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Seis de cada diez estudiantes gitanos no completan los estudios obligatorios. El abandono escolar de la comunidad gitana es del 64% frente al 13% que presenta el conjunto de la población. Una situación que también afecta a León y contra la que luchan entidades públicas ... y sociales como es el caso del Hogar de la Esperanza, un centro de educación infantil integrado dentro de la Fundación Secretariado Gitano (FSG) y que atiende a niños entre 9 meses y seis años, pero también ofrece clases de refuerzo para jóvenes hasta cuarto de la ESO, casi todos gitanos, que necesitan apoyo escolar. Un centro que tiene como objetivo que el mayor número de estudiantes de etnia gitana puedan acceder a la educación superior. Las asignaturas están en primer plano, pero los estereotipos, los prejuicios y la discriminación son los caballos de batalla con los que lidian a diario profesionales y alumnos.
Raquel Simón, coordinadora del centro, detalla que de los 66 niños que acuden al Hogar de la Esperanza, el 76% son gitanos, 21% inmigrantes y un 3% españoles no gitanos. Esta institución concertada, que depende directamente de la Consejería de Educación, tiene por objetivo que las «familias y los niños valoren la educación como una herramienta de cambio». Dos de las maestras y la cocinera de la institución son gitanas, algo que en el centro se lleva a gala y se pone de ejemplo a los jóvenes que allí acuden.
Lo cierto es que la educación todavía sigue siendo un problema de calado dentro del estudiantado gitano. Según los datos del Ministerio de Educación, a los 16 años el número de alumnado gitano escolarizado es de tan solo el 55,5%, mientras que para el conjunto de la población estudiantil la cifra alcanza el 93,5%. Para paliar esta situación y cambiar esta tendencia existe el programa Promociona de la FSG. Una suerte de clases de refuerzo fuera del horario escolar que tiene como fin que los alumnos gitanos logren el graduado de la ESO.
Jéssica Martínez es la orientadora de este programa en León, el cual atiende a 30 alumnos, ocho de primaria y 22 de secundaria. De acuerdo con su experiencia, en los últimos seis años «se observan muchos cambios a mejor», si bien es cierto que reconoce que los datos a nivel nacional muestra un fracaso escolar «asombroso» entre la comunidad gitana en comparación con el conjunto del alumnado.
Por otro lado, Martínez detalla que si bien es cierto que antes «había más dificultad para que las niñas se acercasen al programa», ahora son mayoría, suponiendo cerca del 60% de los estudiantes que reciben clases de refuerzo y orientación para continuar con sus estudios «más allá de cuarto de la ESO».
A la hora de hablar de las causas de este fracaso escolar dentro de la comunidad gitana, ambas profesionales coinciden en que la «discriminación» sigue siendo el principal palo en la rueda. «Todavía nos queda un largo camino que recorrer, pero la discriminación sigue estando presente en todos los ámbitos de la vida», señala Raquel Simón. «Hablamos de una etapa complicada como es la adolescencia, pero además estos niños tienen que lidiar con el hecho de recibir un trato discriminatorio por el hecho de ser gitanos», afirma Jéssica Martínez.
Amén del apoyo de las instituciones, Simón y Martínez coinciden en que la ausencia de referentes ha sido un hándicap para los jóvenes gitanos que querían estudiar. La mayoría de los gitanos leoneses no cuentan con estudios superiores, muchos no finalizaron los estudios básicos y esta tendencia se filtró a las nuevas generaciones. «La educación no se ha visto como algo primordial entre la comunidad, la falta de figuras también ha lastrado la motivación del alumnado gitano», explica Martínez.
Una situación que está cambiando poco a poco y en el que los jóvenes que han accedido a estudios superiores tienen un papel crucial, según indica la orientadora de Promociona. «Actualmente, tenemos a varios alumnos que han acabado la carrera y esto servirá de acicate para que el huevo eclosione y los chicos que ahora están cursando estudios en la ESO sientan que los prejuicios pueden romperse», especifica Jéssica Martínez.
Una barrera de estereotipos, prejuicio y discriminación que está siendo derribada con las nuevas generaciones de gitanos, los cuales cada vez centran sus esfuerzos en acabar sus estudios y acceder a la educación superior, territorio vedado hasta no hace mucho tiempo para todo aquel que perteneciese al mundo caló. «Como dice una compañera gitana: 'Yo tengo que demostrar dos veces mi valía porque soy gitana'».
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