Así se monta un carro ganador

El país caminaba por los estertores del franquismo cuando Roberto se montó por primera vez en un carro y se animó a desfilar por León.

Era solo un niño, pero San Froilán se coló en su alma en aquel año 75 para nunca más abandonar una de las múltiples tradiciones que evoca esta fiesta en la provincia.

Ahora, desde el local de Javi, no falla nunca a la cita y lidera cada año el ingenio y la creatividad que han llevado a la Asociación San Pedro del Castro a ser unos referentes en el concurso de carros engalanados que organiza el Ayuntamiento de León en el domingo previo a la fiesta del patrón.

Un grupo de diez personas han estado el último mes citándose en esta finca de la barriada para ir montando su aparatejo, que en esta ocasión serán tres. Trabajo y tiempo es la receta, y todo ello entremezclado con ilusión, imaginación y tradición.

No faltan detalles en unas paredes llenas de aperos que hoy parecen salidos de una época que la mayoría no recordamos. Y si nos ponemos a investigar los carros, la sensación es de haberse subido al Delorean junto a Martin McFly y haber viajado a un pasado muy lejano.

En Puente Castro cada año se cambia el decorado. Un carro pasa de ir 'a redondo' a una cubierta de 'dos aguas'. Con unos usan armantes para las pajas y otros tiran de piconadas. Se calzan y se van dando forma sobre la madera que parecen moldearse hasta dar con el diseño correcto.

La mente pensante es la de Roberto. Cada año busca un tema diferentes y en este 2023, tras los primeros premios de 2021 y 2022, ha tenido que retorcer sus ideas para dar con tres temáticas diferentes.

Los leoneses podrán admirar este domingo a las tres parejas de bueyes, dos asturianas y una gallega, que cruzarán el Torío para desfilar por la capital leonesa.

Uno irá dedicado a la natividad de los niños y aparece plagado de trajes de acristianar. Todo va cubierto de ropa antigua, mantillas, baberos y trajes -algunos de los años 40- que han llegado a bautizar a miembros del Grupo de San Pedro del Castro. Junto a ello aparecen gorros, amuletos, relicarios y objetos contra el mal de ojo.

El segundo tiene como idea la iglesia casera, aquella que en el siglo pasado recorría las casas con vitrinas, cargados de latas de membrillo y adornado con paños de ofrenda y altares de las cruces de mayo.

El último lo marca la labranza. Es un homenaje al campo, al producto. Una enseñanza en la calle para los más jóvenes y que conozcan el centeno, la cebada, el trigo, la legumbre o los quicos. Por dentro aparece decorado como una casa de época con los retratos de los señores.

Lo más difícil es colocar las mantas y, sobre todo, coser. Todo el tejido que llevan son mantas de estameña, ojo de perdiz o alfombradas, todas de 70 u 80 años, y colchas de seda o morunas; también usan mucho ganchillo, como ha sido siempre predilección en Puente Castro.

Roberto pone la idea y sus amigos ejecutan. Cualquier mano es ayuda en el mes de septiembre para ir dando forma a un carro que sale con la intención de volver a ganar.

Y todo empezó cuando un concejal presentó la idea en la barriada y Manolo, el tío Jeromo, el tío Cundo y la tía Cándida se animaron a participar. Hicieron dos carros y en uno de ellos viajó Roberto que vestió un traje de estameña que llamaban las bragas del tío Lin de Villaturiel.

Desde entonces, Puente Castro ha llevado premio «todos los años» y, explican, no es cosa de favoritismo. «La gente dice que siempre ganamos, pero es que aquí nos curramos el carro y el que se curra el carro puede ganar igual que nosotros. Para sacar un carro guapo hay que trabajarlo».

Y la fiesta del domingo llegará a su final de la mejor forma, como marca la tradición: la romería finalizará con la merienda en la plaza del Grano, donde la asociación llevará chorizos entrecallados, morcillas y empanadas para, todos juntos, esperar un veredicto que esperan les reconozcan como el mejor carro engalando de la provincia.

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