Silvia Fernández, neumóloga de la Unidad del Sueño del Caule. Ana G. Barriada

Un espacio para no perder el sueño

La Unidad del Sueño del Caule atiende una media semanal de 20 pruebas de sueño, de las que más del 80% son vinculadas a apnea, una patología prevalente que tiene a los ronquidos, las pausas al respirar y la somnolencia como síntomas sospechosos

Jueves, 21 de septiembre 2023, 08:15

Poligrafía, pulsioxímetro, máquina CPAP... Son términos que puede ser que no haya escuchado, pero que están relacionados directamente con el nivel de calidad del sueño. Un descanso pleno durante la noche proporciona una buena salud. Lo que en principio es algo placentero se convierte en ... todo un reto para las personas que padecen algún tipo de problemas del sueño. Unos trastornos que se han multiplicado en los últimos años como constata el aumento considerable de pruebas del sueño en la Unidad Básica del Sueño del Complejo Asistencial Universitario de León (Caule).

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A la semana se realizan de media un total de 20 pruebas, a lo que hay que sumar el amplio número de solicitudes pendientes de atender por esta unidad del Caule donde están al frente dos neumólogas, Silvia Fernández y Paola Gudiel. La patología más prevalente que se detecta tras la realización de las pruebas es la apnea del sueño, que supone más de un 80% del total. Los ronquidos, las pausas al respirar y la somnolencia durante el día son tres factores que pueden ser indicativos de padecer esta patología. «A quien sufre de apnea del sueño se le produce un cierre o un colapso de la vía aérea superior mientras duerme. Esto hace que no pueda entrar el aire a los pulmones y el paciente deja de respirar. Si las paradas son por encima de 10 segundos y suceden en varias ocasiones por hora son patológicas», señala Fernández.

Pese al aumento de solicitudes, la neumóloga subraya que lo que se está viendo ahora de casos de apnea del sueño «no es más que la punta del iceberg» pues hay muchos pacientes con apnea del sueño que no sospechan que la puedan tener. No obstante, las consecuencias asociadas son las que levantan la voz de alarma. «Hay pacientes que vienen y desconocen lo de las apneas, pero saben que son roncadores muy importantes, se levantan con sensación de asfixia y tienen somnolencia. Aunque no sepan que hacen apneas, si tienen factores de riesgo cardiovascular conviene hacerles la prueba del sueño», explica.

La apnea está muy relacionada con otras patologías como la hipertensión arterial, las cardiopatías isquémicas, anginas, infartos, ictus, diabetes, enfermedad renal e incluso algunos cánceres. Silvia Fernández destaca que «es importante diagnosticarla y tratarla para poder controlar esas otras enfermedades también. A veces llegan pacientes por parte de cardiología porque tienen arritmias que no se controlan y de base ese paciente tiene una apnea del sueño».

Realización de la prueba

Desde Atención Primaria, los pacientes llegan a este área de Neumología del Caule. Mientras atiende a leonoticias en la sala de control de la unidad, Silvia Fernández señala las pantallas en las que se pueden observar las tres habitaciones en las que se realizan los estudios del sueño. «Durante las siete u ocho horas que se queda el paciente por la noche en el hospital, se realiza una poligrafía respiratoria con la que es posible conocer el número de apneas que hace el paciente», admite.

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Esta prueba, que también puede realizarse desde casa, consiste en colocar una banda torácica y abdominal que mide los movimientos respiratorios, una cánula nasal y un sensor para el ronquido que mide el ronquido y el flujo de aire por la nariz y se le pone pulsioxímetro, una pinza en el dedo que mide la saturación de oxígeno en la sangre.

Una vez el estudio está hecho el paciente se marcha a su casa y ya la Unidad del Sueño se encarga de ponerse en contacto con él para ver si necesita un tratamiento específico para la apnea del sueño, las medidas de higiene del sueño y recomendaciones generales. Además, se le entrega el equipo que debe utilizar en su casa que se basa en una máquina CPAP.

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Esta tiene una mascarilla que mete el aire a presión para mantener la vía aérea abierta y que no hagan esas paradas de respirar por lo que «no es un tratamiento curativo sino que funciona mientras se esté usando. Siempre decimos a los pacientes que no se desesperen porque es verdad que hay un porcentaje mínimo a los que les cuesta un poco adaptarse; entonces les damos unos consejos y les recomendamos que la máquina tiene que ser toda la noche». Así, el control del tratamiento se realiza a través de los controles de los síntomas y de las horas de uso que permite la máquina.

El período de adaptación al tratamiento es de tres meses, un tiempo durante el que hay un contacto telefónico frecuente por parte de la empresa suministradora del equipo por si hay algún tipo de problema. «Si es complejo lo derivan a la unidad del sueño, de lo contrario de las revisiones se encarga el neumólogo de zona», admite.

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Incremento de solicitudes tras la pandemia

La pandemia supuso un parón en el número de estudios realizados, por lo que ahora no dan abasto en la Unidad del Sueño. «Todos esos pacientes que habían quedado un poco retrasados en las pruebas se están realizando ahora. Además, durante la pandemia ha habido muchos problemas de sedentarismo y mucha gente que aumentado el peso. Los hábitos son muy importantes en esta patología. Más de la mitad de los pacientes adultos con obesidad pueden tener apnea del sueño», subraya. «Antes se veía más en hombres, pero también hay un repunte en mujeres. También depende la edad y puede afectar más en un momento de la vida que en otro. También hay apnea del sueño en los niños que suele ser por otras causas como hipertrofia de las amigdalas», añade Fernández.

Estos factores han propiciado un incremento de la lista de espera en la que se sigue un orden de prioridad a la hora de llamar a consulta. «Los pacientes muy preferentes con somnolencia activa como conductores, transportistas... o con algún evento cardiovascular reciente son atendidos en menos de 30 días. Luego están los preferentes que son menos de seis meses y los de categoría normal que siguen un orden de entrada», afirma.

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