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Para Antonio Gamoneda el paso a nivel del Crucero fue el contexto de su infancia. La niñez del escritor más reconocido de la literatura leonesa germina en el número 4 de la Avenida Doctor Fleming, que para él siempre será la carretera ... de Zamora. En 1934 y con 3 años de vida, Gamoneda llega a este punto de León con su madre y ya huérfano de padre. Cambió Oviedo por los trenes que transcurrían a escasos metros de su casa y, desde la más temprana edad, sus recuerdos circulan en paralelo a la vida obrera de este barrio. Y es que durante los seis años en los que fue habitante del Crucero, conoció bien lo que suponía esa brecha por la que ya no circulan las locomotoras desde hace 10 años.
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«Los recuerdos no son muy buenos porque yo era un niño ciertamente y, aunque a los 10 años dejé de vivir en la carretera de Zamora, los recuerdos son que ese paso a nivel era muy peligroso y que allí hubo accidentes», expone Gamoneda durante una entrevista con leonoticias.
A esa memoria del Premio Cervantes 2006 llega rápidamente la represión de la Guerra Civil y su posterior desarrollo en «la zona más obrera de León». Al del peligro que suponía el tráfico ferroviario atravesando el núcleo urbano del Crucero, se sobrepone otro recuerdo, y es que por ese paso a nivel «salían los prisioneros que los militares sublevados llevaban a San Marcos».
Cuenta Gamoneda que a ese punto «llegaba un tren, paraba, bajaba los presos y allí los ataban con esposas o con lo que fuera y los ponían en fila de tres en tres para cruzar el puente de San Marcos y entrar en el penal». Tal y como narra el poeta, esto era sencillamente para «no llevarlos por La Condesa si salían por la estación, porque se veían menos por El Crucero. La Condesa contaba con mucha gente y estaba cercana a Ordoño constantemente llena de gente. Por esa discreción hipócrita, pasaban por debajo de mis balcones».
San Marcos, actualmente dentro de los alojamientos nacionales de Paradores, fue en esa época una cárcel donde eran trasladados cientos de presos políticos a los que el barrio veía desfilar camino a su condena y que marcaba la concierncia de los vecinos como Gamoneda. «Yo era un niño, pero eso no se borra. El circuito era paso a nivel, penal de San Marcos. El penal también tenía una proyección sobre el barrio muy fuerte porque por allí andaban siempre las madres para ver qué pasaba con sus hijos».
En un ambiente de hambre y necesidad tras la sublevación militar contra la II República, el barrio del Crucero era para Gamoneda terreno«ya marcado por sí mismo antes del paso a nivel y del discurrir de los presos. Era la zona más obrera de león, vivían los ferroviarios, los temporeros de la Azucarera y en menor número, los propios de la fábrica de químicos de la calle Astorga, por eso se sufrió la represión franquista más que en ningún otro. Si a eso le añades que también la propia circulación de los trenes hacía que hubiera mucho movimiento de militares, moros y alemanes, y desde luego presos, te puedes dar una idea de cómo era ese barrio».
Son las vivencias de un niño autodidacta para el que el mundo tuvo que caber en el único libro del que disponía y en lo que discurría bajo un balcón donde el pasar de trenes y miseria se convirtió en poema.
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