«León sabe bien de pagar tributos; el último, de hace poco, nos obliga a estar donde no queremos»

Tras la plegaria, la sotadera dirigió a sus jóvenes al tradicional baile de alegría que pone fin al ominoso tributo de entregar a las doncellas al califato.

Dentro del claustro, tocaba debate y, una vez más, el clero encontró en las campanas de la torre Norte a su primer aliado. Atronaron cuando el síndico, en la figura del alcalde José Antonio Diez, se dispuso a tomar palabra en su primera intervención.

«Es el deseo del pueblo de León ver cómo la corporación acude a recordar el pasado. Nos pide que seamos fuertes frente a todo y frente a todos», comenzó el regidor en un alegato en el que empezó a mostrar por dónde caminarían los derroteros. Tras hacer un recordatorio histórico del motivo que les lleva hasta este lugar cada domingo previo a San Froilán, Diez aseguró que la ofrenda «no la paga la Junta, ni el Gobierno, ni los fondos Next Generation», sino que forma parte del donativo del pueblo «que viene libre y voluntariamente». Ensalzando la historia de León con un «legado inigualable», el alcalde finalizó su primera intervención. «Reivindico un pasado que nos hizo fuertes en Europa, Cuna del Parlamentarismo y tierra de libertades».

Tomó el micrófono Mario González, administrador de la catedral, y representante del cabildo. «El pasado debemos usarlo como trampolín hacia el futuro y no como un sofá en el que quedarse anquilosado», advirtió. Sus primeras palabras fueron de alabanzas a la «valentía» de José Antonio Diez durante su mandato, y puso pronto al pueblo del lado de su alcalde: «Si los de dentro le tratan mal, los leoneses le trataremos bien. Porque si tiene a Tudanca como amigo, ¿quién quiere enemigos?», golpeó con retranca el canónigo despertando las risas y el aplauso de todos los presentes. Y tras el gran cumplido, le quiso matizar sobre «las manipulaciones históricas» que el primer edil había realizado y le matizó que el corregimiento «se obliga a venir» en ofrenda a la virgen.

El segundo turno de palabra lo utilizó Diez en ensalzar el «buen nivel» de pádel de su adversario, las buenas dotes de canto y apeló a los tributos que el pueblo de León ha estado acostumbrado a pagar durante su historia. «El último tributo lo pagamos hace cuatro décadas, cuando al pueblo de León se le forzó a estar donde no quiere estar y es algo por lo que vamos a luchar», impuso ante el aplauso de parte del claustro. «Esa institución lucha por borrar nuestra historia», insistió. Y de nuevo apeló a la libertad de los leoneses para acudir a esta cita, al igual que él había sido libre para hacerlo a pesar de no poder celebrar el aniversario de bodas con su mujer.

Y fue entonces cuando Mary, la mujer del alcalde, tomó protagonismo. Don Mario le recordó que «al igual que está enamorado de Mary, también lo está de nuestra catedral y es que en este caso el amor no es exclusivo». Aprovechó la jugada el clérigo para señalar los orígenes gallegos de la mujer del regidor y pedirle «un detalle» en forma de percebes. Con una revista de la Catedral de León en la mano, le señaló un artículo que finalizaba recordando las Cantaderas y la «voluntariedad» del pueblo en acudir a esta cita, algo para lo que le dio opción a cambiar haciéndole entrega de un 'tippex' en el que borrara «su error» en el texto.

Respondió Diez al regalo y le entró una bandera de León al cabildo, reclamando que «al menos un día al año, una bandera de León ondease en la catedral», algo que recibió de buen agrado González, y puntualizó el regidor: «esto, también es voluntario», entre las risas de los asistentes. El cierre lo puso el clero felicitando al matrimonio por su aniversario e invitándole a celebrar las bodas de plata en el templo.

Ambos ordenaron levantar acta, con sus respectivos pareceres sobre el debate que finalizó en tablas, y el síndico entregó un donativo al cabildo. La duda, de si la entrega fue libre o voluntaria, quedaría para el próximo año.