El 31 de octubre 2006, el Teatro Emperador bajó, por último vez, el telón. Una jornada en la que se ponía punto y final a una historia de 55 años de uno referente cultural de primer orden, que situó a León en el circuito teatral ... español.
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Doce años después, el silencio y el más absoluto abandono invaden el Teatro Emperador, convertido ya en una vieja reivindicación política que, sin embargo, sigue a merced del cruel paso del tiempo.
El Gobierno de Pedro Sánchez ha vuelto a poner el foco en él. Sin embargo, la solución no se presenta ni «técnica ni jurídicamente» sencilla. Más bien, es «bastante complicada».
Así lo ha señalado este sábado Javier García Fernández, subsecretario de Estado del Ministerio de Cultura y Deporte, con motivo de su participación en la capital de las Jornadas de Patrimonio Cultural organizado por el PSOE leonés.
«En el Ministerio se están manejando varias posibilidades distintas en torno al Teatro Emperador», señaló Fernández, que, si bien lanzó la pelota al tejado del Ayuntamiento de León.
«Tenemos la sensación de que es el Ayuntamiento el que debe liderar su rehabilitación y su puesta en valor. El Ministerio de Cultura apoyarán en todo lo que pueda pero quién debe estar por delante de todo es el Ayuntamiento».
Eso sí y a pesar de la complejidad que presenta la recuperación del Teatro Emperador, el responsable ministerial se mostró optimista de su futuro. «Supongo que antes o después se recuperará, ósea que no creo que al final haya pérdida», concluyó.
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Fue el 22 de setiembre de 1951 cuando el Teatro Emperador levantó por primera vez su telón con la actuación de Los Vieneses, una compañía de teatro fundada en los años 40, de reconocido prestigio en toda Europa y que incluso llegó a dar el salto a la pequeña pantalla con la llegada de la televisión a España.
El 25 de septiembre, apenas tres días después de la inauguración, tenía lugar la primera proyección, también en doble sesión a las 20:00 y a las 23:00 horas. Fue 'Los inconquistables', una producción de Paramount en Tecnicolor y «tolerada para menores», en la que se ofrecía «la más soberbia interpretación de Gary Cooper con Paulette Goodard y bajo la dirección de Cecil B.de Mille».
Desde ese momento, se sucedieron, aunque de manera intermitente, las representaciones y proyecciones en un teatro que casi nada tenía que envidiar a los de mayor prestigio del panorama cultural de toda España.
El Teatro Emperador se encuentra actualmente en situación de total abandono en pleno centro de la capital leonesa. Su imagen exterior se ha ido deteriorando con el paso de los años y el descuido de este edificio resulta más que evidente a los ojos del ciudadano y del visitante. En su interior, su mantenimiento es también inexistente desde hace años.
El edificio es propiedad del Ministerio de Cultura, después de que el Gobierno de España se hiciera con su titularidad en agosto de 2008 abonando al Ayuntamiento de León un total de 4,7 millones de euros. Su intención era instalar en este lugar el nuevo Centro Nacional de las Músicas Históricas para impulsar y desarrollar actividades culturales que permitieran difundir el legado musical español de los últimos 500 años hasta el siglo XXI con su apertura en el año 2011.
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El propio ministro de Cultura por aquel entonces, César Antonio Molina, anunció en una visita a León que sería el Ministerio de Vivienda quien se haría cargo de la rehabilitación del inmueble, respetando el diseño original del edificio aunque transformando los 3.900 metros cuadrados de sus instalaciones para acoger todo tipo de manifestaciones musicales, escénicas y coreográficas de formato mediano.
Aunque los avances y anuncios fueron conociéndose a cuentagotas, los temores de que el proyecto del Teatro Emperador podía caer en el olvido fueron cogiendo peso. Finalizaron las obras de rehabilitación de la fachada tras una inversión de 309.000 euros, si bien unos meses antes el director del Inaem había anunciado la necesidad de repensar el futuro del inmueble y las funciones que podría albergar.
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Pero en abril de 2014 se anunció subasta pública para la venta del Teatro Emperador, para la que se fijó un precio de salida de 3,7 millones de euros. Sin embargo, ninguna oferta se presentó para hacerse cargo del inmueble.
Pese a la reivindicación política, el Emperador sigue a merced del paso del tiempo y sin una solución que permita su vuelta a la vida doce años después de su última representación.
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