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La segunda y última cita de la feria taurina de San Juan en León comenzaba con una terna de lujo: El Juli, Manzanares y Roca Rey, tres diestros que en la primera mitad de la temporada han pisado muy fuerte, sobre todo el madrileño y el peruano, quienes pincharon la Puerta Grande en Madrid (Juli doblemente) y en Sevilla, el primero salió por la del Principe.
Iniciaba el paseíllo en El Parque nueve minutos tarde, y a menos veinte salieron al ruedo el Juli, de verde y plata; Manzanares de grana y oro y Roca Rey de perla y plata. Se registró una buenísima entrada de tres cuartos de plaza, siendo en la última hora el mayor arreón de ventas.
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Con toros de Garcia Giménez y Olga Giménez, desiguales tanto en presencia como en juego, destacaron el quinto y el sexto por su fondo y nobleza, si bien seguían siendo faltos de fuerza y casta. El Juli, aseado, se llevó sin duda el peor lote: los dos sin fuerza ni ganas ni transmisión. Cortó una a su primero. Manzanares pudo saborear el toreo en su segundo, con el que pinchó la Puerta Grande, mientras que en su primero anduvo correcto, paseándole un apéndice, Andrés Roca Rey, por su parte, desorejó a un correcto primero y le volvió a cortas las dos al cierraplaza en una faena de poderío y mano baja.
Abría plaza uno negro de capa y «Escondido» de nombre, anovillado y cornidelantero que en el saludo capotero de El Juli perdió las manos. Recibió un buen puyazo al que respondió con un leve juego sin apenas meter los riñones, justo antes de que el madrileño le recetara un ajustado y templado quite por chicuelinas y una larga muy despacio.
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En banderillas hubo una buena actuación por parte de todos los subalternos de un Juli que a continuación brindaría al respetable, para empezar de seguido con unos muletazos genuflexionado a los que el toro respondió a duras penas acusando su falta de fuerzas. Al de Garcia Giménez le llevó a media altura, sin exigirle mucho -puesto que a la mínima que le bajaba la mano se caía- y dándole distancias.
Con una embestida desigual, el diestro supo torearle sin enganchones y sacando, incluso, buenos derechazos. Por el izquierdo se dejaba frente a un Juli que le llevaba largo y atrás con gran gusto y conocimiento. Acabó la meritoria faena por molinetes antes de enterrar hasta la bola una estocada muy trasera y tendida. Oreja.
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«Esaborio», de Olga Giménez, le cayó en suerte a Manzanares. Era una pintura: castaño salpicado bragado y también anovillado y cornidelantero, que además se llevó los aplausos de los tendidos nada más salir. Fue un tanto suelto en el capote, aunque cuando embestía lo hacía metiendo la cara. Un breve puyazo y a cambiar. En banderillas hubo un ajustado y reunido par, el último.
Con la lengua fuera desde el primer par, en la muleta JoseMari le tanteó por alto de inicio para evidenciar su falta de fuerza. Se volvió un toro reservón por el derecho, si bien en la embestida tenía cierta clase, y en el izquierdo sobre todo, donde además aguardaba recorrido. Fue una faena más de oficio que de otra cosa. El toro se acabó rajando huyendo a tablas. Estocada tendida y atravesada. Oreja.
El tercero, primero de Roca Rey, se llamaba «Boticario», un negro serio, de buena presencia aunque cornicorto. El burel fue recibido por verónicas templadísimas combinadas con chicuelinas muy garbosas. El toro fue picado en terrenos del 7 al salirse suelto en el capote de Andrés y no dar tiempo al picador a colocarse donde se realiza el tercio, es decir, en el 9. Roca lo dejó bastante crudo, como viene siendo habitual. Le pegó unas chicuelinas y un quite por tafalleras en los medios de lo más ajustado posible que provocaron los «uy» y «oles» del respetable, cayendo éste rendido ante el valor seco del peruano.
En banderillas el animal se mostró distraído, aunque el primer y tercer par fueron extraordinarios asomándose los banderilleros al balcón. Inició Roca por estatuarios como si estuviera toreando a un becerro, sin moverse con pies de plomo enterrados en el albero. El toro, enclasado y obediente, y un Roca Rey templado e inspirado se fundieron en uno, aunque la faena fue de más a menos. Sin embargo, no dejó de haber derechazos eternos y templados que acabaron por romper y desatar el delirio del público. Abrochó faena por el izquierdo de uno en uno. Una estocada honda y otra algo tendida. Dos orejas, la segunda generosa.
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«Escondido», el segundo del Juli, anovillado y de poca presencia fue recibido con una larga cambiada de rodillas. Nada más intentar lancearle a la verónica el toro se autodefinió: flojo. Por eso la vara fue muy medida, marcada, y aún así el de García Giménez perdió las manos.
En el trasteo aumentaron las carencias del toro, se vio un animal con cero transmisión, totalmente descastado y muy falto de fuerza. A pesar de todo aquello, el Juli, sereno, se puso con la pañosa a media altura y haciendo lo máximo con lo mínimo. No tenía oponente. Estocada honda y tendida.
Hizo quinto «Despensero», buena presencia tanto de cuerpo como de pitones, el mejor presentado de la corrida de Garcia Giménez. Suelto en el capote del alicantino, perdía las manos, igual que sus hermanos, por lo que con el objetivo de conservarle el diestro le dio los lances indispensables y ya. Se arrancó fuerte al caballo, donde se le daría un puyazo trasero y que a la salida se volvió a caer. Manzanares, para aliviar al toro y que no acusara sus más que evidente falta de fuerza le llevó alto, suave y a media altura.
Por el derecho cuando no se caía tenía clase y recorrido, dando el torero muletazos muy firmes. Le dio redondos por derecho en los que en burel seguía la muleta con ritmo y cadencia. Por el izquierdo la faena bajaba, pero por el otro volvía a subir. Y Manzanares, a la altura de ese gran pitón diestro. Le llevaba cosido, dándole tiempo entre tanda y tanda para que recuperase el de Garcia Giménez.
Una lidia de menos a mucho más -al igual que el toro- en los que incluso, en ocasiones, le pudo bajar la mano aunque sin atosigarle mucho. Faena tesonero ante un buen toro que al final acabó viniéndose arriba ante lo que parecía ser uno más. Pinchazo, media estocada y muerte al segundo descabello. Ovación.
El cierraplaza tenía de nombre «Despensero», negro de pintas, bien presentado por delante y algo hondo al que Roca le dio verónicas de rodillas. Metía Despensero la cabeza en la lidia de los subalternos, mientras que en el peto no se empleó y recibió una pica trasera. Hubo una muy buena actuación en banderillas de la cuadrilla del peruano, no así del toro que era reservón y distraído, y que a veces soltaba la cara al final de la embestida. Empezó la faena Roca Rey pegado a tablas, por alto y con pases templados.
Aunque el toro daba el tornillazo, Andrés acaba los muletazos por debajo de la pala del pitón para evitar enganchones. Se le veía a gusto ante un toro complicado e incierto. Le llevaba sometido y largo, muy largo. Con torería y tesón. Por el izquierdo el animal tenía recorrido y calidad, aunque todo ello magnificado por el buen hacer del peruano dándole siempre toques fuertes y dejándosela puesta. Era por el derecho por donde más llegaba la faena al tendido, y por ahí se la hizo. Andrés le exigía mucho, le llevaba muy bajo y el toro respondía. Se acopló bien el de Lima, que estaba muy en torero, a las condiciones de su reseñado. Estocada honda. Dos orejas.
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Abel Verano, Lidia Carvajal y Lidia Carvajal
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
José A. González y Álex Sánchez
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