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I. SANTOS
León
Miércoles, 30 de mayo 2018, 17:23
«Sentí miedo y pregunté si me iba a morir». Lucía tiene 22 años y este verano hará tres años desde que le diagnosticaron Esclerosis Múltiple tras dos semanas de ingreso en el Hospital de León y múltiples pruebas que fueron descartando otras posibles enfermedades que diesen explicación a la ceguera que sufría en un ojo.
La pérdida de visión en uno o en ambos ojos es uno de los síntomas más comunes, unido a la sensibilidad en las manos, la sordera o la incapacidad para hablar. Lorena también ingresó en el Hospital con ceguera y sordera sin conocer que podría tener. «Al principio pensé que era un tumor, que podría tener un cáncer peligroso y cuando me dijeron que era Esclerosis Múltiple me sentí aliviada, porque aunque no sabía mucho me dijeron que no era mortal», recuerda Lorena, a quien le detectaron la enfermedad con 29 años.
Una enfermedad conocida popularmente como 'la enfermedad de las mil caras', porque no tiene un patrón común, ya que a cada paciente le afecta de una manera diferente.
Dos palabras y un diagnostico que cambian tu vida. «Con 19 años tener que medicarte para siempre, te cambia mucho la vida», explica Lucía. La joven recuerda que el médico también le prohibió beber cualquier tipo de alcohol porque su medicación afecta al hígado. «No puedes tomar ni una caña y tienes que explicar a todo el mundo lo que te pasa, al principio lo escondía y prefería no salir de casa». Tras unas semanas encerrada en casa decidió sacar de su cabeza los miedos, «ahora me da igual, tengo Esclerosis Múltiple y soy feliz», comenta.
El desconocimiento de la enfermedad es uno de los grandes miedos y preocupaciones al ser diagnosticado, pero la incertidumbre no se va nunca. «Es una enfermedad de la que no se sabe nada... El día de mañana no se que pasará conmigo», piensa Lucía al recordar las posibilidades de que un brote vuelva a dejarle ciega o le afecte a otras partes de su cuerpo.
Lorena por su parte, tras diez años diagnosticada, teme más por sus hijas. «A mi la silla de ruedas no me da miedo, temo que alguna de mis hijas la pueda tener y no quiero que pase por todo lo que yo he vivido», lamenta. Una enfermedad de la cual se desconoce la causa y su evolución y que a pesar de no ser genética nadie puede garantizar que no afecte a sus hijas.
Para los afectados por Esclerosis Múltiple el diagnostico suele representar un giro de 360º. Lorena reconoce que en su caso fue «un cambio absoluto» ya que a ella siempre le gustó planificar su vida y «cuando te diagnostican una enfermedad en la que no sabes cómo vas a estar mañana no puedes planificar».
Por ello, ha decidido hacer las cosas «cuando me apetecen» y sobre todo «dedicar mi vida a los pacientes con EM», porque a día de hoy «me da miedo que una persona joven, como es Lucía, tenga miedo y problemas por no tener apoyos».
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Abel Verano, Lidia Carvajal y Lidia Carvajal
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
José A. González y Álex Sánchez
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