La piel como diario, como mapa a través del que encontrar historias que trazo a trazo han dejado huella de tinta en el alma. Es la forma en la que entiende el mundo del tatuaje Gerardo Santos, que desde su estudio de arte y tatuaje, 'La fábrica de chocolate', no busca más que contar historias a través de la piel.
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La última de esas historias, que ya cuenta la propia piel del tatuador, es la de Klaus. El mastín, que fallecía a finales de 2021 tras recibir una terrible paliza en Villaquilambre, dejó huella en todos los amantes de los animales que vivieron su recuperación con esperanza hasta el último momento.
Una historia que ojalá nunca hubiera pasado pero que sirvió para sacar el lado más solidario de León durante los días que Klaus intentó recuperarse de las heridas que finalmente le quitaron la vida. «Casos como el de Klaus ha habido, hay y desgraciadamente habrá, pero el vídeo del perrín retorciéndose en la nieve nos removió tanto que decidimos que debíamos hacer algo».
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Con el recuerdo de su perrín Peter, que murió de forma repentina hace apenas un año, Gerardo decidió crear un diseño que reflejara el amor por los animales y el respeto que siempre se les debe profesar.
«El tatuaje de Klaus significa que debemos concienciarnos un poquitín de que la figura de los animales es parte de la familia y que es ilógico que pueda pasar algo como lo que pasó», explica Gerardo, mostrando en su brazo el recuerdo al mastín.
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Un diseño que ha dado la vuelta a León y traspasado fronteras. «Empezó a haber peticiones de gente que se lo quería tatuar y ya somos cinco personas y más en espera que lo llevamos en la piel». Además, una primera tirada de 500 pegatinas repartidas de forma altruista en el estudio como en la protectora se agotaron en apenas días. «Nos las han pedido desde Asturias, Tenerife, Barcelona, Madrid o Burgos, ha sido una historia que ha removido mucho».
También los más pequeños de la casa tomaron conciencia de este caso, y los dibujos de un grupo de alumnos del colegio Ponce en recuerdo de Klaus y todos los animales maltratados decoran el escaparate del estudio de arte y tatuaje.
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«Intentaremos que no se olvide todo lo que pasó para que, en la medida que podamos, no vuelva a pasar y utilizar la educación, que es el mejor arma para luchar contra muchas cosas, para inculcar en nuestra sociedad y en el corazón de los más pequeños que esto no puede vovler a repetirse».
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