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Feliz día del libro

Feliz día del libro

Vivimos en un mundo en el que todo avanza a una gran velocidad, la cual marca el ritmo de la información que recibimos

Estíbaliz Becerro Pellitero

León

Miércoles, 23 de abril 2025, 09:21

Vivimos en un mundo en el que todo avanza a una gran velocidad, la cual marca el ritmo de la información que recibimos, en el que leer se ha convertido en un acto casi de rebeldía. Es por esto que tal día como hoy, 23 de abril, el Día del Libro, es una fecha importante en la que debemos pararnos a pensar en lo que realmente significa la lectura. En una época de consumo rápido en la que estamos desbordados por pantallas con su contenido diseñado de acuerdo con nuestros gustos y en la que estamos atrapados en un océano de distracciones que llegan con cada notificación, ser capaz de perderse en un libro es un gran desafío.

Pero leer no se trata solo de resistir; es un abrazo inesperado por la espalda, un refugio donde el alma se expande y la mente respira, una manta caliente que nos protege del frío de las noches invernales. Leer nos permite entregarnos a la pausa en un mundo en el que todo es urgente. Es un pasaporte que nos permite viajar a mundos lejanos abriendo puertas invisibles; es el autor tendiéndonos su mano para explorar universos lejanos y desvelarnos misterios que nos rodean. Es el placer de deslizarse entre las palabras lejos del deber que nos ahoga. El placer de la lectura nos permite perdernos para encontrarse con nosotros al doblar la última página. Leer teje geografías de sueños y memorias con hilos de palabras.

A lo largo de la historia, la literatura ha estado presente como testigo y protagonista encendiendo hogueras de conocimiento, desafiando ideologías y liderando revoluciones. Desde los papiros de los antiguos egipcios hasta la aparición de la imprenta de Gutenberg; desde libros prohibidos a bibliotecas ocultas en el subsuelo. Las palabras han funcionado como faros de resistencia, salvación y desafío.

Pero la historia también ha vivido épocas marcadas por crisis de miedo a las ideas durante las que se ha buscado quitarles la voz. Como en la quema de libros de Bebelplatz en Berlín donde las llamas devoraron hasta la última página de aquellos textos que eran considerados peligrosos en un acto de represión. Al igual que en Farenheit 451, donde el trabajo de los bomberos era quemar libros para acabar con el pensamiento libre, ya que aquello que no se puede nombrar no existe. Esto va más allá de la distancia marcada entre realidad y ficción, ya que la primera siempre supera la segunda. Los libros arrojados a las hogueras en Bebelplatz eran más que hojas de papel encuadernadas: son parte de la memoria colectiva que estaban intentando aniquilar.

Sin embargo, la historia ha demostrado que las ideas ni arden ni mueren: renacen en la memoria de aquellos que se atreven a sumergirse en ellas. Así como la Biblioteca de Alejandría ardió, suponiendo el fin de siglos de avance y conocimiento, cada libro prohibido es una antorcha que ha sido apagada a la fuerza. Lo que aquellos que intentan acabar con el conocimiento crítico no saben es que la lectura es un fuego imposible de extinguir: sus llamas pueden ser contenidas a la fuerza durante un tiempo, pero siempre habrá quienes, movidos por el deseo de conocer, las enciendan de nuevo. Con cada lector nace una chispa silenciosa resistente al olvido.

En un día a día marcado por el entretenimiento sobrecargado de estímulos, la lectura se mantiene como esa llama inextinguible. Lejos de toda lógica de lo que esperaríamos dado el bombardeo constante de información, los jóvenes leen más que nunca. Las historias siguen cobrando vida adaptándose a la era digital en la que vivimos: ahora podemos disfrutar de las historias a través de audiolibros, podcasts o pantallas, entre otros, buscando a esos destinatarios que anhelan refugio o revelación. La literatura, lejos de morir, está más viva que nunca. Sigue renovándose y mostrándonos las respuestas, las cuales se hallan latentes en los libros.

Pero la lectura no es solo una acción placentera o escapista. Es una brújula en un torbellino de información. En un mundo en el que estamos saturados de información y corremos los peligros que conlleva la sobreinformación, la lectura crítica es el escudo bajo el que tenemos que defendernos contra la manipulación, actuando como instrumento que nos permite diferenciar el vasto vacío en el que resuenan ecos de la verdad. Nunca ha sido tan importante como ahora extraer esa información cuestionando y dudando, porque en cada página se teje un pensamiento más libre, más claro, más humano.

En tal día como hoy, celebremos perdernos entre las páginas, ser capaces de atrevernos a desafiar la inmediatez y el milagro de poder viajar, amar y sentir a través de un atajo de palabras. Leer es un acto de amor a la imaginación, al conocimiento, al pensamiento crítico. Y siempre que haya historias que contar, habrá corazones que merecen ser escuchados. Así la lectura continuará siendo esa luz en la oscuridad, inexplicablemente perpetua, que ilumina el alma del mundo.

A José Manuel López Bañuelos, por ser el capitán del barco que partió en clase de literatura hacia un mundo maravilloso del que ni quiero ni puedo volver. La lectora, escritora y crítica que soy es gracias a ti.

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