Comisaría Provincial de la Policía Nacional y Guardia Civil, a quienes acompañaron en varias intervenciones.
Los Morano boys nacían con el objetivo de «limpiar» la capital de delincuencia, especialmente en las zonas de la estación y el barrio Húmedo, y sus primeras apariciones ya dejaron constancia de la «contundencia» que iba a mostrar la nueva unidad a las órdenes del concejal José Antonio Cabañeros, durante el mandato del alcalde Juan Morano.
En los seis primeros meses de actuación, de marzo a agosto, las boinas magentas protagonizaron 246 detenciones -129 por delitos contra el patrimonio y 117 por delitos contra las personas-, 452 individuos fueron identificados, prestaron 245 servicios humanitarios, esclarecieron 151 robos y recorrieron 66.000 kilómetros peinando la ciudad. Unas intervenciones que valieron la felicitación por unanimidad de la corporación «por su celo y efectividad demostrado» y, especialmente, a los agentes Francisco, Jesús Miguel y Florentinos por lesiones sufridas como consecuencia de su trabajo. «Morano presumía de tener la ciudad más segura de España. Y así era», recuerdan aún hoy sus chicos.
Algunas de las actuaciones más destacadas merecieron el reconocimiento público e incluso una de ellas una gratificación dineraria para los agentes que intervinieron. Un cuerpo que aún hoy sigue vigente.
Una de las intervenciones que mereció reconocimiento de una serie de agentes, que posteriormente pasarían a engrosar las listas de la brigada especial, fue la que tuvo lugar el 11 de noviembre de 1983 y que fue germen de los Morano boys. Acudieron a una petición de auxilio en un estanco de la calle Generalísimo -calle Ancha actual- y, tras una corta persecución, detuvieron a dos personas, previstos de arma blanca, que acababan de atracar en el negocio y se disponían a huir en un vehículo con una recaudación de 130.000 pesetas y el bolso de una clienta. Por ello se acordó la felicitación de la corporación municipal «por el brillante servicio», una agradecimiento que también realizó la víctima ante «la gran valentía de la que hicieron gala». La intervención valió el reconocimiento del gobernador civil y del comisario provincial de policía.
Un año más tarde, 1984, aún antes de la fundación oficial, los que luego serían brigadistas lograron disolver una reyerta de numerosas personas en el cruce de las calles Quevedo y Doctor Fleming; también participaron en la detención de dos sospechosos que portaban cajas de cartón «de bastante peso», por la calle Zapaterías, y en la que uno se dio a la fuga, logrando requisar varios productos alimenticios que habían sido sustraídos de un vehículo estacionado en esa misma calle.
Ya como brigada especial, el 13 de marzo de 1987 se detuvo a unos individuos que sustrajeron una antena de un coche en la vía pública y, atendiendo a la descripción de testigos presenciales, la patrulla número 10 les dio el alto. Por ello fueron felicitados personalmente por la víctima.
Un mes después, la comisión municipal de gobierno puso en valor la intervención más reconocida por los agentes de la brigada especial. Se detuvo a tres individuos autores de un atraco a mano armada en la sucursal de Caja de Ahorros de San Andrés del Rabanedo. Se inició una persecución que acabó en San Cipriano, cuando se detuvo a uno de ellos por parte de un teniente de la Guardia Civil y un Morano; después, en unas cuadras cercanas, otros dos agentes de la brigada detuvieron a los otros dos atracadores. Por ello se presentó acta de felicitación y se concedió a cada uno de ellos 10.000 pesetas. «Se tendrá en cuenta para posteriores circunstancias especiales por brillantez y eficacia en el servicio y riesgo personal del mismo que lo justifiquen», recogía el documento de entrega.
Ya en los años 90, en 1992, se realizaron un par de intervenciones de calado. La primera tuvo que ver con el servicio de patrulla en la calle Lancia, donde observaron a una pareja de varones en el interior de un vehículo en actitud sospechosa. En el mismo localizaron una pastilla de hachís de 103 gramos y dos navajas y detuvieron al conductor. «El servicio pone de manifiesto la sagacidad y relevantes dotes profesionales y propone sean felicitados con constancia en expedientes».
También, durante una madrugada y tras una persecución, con riesgo de integridad física, dieron caza a un individuo peligroso, reclamado en Gijón, y advertidos de que poseía una pistola. Establecieron un tiroteo con el fin de pincharle las ruedas y que no pudiera seguir, llegando la persecución a Azadinos donde fue reducido. En el interior del vehículo había numerosa munición, una pala de monte y armas blancas robadas en la ciudad asturiana.
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En 1993, los Morano boys recibieron una felicitación «por profesionalidad y entrega» al servicio cuando tres delincuentes se apoderaron de un vehículo en Papalaguinda, con su propietario en el interior, y le dejaron atado y abandonado en Lorenzana. La denuncia dio lugar a la localización del coche, previa persecución, y en coordinación con la Guardia Civil, en Mansilla de las Mulas.
Otras dos actuaciones, en 1997, fueron reconocidas por la detención de cuatro individuos que intentaban colocar billetes falsos en diferentes establecimientos de la ciudad y a quienes se confiscó material falsificado, teléfonos móviles, una caja con fármacos y una navaja. También se detuvo a cinco individuos sospechosos y se registró dos vehículos con pequeñas cantidades de dinero, pastillas de psicotrópicos, tres trozos de hachís, cinco teléfonos y una bolsa con 400 gramos de cocaína de la que se habían desprendido.
El último registro de gratificación a la brigada se recoge en el año 2000 por la detención de un hombre con arma blanca en las inmediaciones de Oh! León. Se encontraba intimidando a jóvenes y fue desarmado con las defensas reglamentarias al negarse a arrojar la navaja al suelo. Se felicitó a tres funcionarios que intervinieron.
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