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No falta en ninguna reunión familiar o con amigos. Ya sea de la variedad que sea es una bebida que se ha colado de lleno en el día a día de los leoneses, más si cabe en verano. En su Día Internacional no podía ser una excepción. Malta de cebada, agua, lúpulo y levadura son fundamentales para elaborar una exquisita cerveza artesana.
Ingredientes todos ellos que en una combinación perfecta suponen un elixir para el paladar y al disfrute de los amantes de la cerveza. Múltiples son las opciones y las marcas para disfrutar de esta bebida refrescante en la provincia de León con hasta 16 empresas cerveceras.
La cerveza gana año a año terreno a otras bebidas como muestran los datos del Sector de la Cerveza en España. A nivel nacional cada español bebió el pasado año un total de 58 litros de cerveza, lo que supone un aumento de 8 litros respecto al año anterior. Datos que la configuran como una de las bebidas estrella. En León se consume una media de 6,9 cervezas por semana.
Con motivo del Día Internacional, una de las empresas cerveceras de la provincia, Zerep, ha abierto las puertas a leonoticias de sus instalaciones de San Andrés del Rabanedo.
Aunque su principal potencial es el envasado de aguas minerales, desde 2016 se dedican a la elaboración y envasado de cerveza, «un sector en el que cuesta abrirse camino por la dificultad para competir con las grandes empresas», señala el propietario de Zerep, Manuel Pérez.
Cerveza rubia y tostada, además de otras variedades como lager, IPA, de limón y sin alcohol, sacada recientemente, se elaboran en sus instalaciones con un total de 10.500-11.000 litros diarios.
El proceso, cuidado hasta el mínimo detalle y realizado de forma semiautomática, es el mismo para todas las variedades de cerveza. Se inicia con el proceso de maceración en el que la cebada o malta ya molida previamente se mezcla con el agua a una temperatura de 50 grados y luego ya se va subiendo a más temperatura. Este proceso dura una hora y media con la entrada de la malta y los procesos de subida de la temperatura.
De ahí toda la malta que hay mezclada con el agua pasa a la cuba filtro. Este depósito en la parte de abajo tiene una rejilla muy fina. Nosotros vamos añadiendo agua y este le saca la sustancia a la malta, que es el mosto de la cerveza, y se cuela por la rejilla para pasar a la cuba de cocción.
El último proceso es el Whirlpool. En él entra la cerveza y funciona como centrifugadora que va dando vueltas para que quede el sedimento del lúpulo en el medio. Luego hay que hacer un reposo de media hora para que todo ese desecho de lúpulo quede en el fondo.
Antes de ir a fermentación, la cerveza pasa por una máquina, el filtro de intercambiador de placas, que la enfría de 70 grados a entre 20 y 26 grados.
Una vez enfriada es el turno de los depósitos de fermentación. «Cada uno de los depósitos se llena en dos días porque lleva unos 20.000 litros. Una vez completada su capacidad total se echa la levadura«, explica. La cerveza se deja fermentar durante siete días y madurar durante 15 días, por lo que tiene que estar unos 23 días en estos depósitos. A partir de ahí a filtrar, pasteurizar y a embotellar para su posterior comercialización.
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Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
Clara Alba, Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Javier Martínez y Leticia Aróstegui
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