Pendones al viento, «¡Viva San Froilán!».
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La emoción desborda este 5 de octubre. Miles de romeros se dan cita este martes para realizar la tradicional peregrinación a La Virgen del Camino por la festividad de San Froilán.
Tras meses de dura pandemia que han dejado ... una profunda cicatriz social y económica los pendones se han vuelto a levantar al viento para recordar que los leoneses nunca se rinden y evidenciar el enorme cariño que se le profesa a San Froilán.
Los pendones han marcado el camino acompañados por los carros engalanados, la música tradicional, y por supuesto las vestimentas más tradicionales.
Había motivos para la alegría, para la pasión y, por supuesto, para rememorar que todo León celebra uno de los días más grandes y más esperados.
La romería de San Froilán es inmemorial, casi tanto como las tradiciones que rodean a este cinco de octubre. La costumbre se ha hecho norma y la cita indispensable en el calendario de los leoneses pese a que la pandemia obligó a la supersión de la última gran cita.
Hay quien, a pie de camino, recuerda que más de 30 años llevan realizando el trayecto de cinco kilómetros que separan la capital de la localidad del alfoz. Otros ni recuerdan cuando fue la primera vez que se calzaron las zapatillas para rendir visita a San Froilán.
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Largas filas a lo largo de la mañana para revivir momentos que pertenecían al recuerdo. No han faltado los perdones y, por supuesto, el tradicional saludo a la emblemática figura del santo con tirón 'de narices' incluido.
La Virgen del Camino ha vuelto así a honrar al patrón de la Diócesis de León y cumplir con la tradición del 5 de octubre, uno de los días más leoneses del año.
El santoral anota que San Froilán nació en los arrabales de Lugo en el año 833 y que a los dieciocho años dejó la casa de sus padres para emprender vida de ermitaño, inicialmente en El Bierzo y más adelante en las montañas leonesas del Curueño. Impulsó el desarrollo de la vida monástica con iniciativas como la fundación en tierras zamoranas de los monasterios de Tábara y Moreruela de Tábara, donde desempeña el oficio de abad.
En el año 900, vacante la sede episcopal legionense, el pueblo de León pide al Rey Alfonso III que le conceda por obispo al Abad Froilán y en el día de Pentecostés de ese año 900 Froilán es ordenado obispo. En el año 905, tras un fecundo lustro de ejercicio episcopal, con dedicación especial a la reforma de los sacerdotes, monjas y seglares, fallece y es enterrado en la Catedral y en el año 916 sus reliquias, por orden del Rey Ordoño II, son trasladas a la nueva Catedral. Parte de sus reliquias descasan a día de hoy bajo el altar mayor del primer templo diocesano.
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