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«Por la presente le notifico que en el sorteo efectuado en sede judicial ha sido seleccionado entre los candidatos a jurado para el juicio a celebrar por esta Audiencia». Eran las últimas semanas de 2015, y una treintena de leoneses recibieron una carta que a buen seguro no se esperaban. La Audiencia Provincial de León solicitaba su colaboración para participar en uno de los juicios más relevantes y mediáticos de la historia de la ciudad. Tendrían que decidir si Monserrat González, Triana Martínez y Raquel Gago eran culpables o no del asesinato a tiros sobre la pasarela del río Bernesga de la mujer más poderosa de León: Isabel Carrasco, presidenta de la Diputación Provincial y del PP leonés.
Junto a la carta, se adjuntaba un cuestionario con preguntas básicas que debían rellenar y devolver a la institución: nombre, apellidos, fecha de nacimiento, localidad de domicilio, profesión, estado civil, empleo y nivel de estudios. Con estos datos trabajarían más tarde los letrados de cada una de las partes que se personan en un juicio: Ministerio Fiscal, defensa y acusaciones. La elección del jurado popular siempre es de gran importancia, mucho más cuando la víctima es una figura pública no exenta de polémica y conocida por todos los leoneses.
El suceso tuvo lugar el 12 de mayo de 2014 y las notificaciones a los candidatos para ser jurado popular se entregaron a finales de 2015. Más de un año y medio en el que nadie dejó de comentar o emitir un juicio de valor sobre lo sucedido y las diferentes informaciones que salían a la luz.
Con siete datos básicos sobre cada uno de los candidatos, Beatriz Llamas comenzó a trabajar. La letrada, perteneciente al despacho Rivera Asociados, que defendió los intereses de la familia de Isabel Carrasco, realizó un completo trabajo de investigación que todavía hoy recuerda. No había mucho tiempo y era muy importante conocer quiénes eran las personas que podían formar parte del jurado popular encargado del juicio por el crimen de Isabel Carrasco. «Estamos hablando de 2015 y por aquel momento todo el mundo tenía Facebook, era la red social más habitual para todos y además se tenía la identidad real», recuerda Llamas mientras matiza que si el juicio hubiera sido en estos momentos aquel trabajo se habría complicado mucho. No fue difícil encontrar a los candidatos, pero había por delante más de un año y medio de 'post', comentarios e imágenes que «investigar y estudiar» ya que, al igual que en las calles de la capital, en esa red social «todo el mundo ponía algo del fallecimiento de Isabel y así sabíamos por dónde podíamos ir y por dónde no».
Un «trabajo de investigación absoluto» del que aún conserva las imágenes y los comentarios de aquellas personas que fueron rechazadas en el proceso.
Cada acusación puede recusar a un máximo de cuatro personas y en este juicio se tenían claros los motivos para ello: cualquiera que hubiera hecho un comentario sobre el asesinato de Isabel Carrasco. Con la intención de buscar un grupo que no estuviera politizado, las partes llegaron a la Audiencia Provincial de León el día en que se hizo la elección. Normalmente, en estas jornadas «siempre hay alguien que no quiere participar en el juicio» y buscan presentar sus eximentes, algo que no sucedió en este caso.
Beatriz Llamas
Abogada
Para dejar nueve miembros que no estuvieran condicionados «se rechazó gente sobre todo política o polarizada políticamente», ya que en algunos casos «en las redes sociales ya se habían pronunciado en favor del crimen«. Las personas que ya se habían manifestado sobre el asesinato »directamente en la recusamos».
El trabajo del jurado popular es complicado, aunque Llamas insiste en que «cuando llegan a la sala todos lo quieren hacer bien» a pesar de ello, es importante conocer quién está sentado al lado derecho del magistrado en la sala de vistas de la Audiencia. «En el caso concreto de Isabel, yo creo que bastante éxito fue escoger a un jurado más neutro o más objetivo», remarca la letrada.
Un caso que conmocionó a toda la ciudad, la provincia y al conjunto del país. Y que acabó polarizando a una sociedad que se mostraba, sin ningún tipo de pudor, a favor o en contra de las tres acusadas y condenadas en el proceso y también de la víctima. Un juicio que duró un mes y que fue «muy tenso, porque al final la gente lo llegó a polarizar y a frivolizar y estábamos hablando de un asesinato». El despacho Rivera Asociados se paralizó al completo, pero toda la ciudad estaba pendiente de lo que pasaba en la sala de vistas: «Había gente que hablaba del juicio y yo siempre dije que parecía que comentaban un Barça-Madrid cuando se trataba de un asesinato».
Beatriz Llamas recuerda que «se hicieron apuestas» sobre las penas y en ocasiones «la gente minimizaba el delito y decían: como son jóvenes que no vayan a la cárcel». Una situación que fue aún más complicada en su despacho, ya que Beatriz Llamas y Carlos Rivera defendían los intereses de la hija y la pareja de Isabel Carrasco. Además recuerda que «todos los días había algo raro o sorprendente» y, a pesar de su actual experiencia en casos penales, insiste en que «no fue un juicio normal, en cada prueba había una sorpresa, los testigos nos asaltaban con otras dudas». Todo ello rodeado de una sala de vistas completamente llena y toda la prensa local, autonómica y nacional pendiente del caso de asesinato de la presidenta de la Diputación de León.
Beatriz Llamas
Abogada de la hija de Isabel Carrasco
Tras diez años del asesinato y ocho del juicio más mediático de la provincia leonesa, Carlos Vicente Rivera, asesor personal y abogado de Isabel Carrasco, no quiere recordar uno de los peores juicios de su carrera a nivel personal. Amigo de la familia, se hizo cargo del caso con su compañera de despacho desde el primer momento. Rivera reconoce no ser partidario del jurado popular -«creo más en el jurado profesional»- pero valora un gran trabajo en este proceso que llevó a lograr «un buen resultado desde el punto de vista jurídico». Aunque no así desde el personal: «Fue muy desagradable para mí por la cercanía que yo tenía con ella. Era su asesor personal y al mismo tiempo su abogado y para mí fue, desde luego, una mala muy mala experiencia».
Un mes que se vivió en el despacho «con una intensidad total» y en el que día, tarde y noche se dedicaron por completo al caso de Isabel Carrasco. El caso más mediático y de los más complicados de la historia judicial de la provincia de León no sólo contó con extensas jornadas, sino con sorpresas diarias que ponían el foco en la Audiencia Provincial cada día y que lo hacían aún más difícil para la familia.
Rivera recuerda que «dentro de todo lo malo» que fue el proceso «a la hija la tuvimos apartada, como en una urna de cristal» a lo largo de aquel complicado mes. Loreto pudo refugiarse en su familia, ya que «tuvo la suerte de que, a los dos años de asesinar a su madre, tuvo un niño precioso» que la ayudó a vivir aquellos momentos. «Beltrán es un encanto y fue un refugio muy importante», reconoce el letrado con la luz en los ojos que muestra a quien le escucha el cariño y la relación que aún mantiene con la hija de Isabel Carrasco.
Carlos Rivera
Abogado y amigo de Isabel Carrasco
Loreto «no guarda odio a nadie» y así lo asegura Rivera, sin olvidar que su madre «fue asesinada y esa es la palabra» un 12 de mayo de 2014.
Muchos no quieren hablar de ella, otros lo hacen con admiración. Carlos Rivera recuerda su amistad con Isabel y aunque reconoce que «no era fácil trabajar con ella» dado su carácter, alaba su lucha por la provincia. Una mujer «muy inteligente» en un mundo, todavía hoy, de hombres como es la política. «Estaba fuera de tiempo», asegura Rivera y aunque se nota que le duele recordar el crimen, sonríe cuando habla de ella y algunos de sus proyectos. Todo el mundo coincide en que Isabel «era una mujer con una inteligencia muy por encima de la media» y Carlos Rivera recuerda aquellos momentos en los que «entendía los problemas de un tema que no conociese para nada con una sola explicación».
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El que fuera asesor, abogado y amigo de Isabel lamenta que no se la pudiera conocer más ya que «quizá en España hoy no haya nadie de la capacidad de ella, pero hoy quizá se la hubiera entendido mejor».
Tras varios intentos de comunicación con Fermín Guerrero, abogado de Raquel Gago durante el proceso judicial, no ha querido participar en la información.
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