El estudio psiquiátrico de los acusados mostró que «no hubo arrepentimiento ni pena»

Ni arrepentimiento ni pena. Los dos acusados no mostraron «ningún tipo de resosancia afectiva» durante el examen psiquiátrico de los médicos forenses el día de los hechos.

«¿Mostraron algún indicio de arrepentimiento o pena con la víctima?», preguntaba el letrado de la acusación particular a los dos médicos forenses que llevaron a cabo el reconocimiento de los acusados el mismo día del crimen. «No, en ningún momento», respondieron ambos tajantes y añadieron: «No vimos resonancia afectiva». La resonancia afectiva se refiere en psiquiatría a la posibilidad de cada persona de sentirse afectada por una determinada experiencia humana externa.

En este sentido, los médicos explicaron al jurado popular presente en la sala que «seas o no culpable estás hablando de la muerte de una joven y no había pena».

Ambos médicos llevaron a cabo el examen de los acusados tras el crimen cometido el 17 de marzo de 2021 en una vivienda en Cembranos en el que una prostituta de 20 años fue asesinada. En el informa explicaron que el acusado «se encontraba plenamente consciente, no estaba alterado y sin síntomas de perdida de memoria».

También explicaron que «tenía cierto grado de nerviosismo, pero controlado» y asemás «se comunicaba perfectamente con un lenguaje coherente». En aquellos momentos, el acusado «cargaba toda la responsabilidad sobre la otra persona» y es cierto que, según refieren los médicos en la declaración, no tenía lesiones en sus brazos y manos «o eran muy pequeñas para establecer conclusiones al respecto».

En relación a las preguntas del Ministerio Fiscal sobre su estado de ansiedad, los médicos han asegurado que «era compatible con que que venga la Guardia Civil a casa y se encuentre un cadáver».

La situación de la acusada en aquel momento era similar con una única diferencia. Ella «presentaba sangre en brazos, antebrazos y pies», pero a pesar de ello «estaba orientada, hablaba y respondía consciente» a todas las preguntas de los médicos. Los peritos aseguran que «en un momento dado se enciende un cigarro y se pone a fumar».

Al ser preguntada por las heridas, la acusada explica que la sangre no es suya y que «ha estado peleando con una chica» porque «le quería quitar a su chico». Durante la conversación, preguntó en varias ocasiones por el otro acusado diciendo que «quería hablar con él».

En el segundo examen que se les practica a ambos acusados, los médicos anotan que ella asegura que «no recuerda nada del del día de los hechos, pero no hay nada patológicamente que le impida recordar». Tras este estudio concluyen que es «una persona manipuladora, poco empática y con escaso sentido de la responsabilidad».

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