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Agencias
León
Martes, 13 de marzo 2018, 11:54
La Audiencia Nacional, en Madrid, juzga desde este miércoles al etarra Sergio Polo que se enfrenta a 122 años de cárcel por el asesinato, el 22 de diciembre de 1995, del comandante del Ejército Luciano Cortizo Alonso en León al estallar una bomba lapa ... en su vehículo en el que viajaba con su hija, que resultó gravemente herida.
La causa por este atentado fue reabierta hace algo más de dos años después de que fueran hallados indicios contra Polo y la jefa de ETA María Soleledad Iparraguirre, Anboto, –presa en Francia–, a raíz de la revisión que las fuerzas de seguridad hacen de los atentados de la banda sin resolver.
En su escrito de acusación, la Fiscalía, además dde la citada pena de prisión, pide que se prohíba al acucusado viajar a León durante diez años desde su excarcelación, y que indemnice a la viuda con 180.000 euros, a su hija en la cantidad de 25.000 por las lesiones causadas, 200.000 por las secuelas, y 160.000 por el fallecimiento de su padre, informa Efe.
En relación con el asesinato del comandante Cortizo, la Guardia Civil desveló en un informe que en el registro del domicilio de Pasajes de San Pedro (Guipúzcoa), alquilado por Sergio Polo, se ocuparon «numerosas evidencias, documentos y efectos» que le incriminaba a él y a Anboto en este atentado.
Según el relato del fiscal, en fechas previas al 22 de diciembre de 1995, Anboto entregó a Polo material explosivo para asesinar al comandante Cortizo, dándole instrucciones precisas. Polo lo guardó en el piso de Pasajes, y ahí elaboró una bomba lapa compuesta por 1.200 y 2.000 gramos de cloratita con un dispositivo de iniciación mecánico - eléctrico.
Días antes del crimen, se trasladó desde San Sebastián a León, utilizando el transporte público, y vigiló a Cortizo hasta detectar el vehículo que usaba habitualmente para sus desplazamientos en la ciudad de León, un Ford Orión.
Una vez localizado el coche, que se encontraba estacionado en la calle de Álvaro López Núñez desde las 17.30 horas del 21 de diciembre de 1995, el etarra, utilizando un destornillador preparado especialmente para forzar las cerraduras de los Ford, accedió por la noche y «con la intención de acabar con la vida del comandante, así como de cualesquiera personas que se introdujeran en el vehículo o estuvieran en sus proximidades, colocó bajo el asiento del conductor la bomba lapa».
Sobre las 13.20 horas del 22 de diciembre, el comandante y su hija María Beatriz se introdujeron en el vehículo y cinco minutos después de arrancar y tras circular unos uno 300 metros hizo explosión el artefacto. En ese momento el coche se encontraba detenido ante un semáforo en la calle Ramón y Cajal, a la altura de la confluencia de las calles Renueva y Abadía, de León.
A consecuencia de la detonación, el comandantete, que tenía 44 años, fallelleció en el acto, y su hija, que tenía 18, resultó heririda de gravedad necesitando varias intervenciones quirúrgicas y quedando con secuelas. Según las informaciones publicadas entonces, la joven fue trasladada al centro hospitalario Virgen Blanca, donde inmediatamente fue operada.
La explosión de la bomba le originó lesiones muy graves en el bazo, que le fue extirpado, y el hígado, así como fractura abierta en el antebrazo y la mano izquierda y heridas en el muslo izquierdo.
Igualmente resultaron con lesiones personas que transitaban por la calle en el momento de la explosión del coche bomba. Además de a la familia del fallecido, el fiscal pide también indemnización para heridos de menor gravedad y para la reparación de los daños materiales que causó la explosión del coche en el centro de León.
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