Los seis ingredientes que alimentan la noche de San Pedro

Con un chorrín de aceite, agua en abundancia, ajo, pan, pimentón y una gotina de sal se crea el alimento que calienta estómagos y caldea la noche de San Pedro en la ciudad de León.

La Plaza Mayor de la capital se volvió a convertir unas fiestas más en el epicentro gastronómico de la noche del 28 al 29 de junio. El motivo no era otro que la tradicional degustación de las sopas de ajo, uno de los platos por excelencia de la cultura leonesa y elemento ya indispensable en las fiestas de San Juan y San Pedro.

Adultos con el último fin de semana festivo por delante para celebrar, niños ya sin colegio, jóvenes y mayores. Las sopas de ajo no entienden de edades pero sí de gusto, porque no hay quien se resista, a pesar del calor algo bochornoso de finales de junio, a probar una cucharada del puchero.

Los productos de la tierra reinan en una celebración que un año más volvió a estar acompañada por la música de las charangas que desde primera hora de la noche anunciaban la fiesta en la céntrica plaza de la mano de la Federación de Peñas que desde 2020 se encarga de la organización del acto.

A los fuegos no podía faltar Ramón Benavides, que desde hace doce años no se pierde la jornada como maestro de las sopas, que llega a servir a cerca de 500 personas solo en esta noche de fiesta. 200 litros de agua, unos 50 kilos de pan de hogaza, cerca de seis kilos de ajo, unos cinco litros de aceite y pimentón y sal para aderezar conforman la receta de las sopas más especiales de León.

Unas sopas de ajo que se sirven, como desde hace años, en los cuencos de barro realizados en la alfarería de Jiménez de Jamuz, todo un clásico de la cita que llena tripas y despierta sonrisas.

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