El reto parecía sencillo para la importancia que tendría en su lugar de destino. Sin embargo, las trabas iban apareciendo por el camino y hubo que tirar de recursos para que se hiciera realidad.
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Un barrio de Kinsasa, capital de la República Democrática del Congo, ya cuenta con un dispositivo que permitirá a sus vecinos mejorar su calidad y esperanza de vida. Y todo ello será posible gracias al proyecto de la doctora Itsaso Larrabide, residente de cuarto año del Complejo Asistencial de León, y a la Fundación Epic, presidida por el leonés Armando Pérez de Prado como cardiólogo intervencionista.
La familia Larrabide Eguren, procedente de Vitoria, lleva cinco años trabajando en la construcción de un centro sanitario que en los últimos meses ha avanzado en la atención a cualquier paciente que lo necesite. El hospital está dirigido por la congregación de Carmelitas de San José y los trabajadores son sanitarios locales. Entre sus próximos proyectos está ampliar la zona de hospitalización y crear la zona de maternidad y neonatal.
Desde Epic tuvieron que hacer «de meros intermediarios» para lograr un ecocardiógrafo portátil, una dotación tecnológica «muy básica» en España y que lograron a través de Phillips. Con este aparato se puede atajar en el diagnóstico una nueva «epidemia cardiovascular» que prolifera en países menos desarrollados y otras enfermedad endémicas como es la cardiopatía reumática, derivada de una infección bacteriana, que era muy frecuente en España y ahora solo se ve en inmigrantes. «La incidencia de la enfermedad es muy importante y el tratamiento cada vez más fácil, pero para eso tienes que diagnosticarlo», explica el doctor Pérez de Prado.
Conseguir ese material estaba siendo «difícil» para la familia e Itsaso quiso aprovechar su viaje de voluntariado de tres semanas para aportar formación en ecografía. «Lo más importante no era mandar la dotación, sino conseguir que los profesionales que trabajan allí tengan la formación para usarlo». La conexión con Epic fue clave para lograrlo.
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El ecocardiógrafo portátil pudo viajar desde León a Kinsasa para avanzar en el tratamiento de enfermedades cardiovasculares que crecen «a ritmo galopante» en centroáfrica. «Muchos pacientes no entienden qué significa un tratamiento crónico, les supone un coste altísimo, y hay una altísima tasa de diabetes e hipertensión a la que nunca han hecho caso», apunta la residente de Cardiología del Caule. Para este tratamiento es esencial este aparato que llegaba a un barrio que cuenta con cardiopatías descontroladas.
La experiencia de Itsaso Larrabide y su familia en el Congo pretende dotar a la zona «de la oportunidad» de una asistencia sanitaria «digna» en un centro donde los pacientes intentan dar lo poco que tienen, donde las religiosas tratan de rebajar los costes de las intervenciones y en el que se pretende crear un espacio médico autosuficiente en el que los pacientes sepan «que las cosas cuestan dinero». Entre los casos que más han calado en la doctora se encuentra el de una familia con cinco hijos en el que uno padece síndrome de Down y sufría constantes ingresos. «La relación que pudimos hacer con ese niño, con su familia, y la medicación que les dimos y otras cosas de España que allí no tienen, fue un placer por poderles ayudar».
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El voluntariado de esta residente de cuarto año lo califica como «un acto muy egoísta» en el que aprende y se lleva mucho más de lo que deja con su «granito de arena» del curso de ecografía. «A esos pacientes y a ese barrio le vamos a dar una oportunidad», valora. Sin embargo, da más fuerza a todo lo que ha aprendido y a la experiencia que podrá contagiar a sus compañeros de León. «Es un acto egoísta que recomiendo a todo ell mundo porque te cambia para siempre».
Pero el proyecto de Epic en el Congo no quedará en un mero intermediario entre los Larrabide Eguren y Phillips. El país necesita otra serie de ayudas, más allá de la cardiopatía reumática, como por ejemplo en la afectación de la válvula mitral por estenosis mitral que tiene un tratamiento «muy fácil y rápido» si se obtiene un diagnóstico. «Una cosa es escuchar y otra es verlo. El ecocardiógrafo es una herramienta básica cuando te avisan de una urgencia porque el paciente ya tiene un primer examen hecho que abre la puerta del diagnóstico». Además, quieren ofrecer un programa extensivo que vaya más allá del diagnóstico in situ y que apueste por traer a pacientes que requieran de tratamientos más complejos que en España se dispone de una solución «prácticamente curativa», especialmente en patologías congénitas de niños. «Es algo que tenemos que fomentar y una fundación como la nuestra puede colaborar», sentencia el presidente Armando Pérez.
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