El estruendo que anuncia las fiestas y el verano

Los tres avisos aceleraron el pulso de la espera y el paso de aquellos que aún callejeaban en busca de la mejor ubicación. Pronto el cielo se tiñó de color y el ruido se apoderó de la tranquilidad de una cálida noche con el termómetro despidiéndose de los 20 grados.

Los castillos de fuegos artificiales encendieron la noche de San Juan con un espectáculo a cargo de Pirotecnia Xaraiva.

Como cada año en estas fiestas, la ribera del Bernesga era la ubicación ideal para poder ver cómo las formas se iban construyendo en el cielo.

Exclamaciones ante aquellos más extraños y las tradicionales palmeras, que se siguen llevando la aclamación de los leoneses. Son como aquellos viejos rockeros que nunca mueren.

Colores y diseños de todo tipo fueron brotando a fuego lento en el cielo. Se encadenaban las tracas de una buena lanzada de fuegos artificiales que retumbaron en toda la ciudad.

El espectáculo se prolongó durante media hora, hasta que casi se hizo de día con una despedida que resonó para marcar el inicio de una noche de fiesta, la más corta del año, en la que León volvió a vivir su estrecha relación con el fuego.

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