Ana Arias y su hija Mar fundidas en un abrazo. Sandra Santos

Ana Arias, madre | Día Mundial de la Adopción

«Entonces entendí todo; tenía que ser ella, por eso fueron siete años»

Ana, Patricia y Blanca relatan sus procesos de adopción, tres historias de lucha y esperanza que no acabaron con el mismo final

Jueves, 9 de noviembre 2023, 08:11

«Desde pequeñita le he contado lo del hilo rojo, ¿A que sí? Teníamos un destino y teníamos que estar juntas y ese hilo rojo por mucho que tiraran de él o dejaran de tirar no se iba a romper nunca y aquí estamos. Han ... pasado doce años y cuatro meses desde que la tengo entre mis brazos» esas son las palabras de Ana al hablar de su proceso de adopción.

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Ana y Mar son inseparables desde el primer día que se conocieron «Cuando cogí a Mar en los brazos era el 21 de agosto de 2011»; para ella, el día que le cambió la vida. Ana comenzó el tramite de adopción en el año 2005, un proceso largo y por lo que decidió después de acudir a la Junta de Castilla y León que se trataría de una adopción internacional para intentar acortar los tiempos. «En la Junta nos comentaron, que la adopción nacional estaba en torno a siete u ocho años y nos dijeron que en China eran muy estrictos en todos los trámites», explica. Pero las cosas no fueron tan fáciles para ellos «lo que en un principio va a ser ocho meses o un año, pues se acabó extendiendo un poco y fueron siete años».

Durante los siete años de espera, Ana y su marido estuvieron sin tener noticias por parte de la administración. «Tú te vas guiando por unas listas que tenemos ahí y vas viendo por qué fecha de asignación iban y la verdad era un poco desesperante», relata Ana. Para ella, conocer a Mar le dio sentido a esos años de agonía y desesperación. «Entendí todo, dije es que tenía que ser ella, por eso han sido siete años hasta que no naciera ella», relata emocionada mientras abraza a Mar.

La niña llega a los brazos de Ana el 6 de julio de 2011. «Me llamaron de la Junta de Castilla y León y me dijeron que había llegado la asignación. Les pregunté si era un niño una niña, y me dijeron que era una niña, le pregunté la edad, me dijeron que no me la podían decir y al final le dije, por favor, que llevo siete años esperando esto y entonces me dijo: `tiene ocho meses´, añade.

Un viaje a China

Fueron 17 los días que Ana y su ex marido pasaron en China. «Nos citaron en un hotel a todas las familias, no nos dejaban ir al orfanato; relata. «Íbamos, siete familias de aquí de Castilla y León y cuando llegamos allí yo según la vi, la reconocí entre todas. La cogió primero su padre y lloraba, bueno, desconsolada, desesperada y cuando la cogí no sé por qué, pero se calmó y dejó de llorar. Tenía ocho meses, no hablaba lógicamente no tenía ni un diente, pero sin dientes era una campeona», explica. Ese momento, cambia sus vidas para siempre «Desde ese momento, aunque ella no estaba en mi tripa, ya no estaba solo en mi corazón, estaba en mi cabeza, porque claro, ya había en mi cabeza una cara y una personita», añade Ana.

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Ana resume su primer contacto en una frase: «Yo en aquel momento no podía ser más feliz».

En el proceso de adopción son muchos los miedos que las familias tienen, «mi mayor miedo era que cortaran la tramitación de las adopciones, haberme hecho ilusiones y que en un determinado momento cerraran las fronteras como pasó con otros países», explica con la voz entrecortada. Cuando una adopción se paraliza, muchas de las familias que han esperado años por esta tramitación deciden tirar la toalla «Cuando empiezas tienes treinta y pico y cuando llega a tu hija o tu hijo, pues ya tienes 42,43… Ya te sientes tú mayor para iniciar otra vez esta gestión y tirarte otros cuatro, cinco o siete años…», explica.

Pero Ana nunca perdió la esperanza a pesar de todos los años de espera. Ahora sabe que ha merecido la pena. Pero hay algo que una persona nunca pierde, y son sus orígenes. Ante esto Ana lo tiene muy claro: «Yo se lo he dicho claramente, que yo estoy segura, que su padre y yo si algún día ella quiere tener contacto con su familia biológica, la vamos a ayudar en todo lo que podamos. Pero ya también sabe que es muy difícil porque no tenemos datos. Si llega el momento, será ella la que decida dónde se queda, vamos, yo con que me llame y venga a verme o ir a verla, yo lo importante es ella».

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«Yo se lo he dicho claramente, si algún día ella quiere tener contacto con su familia biológica, la vamos a ayudar en todo lo que podamos»

Ana Arias

Aunque Mar asegura no querer saber nada de su familia biológica, Ana y su ex marido siempre han dejado las puertas abiertas a que esa decisión cambie, y han mostrado todo su apoyo a lo que ella decida. Mar emocionada rompe a llorar con un «te quiero» a su madre.

La llegada de Mar a casa lo cambia todo, no solo para Ana sino también para toda la familia «Mi madre, su abuela, que vive con nosotras, pues ha tenido dos hijas biológicas y ella dice que a su nieta, la quiere tanto o más que a nosotras, que ella no distingue, no es capaz de distinguirlo», relata.

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A pesar de los años de espera, y las gestiones desesperantes en el proceso, Ana lo tiene claro: «Volvería a hacerlo una y mil veces». Y a la pregunta de qué les diría a los padres que estén pensando en adoptar; «Que se lancen, hay muchos niños y niñas que necesitan un hogar y que es que podemos ser tan felices todos…».

La historia de Blanca

Un caso perdido de adopción internacional

«Mi proceso empezó en 2006 y la carta de rechazo nos llegó en las navidades del 2022». Blanca es uno de los casos en los que el final no es lo esperado. Su proceso de adopción comienza cuando tiene 43 años y su marido 33, los dos leoneses realizaron todas las gestiones y entregaron los expedientes el 7 de julio de 2007. «Decidimos realizar una adopción internacional porque nos daban un plazo de 12-18 meses, y en caso de adopción nacional teníamos que esperar una media de ocho o nueve años», explica.

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En el caso de las adopciones internacionales, como la de Ana o Blanca es la Administración General del Estado la que lleva el control, inspección y seguimiento respecto a las actividades de intermediación que se desarrollen en el país de origen de los niños y las niñas que han obtenido la acreditación. Esta se realiza mediante las gestiones correspondientes para el cumplimiento de las obligaciones de los adoptantes en la legislación del país de origen de la persona menor adoptada, que serán encomendadas en los términos fijados por la Entidad Pública española donde resida la familia que se ofrece para la adopción. Dependiendo de la comunidad autónoma en la que se desarrolle la adopción será la Entidad pública de cada una de ellas de acuerdo con la normativa autonómica aplicable.

Pero el proceso de adopción de Blanca y su marido se volvió toda una agonía. Los leoneses no contaron con ningún organismo estatal que les acompañase en el proceso, sino que decidieron realizar todas las gestiones ellos mismos y entregar la documentación directamente en la Asociación de Familias Adoptantes (AFAC). «Solo nos quedaba esperar, pasaron años en los que nadie nos daba noticias, entrábamos todos los días a su página web a ver cómo avanzaba el proceso. Era un proceso muy lento, cada mes asignaban a cinco o siete familias, pero un día empiezas a notar que eso deja de avanzar, todo se paraliza finalmente en 2018 en esta plataforma y acabas perdiendo la esperanza», lamenta Blanca. «Cuando llega la carta el año pasado, nosotros ya contábamos con que sería imposible adoptar, la media de edad está en los 45 años para niños menores de tres y nosotros ya tenemos 60 años», explica.

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La única opción que la pareja recibió tras verse obligados a firmar el renuncio, fue la de adoptar por la vía de `El Paisaje Verde´. Este proceso implica la adopción de niños con necesidades especiales que por tener algún tipo de discapacidad o de patología son apartados de la vía ordinaria de adopción. «Ya con 60 años no valoramos adoptar a un niño con necesidades especiales porque no sabes si vas a poder darle los cuidados que este necesita y mucho menos comenzar un proceso de adopción nuevo nacional porque eso implica realizar muchos trámites», añade.

La historia de Patricia

Las complicadas adopciones nacionales

«Para tener a un niño no se necesita un sueldo de cuatro mil euros, hay familias que viven con un único sueldo o quizá con una jornada completa y otra partida, pero en el tema de la adopción, la administración parece no verlo factible». Estas son las palabras con las que Patricia habla con indignación sobre el proceso de adopción al que se vio sometida. La bañezana de 39 años trabajaba en un centro de menores hasta la semana pasada. Comenzó el proceso de adopción con su marido por un problema de fertilidad. Una decisión llena de emoción y entusiasmo hasta conocer la infinita espera que le supondría este proceso.

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El proceso de adopción nacional conlleva años de espera y duros trámites para familias que deciden comenzar este viaje. El último informe realizado por la Junta en 2022 indica que fueron 23 las familias que se ofrecieron para la adopción de menores en León.

Patricia y la mano de su hijo, que prefiere mantener en el anonimato.

A Patricia le dijeron que la media de espera para la adopción sería de ocho a nueve años, es por ello que para acelerar el proceso decidió junto a su marido aceptar las condiciones para la alteración del orden de valoración que les ponía la Consejería de Servicios Sociales de Castilla y León. El orden de valoración es respetado en todo momento por el organismo y de forma muy estricta para que sea justo ante todas las familias que estén dispuestas a adoptar. Este orden solo puede ser alterado a instancias de la Comisión de Adopciones, cuando la familia haga constar expresamente en el ofrecimiento, la disposición a adoptar menores que presenten características, circunstancias o necesidades especiales. Entre estas últimas características entran casos de niños mayores de seis años, menores con antecedentes de riesgo, discapacidades, grupos de hermanos... «Nos informamos de cómo podíamos realizar este proceso de forma que no se alargase tanto, estábamos dispuestos a aceptar a varios hermanos, añadimos la edad comprendida entre cero y seis años y también enfermedades y problemas que pudiese tener el niño», explica. Es por ello que en estas situaciones los tiempos se reducen, ya que no todas las familias están dispuestas o tienen los medios para asumir ciertas situaciones. En estos casos, a veces incluso se puede proceder a una valoración inmediata si hay niños en espera a encontrar un perfil así de familia.

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El inicio de una agonía por la administración

En 2020 comienzan los trámites «la decisión siempre estuvo presente entre nosotros pero queríamos esperar a que los dos tuviésemos una vida estable y contratos que asegurasen una buena calidad de vida para el niño», asegura. Para tramitar su proceso de adopción en León, fue necesaria la gestión mediante la Consejería de Servicios Sociales de Castilla y León, a la cual le correspondía la protección de desamparo en el territorio a través de las Gerencias Territoriales de Servicios Sociales.

Según Patricia, una de las cosas que más indignación le causó fue la importancia de la valoración económica que la administración les exigió en este proceso. «A la administración lo que más le importa es la situación económica de la familia. En mi caso tanto yo como mi marido teníamos dos contratos de jornada completa, pero la mujer que examinó nuestro caso se equivocó. Tras valorar el contrato de mi marido, lo confundió con media jornada y en la última visita que hizo a casa nos dijo que sería imposible finalizar el proceso de adopción», recuerda con dolor. «Perdí los nervios al intentar entender una situación que se me escapaba de las manos, pensaba que había perdido ya todas las posibilidades de tener al niño conmigo, pero tras mostrar que estaba equivocada, finalmente pudimos retomar la adopción», añade la bañezana.

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El hijo de Patricia en su cuna mientras duerme.

Según explican, organismos estatales, en referencia a los menores adjudicados en el proceso de adopción, cuando la Gerencia de Servicios Sociales emite la resolución de idoneidad de los menores, el expediente de la familia pasa a la espera de propuesta de una posible asignación. En este proceso gestionado a nivel autonómico por el Servicio de Protección y Atención a la Infancia de la Gerencia de Servicios Sociales el tiempo de espera para la adjudicación del menor es muy variable, ya que se busca ajustar al máximo las necesidades del menor con su familia. En la mayoría de las ocasiones este proceso conlleva una larga espera aunque según indica el organismo autonómico. Este proceso de espera cuenta con un tiempo de espera variable que puede llevar de los pocos días hasta años, dependiendo de los menores que en ese momento se encuentren inscritos en el Registro de Adopción y la disponibilidad de las familias adoptivas declaradas idóneas en ese momento.

Tras conseguir la rectificación por parte de la administración, Patricia y su marido visitan al niño el 27 de octubre de 2022, comen con él pero este regresa a su casa de acogida. «El primer día que pudimos verlo, fue el día antes a que nos lo entregaran, y no solo eso, sino que la situación del niño la supimos solo un mes antes de tenerlo con nosotros…», aclara.

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«Nos dijeron menos cosas de las que tenía el niño, explicaron la situación muy por encima»

Patricia

Su solicitud fue bastante amplia por lo que la espera en el proceso se acaba reduciendo a un año y ocho meses. Finalmente, tras un largo periodo consiguen realizar el proceso de adopción, y la Consejería de Servicios Sociales les entregan un bebé de 13 meses con un retraso madurativo y síndrome de abstinencia «Nos dijeron menos cosas de las que tenía el niño, explicaron la situación muy por encima antes de entregárnoslo», indica Patricia.

En ocasiones se dan circunstancias durante la valoración de la familia o incluso en la emisión de la idoneidad donde la familia no acepta las características que motivaron la alteración del orden de valoración. Pero Patricia y su marido aceptaron todas las condiciones a pesar de no ser informados con previo aviso.

A pesar de ser un proceso que la bañezana inicia en la provincia León, el organismo que gestiona las adopciones lo hace a nivel autonómico, por lo que la visita al menor la tienen que hacer desplazándose hacia Zamora, una adopción nacional cerrada por un juez. «Nosotros informamos de que no teníamos problema en permitir una adopción abierta, pero ha sido el juez el que ha decidido que por motivos legales la familia no puede ponerse en contacto con mi hijo», explica.

El origen de las personas adoptadas

«Si cuando cumpla 16 años él quiere contactar con su familia biológica, yo no tendré ningún problema en permitírselo», asegura. En el proceso de adopción, en el caso de Patricia y de la mayoría de las familias, estas están dispuestas a la adopción abierta, esto significa que el menor puede mantener la relación o el contacto con algún miembro de su familia de origen mediante visitas o comunicaciones. Sobre todo aceptan cuando se trata de hermanos y en algunos casos de otros miembros de la familia.

Pero existen los casos en el que el menor no mantiene ninguna relación con sus orígenes y en un momento adulto decide buscar información sobre estos. Es el juez en el que este caso, decidió que no se mantuviese contacto con la familia biológica del hijo de Patricia por protección del menor. A los 16 años, el menor podrá, con autorización de sus tutores legales, obtener esta información o bien, esperar a su mayoría para obtenerla sin necesidad de ninguna autorización.

«Desde el primer día que nos entregan a nuestro hijo empezamos a observar carencias del niño»

Patricia

También los miembros de las familias biológicas del adoptado o asimilados que quieran hacer constar mediante anotación marginal su deseo de conocer algún dato sobre este podrán solicitarlo.

Mediante este proceso se intenta proporcionar el servicio de asesoramiento y mediación de las personas adoptadas en la comunidad de Castilla y León a las personas adoptadas que deseen ejercer su derecho a conocer sus propios orígenes, así como a los miembros de su familia biológica o personas con las que hubieran mantenido una acreditada relación de especial significación antes de la adopción.

En este caso, se realizan varias funciones de asesoramiento y mediación. En los cuales se intenta informar y orientar a la persona adoptada con carácter previo al ejercicio del derecho sobre la trascendencia y consecuencia de este ejercicio.

Aunque en la mayoría de los casos, las familias consensúan con los menores su decisión e intentan que durante su desarrollo, ellos tengan también la capacidad de decisión sobre el contacto con sus familias biológicas, en caso de que estas intenten retomar el contacto con ellos.

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Un final agridulce

El 28 de octubre de 2022 se convierte en un sueño para Patricia y su marido, que reciben por fin al bebé, pero los problemas siguen llamando a su puerta. «Desde el primer día que nos entregan a nuestro hijo empezamos a observar carencias del niño… El niño estuvo muy malo en el hospital, y de allí salió con su familia de acogida, no con su familia biológica. Decidimos hablar con la gerencia de servicios sociales y poner una queja, y tras estudiar el caso de esta familia de acogida deciden quitarle los permisos de acogidas temporales de menores…», explica.

En este momento el hijo de Patricia tiene 25 meses. «A mi hijo lo han venido a ver dos veces, la gerencia de servicios sociales debería controlar más a las familias de los menores porque los bebés no hablan y no sabes en qué manos pueden acabar…», expone. «Mi hijo necesita dos operaciones y ni siquiera puedo dar autorización porque legalmente aún no soy nadie, nos falta la última firma de la administración que lleva años para que podamos tomar decisiones legales sobre el niño…» lamenta Patricia.

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