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María Rosa es paciente oncológica recurrente. De forma gradual su enfermedad le obliga a desplazarse de León a Salamanca. Un traslado que se realiza en ambulancias pertenecientes al servicio del transporte sanitario no urgente.
«Antes acudía con mi propio coche, pero ahora la enfermedad ... ya no me lo permite», asegura. «Si pudiera le diría a un amigo que me llevara, pero claro la gente tiene que trabajar y no pueden estar a mi servicio», también señala.
De ese modo se ve «necesitada y obligada» del uso de este tipo de transporte sanitario. Un servicio que califica de «deficiente hasta más no poder, pésimo y perjudicial para los enfermos como yo».
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La última experiencia, advierte, es la que ha colmado el vaso de su paciencia. «Fue este lunes. Tuve que irme de León a Salamanca, recibir tratamiento allí durante dos horas y regresar en una ambulancia en lamentables condiciones».
Las «lamentables condiciones» se evidencian en situaciones «insufribles»: «¿Cómo es posible que después de recibir tratamiento un paciente oncológico tenga que venir de Salamanca a León en una ambulancia sin aire acondicionado y 28º en el interior«.
«Hasta el conductor nos decía que así no se podían hacer las cosas, que les obligan a conducir ambulancias que no tendrían que pasar ni la ITV», ha añadido la paciente.
Y no es la única queja: «Después del tratamiento solo quieres que descansar y aquí nos llevan en asientos rotos, en los que no funcionan los mandos de los respaldos, incómodos. La situación en la que nos desplazamos es insufrible. Estas son ambulancias para morir».
Y todo, añade, teniendo presente que son ambulancias «con más de 600.000 kilómetros. Cuando nos subimos a ellas lo primero que nos dice el conductor es que no sabe si llegaremos, que el motor revienta en cualquier momento. En una ocasión estuve una hora tirada en la carretera porque la ambulancia se estropeó, pero no era algo aislado. Es lo habitual».
No es el único caso. Teresa prefiere no decir su nombre real. Ella se desplaza desde Ponferrada y sus sensaciones no son mejores: «Cuando nos meten en la ambulancia parece que vamos al matadero. El ruido es insoportable, nada funciona bien y el conductor solo hace que quejarse de que el furgón que conducen no es seguro».
Sus dos ejemplos solo son 'la punta del iceberg'. Entre los enfermos se han creado grupos de whatsapp para poner en común las deficiencias que observan en las ambulancias. Y la lista se hace casi interminables. Hay imágenes que ponen «los pelos de punta».
Su intención es hacer una asociación de afectados y hacer «estallar todo esto» aportando el enorme material que están recopilando. Y en ese material, aseguran, «hay fotos como para que se les caiga la cara de vergüenza a los que nos obligan a viajar en estas condiciones».
AmbuIbérica, responsable de este servicio, ha rechazado por el momento comentar las denuncias planteadas por los usuarios y visibles en sus hojas de reclamaciones.
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