El trabajo en la sombra del Come y Calle

En las horas punta de la barra, que son mucha, se divisa el ajetreo. «Es un no parar constante, tienes que estar a todo, además, yo soy nuevo este año y vamos, lo he vivido en mis propias carnes e trabajado sin parar todo el rato, pero con mis compañeros se hace más ameno, hay buen rollo y yo me lo paso bien», comenta uno de los camareros.

Mientras la gente disfruta, el estrés se palpa detrás de la barra y es que nadie sabe lo que es trabajar en la hostelería hasta que lo hace. «No me lo imaginaba tan duro, pero bueno se trabaja bien, acabas con las rodillas tocadas, pero vamos, lo normal, si estás mucho tiempo de pie moviéndote agachándote, es lo que hay», detalla otro camarero.

Otro de los clásicos del Come y Calle es saborear alguna de las Food Truck. En muchas de ellas las colas pueden durar hasta horas.

En un pequeño espacio con el calor de la plancha atizando hay que saber gestionar para que vaya lo más rápido posible. «Es muy complicado, lo más difícil es a nivel mental, la infraestructura de aquí es la que hay y eso hay que llevarlo como se puede, sobre todo con mucha paciencia», apunta uno de los cocineros de la food Truck de Cárnicas Riaño, una de las que más colas genera en este evento.

Y cuando todo el mundo se va, el trabajo en este recinto sigue. «Después de todo hay que pensar que todavía hay aquí horas de limpieza y recarga de cámaras; salimos muy tarde y pensando que el siguiente día es otra vez igual», apunta Jorge de Carnivan, que en los días de más apogeo esta popular hamburguesería de la capital leonesa ha tenido colas de más de una hora.

Un trabajo que aprendes a automatizarlo rápido por eso donde el cliente ve cinco cañas el trabajador ve «17,50 euros y si no tienes vasos serían cinco euros más».

La realidad es que no se nos puede olvidar que para que un evento de estos brille hay una multitud de personas que trabajan en la sombra.