Salomé Torío fue una «luchadora» una mujer que rompió moldes en un «terreno de hombres» y que allí se logró el cariño y admiración de sus compañeros y buena parte de sus clientes. Ejerció como albañil en muchas obras de León y «la quería mucha gente», tal y como recuerda su hermana Camino. «La conocían muchos y algunos no saben ni que está muerta», sentencia.
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La Nochebuena de 2022 se tornó en la peor pesadilla para una familia que se vio inmersa en el peor de los crímenes posibles: el asesinato de una madre presuntamente a menos de su propio hijo.
Salomé tenía 49 años en la noche en la que varias puñaladas y un corte en el cuello acabaron con su vida en el ataque sin piedad de su hijo Rubén. El cuerpo fue localizado dos días después en su vivienda del barrio de San Esteban y dos años después aún se encuentra a la espera de señalamiento de juicio oral que contará con jurado popular en la Audiencia Provincial de León.
Su hermana se ha personado como única acusación particular en una causa donde su abogado, logrado desde el turno de oficio en Barcelona -donde vive actualmente-, pide 27,5 años de prisión para Rubén -hijo y presunto asesino de la víctima-, mientras que el Ministerio Fiscal solicita 24,5 años por los delitos de asesinato con grado de parentesco y de amenazas. De hecho, según la familiar de la víctima, se trató de «una muerte anunciada» por todos los episodios previos.
El letrado Fernando Diez, de Legisla2, recordaba los hechos ocurridos aquella Nochebuena y cuya detención del agresor se produjo dos días más tarde. Entre madre e hijo habían existido varias denuncias previas y existía una condena por amenazas con arma blanca a una vecina del mismo bloque. «Ella estaba viviendo sola y era una persona muy buena. Se mostraba muy activa en temas de colonias de gatos y la quería mucha gente», apunta el abogado de la acusación.
Sin embargo, la hermana, más allá de una condena o una indemnización, tiene otro objetivo en esta causa y es el reconocimiento a la víctima. Camino se encuentra en tratamiento psicológico desde que se produjo el crimen de Salomé y necesita pasar página dándole «el descanso que merecía» su hermana.
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«A mi hermana la enterraron como a un perro. No había nadie que la conociera salvo mi madre», señalaba en declaraciones a Leonoticias. La mala relación que la víctima mantenía con la familia, al igual que su hermana, favoreció, según explica ésta, que su sepelio fuera «todo lo contrario» a lo que hubiera deseado la fallecida. «Llegó en una caja sin flores, sin tanatorio, y fue por lo religioso», cuando, recuerda, Salomé siempre había pedido algo diferente.
En su petición de sentencia irá acompañada la reclamación del cuerpo de su hermana para «sacarla de donde está», incinerarla y darle una despedida «y que ellos no reciban nada», insiste sobre el resto de sus familiares. «Que no se la olvide, que no se olvide que se la asesinó», clama. Un matricidio que Camino resume así: «Quiso tanto a su hijo que le costó la vida».
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La hermana insiste en que la víctima «no merecía morir así» y quiere que todo León sepa lo ocurrido y reconozca con el homenaje que no pudo tener a la difunta.
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