Carros y pendones por el santo

Abrían el desfile los pendones. De nuevo se contaron por cientos los estandartes, esencia de los concejos del viejo Reino y de los pueblos leoneses, los que acudieron a la cita con el santo.

Los mozos volvían a exhibir sus mañas y destrezas para portar los símbolos que representan los valores y sentimientos de sus localidades y hacían las delicias de las miles de personas que los recibían en La Virgen.

Tras ellos era el turno de los carros engalanados. Casi medio centenar de estos medios de transporte rurales se asomaron a la Basílica pujados por sus pesados ganados de vacuno, ecuestre y algún que otro burro.

La explanada de La Virgen del Camino acogía uno a uno los carros para iniciar la mejor parte de una romería, el buen yantar, con los productos típicos de la provincia que venían cargados sobre la parte tractora.

La tradición se ha vuelto a dar cita con su patrón y el buen tiempo ha permitido transmitir el legado de una romería que sigue convocando a miles de fieles y curiosos y que transforma a la localidad del alfoz en epicentro de la fiesta y el arraigo de lo leonés.